[TP N° 5] DESCONFIANZA EN LA POLÍTICA, CONFIANZA EN LOS MEDIOS (Agustín Metzadour)

DESCONFIANZA EN LA POLÍTICA, CONFIANZA EN LOS MEDIOS

DESCONFIANZA EN LA POLÍTICA:

Nos dice Ludolfo Paramio en su artículo “Cambios sociales y desconfianza política: el problema de la agregación de preferencias”, que existe un llamativo rasgo en las democracias contemporáneas, cual es un sentimiento de oposición hacia la política y sus estructuras tradicionales (ej, partidos políticos), al tiempo que se revalorizan las instituciones democráticas. Parece ser que este fenómeno tuvo su génesis en la década de 1960, con el surgir del “baby boom”, y que ha crecido gradualmente a partir de entonces, en especial desde los 80.

El autor, siguiendo a Luhmann, identifica dos clases de confianza: una de ellas es la explícita, que es la que se deposita en una persona o institución al momento de tomar una decisión de riesgo. La otra es la implícita, que se manifiesta en recurrir al andamiaje social en forma rutinaria. Las personas de todos modos muchas veces sienten un descontento respecto al gobierno de momento. ¿Qué se puede hacer? La primera propuesta la plantean los partidos políticos, como supuestos baluartes protectores de la ideología de cierta parte de la población. Tratarán ellos de conseguir el apoyo de los votantes para convertirse en el gobierno. Empero, si fracasan en esta misión, supongamos, al no cumplir las expectativas de la gente, la desconfianza en ellos empieza a crecer indefectiblemente.

Aunque Paramio llega a un punto más allá: cree que de la desconfianza en las instituciones puede devenir en una verdadera alienación política. Es decir que, de cierta apatía hacia las cosas políticas, podemos pasar a cierto grado de agresividad contra los políticos, para caer finalmente en la alienación, aunque todavía no hemos llegado a ese extremo.

Para el redactor del artículo mencionado ut supra, la clave de esta desafección política está en haberse derruido la identificación de los ciudadanos con los partidos políticos, hecho que se produjo sin lugar a dudas desde las grandes transformaciones sociales que devinieron en los últimos 50 años. Por eso, más bien parece ser que los partidos deben aggiornarse a esta nueva modalidad, tratando de buscar nuevas formas de participación. Es importante considerar que la clave no está en los resultados de una contienda electoral, sino en la percepción social de esos resultados. Históricamente, la estructura de partidos se configuraba desde las expectativas y demandas de la sociedad, como explicamos más arriba. Ocurre que aquéllos se basaban en lo que era peticionado por la generación anterior a la hora de preparar sus campañas, y por ende fueron incapaces de hacer suyas las exigencias de la comunidad contemporánea. En Estados Unidos, por caso, no hubo respuestas satisfactorias de los planes de los partidos ante la crisis del sistema keynesiano y tampoco habían pensado en un “plan B”. Eso produjo alejamiento de la juventud y, en muchísimos casos, frustración, dando espacio a la actual desconfianza en el esquema político.

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CONFIANZA EN LOS MEDIOS:

Los medios de comunicación, según Álvaro Octavio Lara Huerta y Sergio Octavio Contreras Padilla, mexicanos ellos, se han convertido en una pieza clave a la hora de definir lo que las personas piensan. Son considerados como un “cuarto poder” y, un punto interesante, es que no tienen un contrapeso, más que otros medios partidarios de otra posición. La clave de este poder mediático está según ellos en la forma que tienen de llegar a las personas, vendiendo su influencia a través de pautas publicitarias.

En “Confianza e influencia de los medios latinoamericanos: una visión desde las élites”, Ángel Badillo Matos y Marina Hernández Prieto indican que los procesos de democratización son más significativos cuando se da espacio a los medios para fomentar la participación y el debate. Esto trae beneficios porque permite a la ciudadanía tener una visión más acabada de los candidatos que aspiran a ocupar un lugar en el gobierno. Pero también advierten los autores que todo esto está planteado desde la conveniencia mediática, por lo que es necesario que el producto ofrecido “venda” para que sea sustentable. De hecho, se considera que los medios han desplazado a los partidos políticos en su función de intermediarios entre los ciudadanos y los políticos, debido a su ineficacia para adaptarse a las necesidades del mundo moderno, tal como analizamos en el punto anterior. Así, los mass media juegan un doble papel: respecto a las instituciones políticas, construyen sus discursos para que lleguen hasta la sociedad. En relación a esta sociedad, por el otro lado, al ser los edificadores de la opinión pública, que será tenida bien en consideración por esas instituciones políticas para elaborar sus agendas. Todo esto podría tener como beneficio, verbigracia, una mayor rendición de cuentas del poder gubernamental ante la comunidad.

Así pues, los medios de comunicación se convirtieron en un mecanismo de control político que, si bien no puede imponer sanciones, si puede imponer castigos simbólicos, como la destrucción de la reputación de un político, lo que causaría el final de su carrera pública.

Para evaluar el grado de confianza de la sociedad en los medios, se hacen estudios comparativos entre ellos con distintas áreas: los sindicatos, la policía, los funcionarios públicos, la Iglesia Católica, las empresas, los partidos políticos, etc… En Latinoamérica, por ejemplo, los medios tienen, según el estudio realizado por Badillo Matos y Hernández Prieto, una aceptación aproximada del 50%, ocupando una posición “expectante”, en la lista de instituciones en las que las personas más confía.

Con todo, parece haber cierto recelo entre los poderes del Estado y los medios de comunicación. Sin embargo, han aceptado la gran importancia que tienen en la actualidad como actores políticos. La confianza de las personas en ellos también viene en crecimiento, por lo que los mass media tiene en sus manos un inmenso poder que deberán saber administrar para no dañar la opinión pública pero, simultáneamente, permita el mantenimiento de las instituciones políticas.

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Agustín Metzadour