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Mensaje por Diego Funes Dom Sep 23, 2012 9:46 pm

Medios, política y democracia

Mauro Cerbino habla de la relación que se da entre los medios de comunicación y la política. Se centra en el papel que juega la dimensión mediática en el desarrollo de los hechos políticos, como los procesos electorales, la tensión siempre presente entre gobierno y oposición, la inestabilidad política, entre otros conflictos. Destaca que, medios, política y democracia estarían fuertemente entrelazados.
Intenta ubicarse en una posición intermedia, evita la postura que dice que con la mediatización la política se vuelve necesariamente banal, y con aquellos que se conforman con sostener que la política es un hecho de estética más que de ética. Cerbino introduce el concepto de mediapolítica “como un asunto que obliga a pensar en las nuevas formas de participación y control ciudadano”.
Sobre los nuevos tiempos de la política o de la pospolítica (luego de las directrices marcadas por Thatcher-Reagan en los 80) aparece el concepto, según lo ha denominado el autor de la egocracia. Es decir, hoy se da una fuerte personalización de los actores políticos en donde vale más el carisma que pueda tener que su sustento ideológico-programático. “La egocracia es un régimen de lucha política basado en la exhibición de un yo gigantesco, en la autovaloración de las cualidades individuales y la consecuente desvalorización o incluso interiorización de los otros adversarios”, sostiene Cerbino. Desde esta perspectiva, no serían los medios los que habrían banalizado la política sino que sería la política la que se presta para ser espectacularizada.
Un aspecto que caracteriza a la pospolítica y su relación con los medios son los sondeos. Con ellos se ha perdido gran parte de la participación ciudadana sobre temas verdaderamente relevantes. Con aquellos solo se cuestionan elementos superfluos que pueden tener mayor grado de utilidad en un proceso electoral.
Otra cuestión que incorpora el autor en la relación política-medios es el cortoplacismo. Esto seguramente relacionado con la lógica veloz de los medios. Además se busca convencer como si la política fuera un producto mediático de alto impacto visual y emotivo (esto ya relacionado en la idea de videocracia).
Cerbino juega con las palabras mediatización y mediación entendiendo con ésta última “como el ámbito de la producción de la palabra y la argumentación por parte de los políticos”. Afirma que hay que reintroducir la función de la mediación en los medios e ir más allá de una información mediatizada tomada como una mercancía más. Hay que contribuir a un pensamiento crítico. Y es allí donde se daría una mayor participación política ciudadana: “ésta exigiría un acceso a información pluralista, de calidad y relevante y con una capacidad de lectura basada en el conocimiento y la actitud crítica”. Y también – sostiene el autor – sería necesario reconfigurar el esquema de información de los medios y pasar a una información-acción y que articularía de otro modo la estructura medio-política-democracia.


La “democracia mediática”

Al abordar este tema, José Luis Exeni intenta dilucidar varias cuestiones relacionadas con los medios de comunicación y su vínculo con el poder político. Pretende identificar si esa conexión es muy estrecha o si los medios ejercen, por sí mismos, un poder. Por eso entiende que para un análisis de la comunicación política es necesario definir si los medios actúan como un instrumento del poder, tienen influencia sobre la política o son verdaderamente un poder.
El autor cita a Wolton para definir la comunicación política como “el espacio en el que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse públicamente sobre política, y que son los políticos, los periodistas y la opinión pública a través de los sondeos". Exeni identifica dos tendencias contrapuestas en la concepción de la comunicación política: una llamada mediófoba y la mediófila. Sobre esto dice: “los primeros anuncian la inminencia del poder de los medios – mediocracia -, plantean escenarios catastrofistas acerca del futuro de la política y de la democracia, la mediatización degrada a la primera y sustituye a la segunda. En esta visión, los medios subordinan al sistema político. Por su parte, los segundos, que conciben a los medios de comunicación como los democratizadores por excelencia del poder - democracia centrada en los medios -, proponen escenarios renovados acerca de la acción política y la participación democrática. En esta visión, si bien los medios tienen un lugar central en las sociedades modernas, no sustituyen al sistema político”.
Pero estas dos posiciones no son absolutas, sino que hay intermedias. Lo que sí resulta incuestionable – va a decir el autor – es que los medios están acentuando la transformación de la política, en al menos tres direcciones: la personalización, es decir la identificación afectiva con el personaje político y no tanto el compromiso con su ideología o su plataforma programática. También habla de la espectacularización, en términos de la videopolítica, donde todo se lleva al terreno del espectáculo y lo que importa más es la imagen que las ideas. Estos conceptos también son analizados mas adelante por el autor Lozano Rendón. Y por ultimo menciona la sustitución, donde el comunicador termina remplazando el político.
También Exeni habla del nivel de institucionalización, tanto de los medios como de los sistemas políticos y de partidos para distinguir las posibilidades de influencia de la comunicación mediatizada en el terreno de la política. Por institucionalización entiende que es el proceso por el cual adquieren valor y estabilidad las organizaciones y procedimientos, y en tantos éstas sean mas adaptables, complejas, autónomas y coherentes tendrán una institucionalización más fortalecida y por ende, con menor grado de ser influenciadas.
Ya Wolton en su definición de comunicación política identificaba a tres actores en esta relación. De igual manera lo hace José Luis Exeni el que menciona el modelo de triple actor. Observa que hay claramente tres grandes bloques de acción: político, mediático y ciudadano, pero que no estaría tan bien visualizados sus actores específicos. Pero en una determinada clasificación a nivel micro-individual podría determinarse que los actores serían los políticos, los periodistas y los consumidores de políticas públicas y de información mediática. Ahora bien, la comunicación política se estaría dando centralmente entre los actores del sistema político y el de los medios de comunicación, por lo que el tercer actor, el ciudadano, quedaría excluido, o al menos con menor participación.
Relacionado con esto último, introduce la cuestión de la crisis de representatividad donde sostiene que “el ciudadano al no ser representado por las instituciones del sistema político, encontraría en los medios el cauce más cercano y más rápido para expresar su representatividad”.
Pero a esto también hay que sumarle otro concepto: el de la agenda pública – en el marco de la teoría de la agenda setting. Esto es un proceso permanente a través del cual los medios de comunicación seleccionan y construyen un conjunto de temas para darles un tratamiento periodístico y establecer un criterio de importancia de los asuntos considerados públicos, los que tienden a influir tanto en el sistema político como en la opinión pública. Lo que aquí cuenta es que muchas veces esa agenda que establecen los medios no coincide con los intereses de los ciudadanos, por lo que éstos quedan nuevamente al margen.
En la postura mediófoba, los mass media a través de la mediatización de la política y el manejo en la construcción de la agenda publica llegaría a tener un poder inconmensurable. Se llega así al concepto de mediocracia en contra de la hoy vigente democracia representativa. Para el autor no sería viable la postura extrema, lo que no significa que no distinga que la acción mediática y la comunicación política están provocando grandes cambios en la dinámica de debate y decisión. Y lo que marca claramente la necesidad de plantear una apuesta explícita a favor del tercer actor excluido, es decir el ciudadano, “quien tiene un amplio potencial de opinión movilizada para desarrollar estrategias de resistencia tanto individual como colectiva”.


De la espectacularización al periodismo cívico

En un primer momento, Lozano Rendón nos habla sobre la transformación que han tenido los medios de comunicación, especialmente los noticieros televisivos. Con la idea de darle mayor ritmo, éstos han tomado el lenguaje cinematográfico para hacerlos más espectaculares y con ello - se supone – atraer mayor audiencia. Es lo que el autor ha denominado el género del info-entretenimiento. Sobre ello sostiene: “La cobertura informativa en momentos de catástrofes naturales, accidentes, huracanes o terremotos ejemplifica el grado en que el modelo de espectacularización y sensacionalismo televisivo ha sido adoptado por los noticiarios sobre cualquier consideración ética y profesional en aras de incrementar los niveles de audiencia”.
Luego lleva el tema de la espectacularización al plano de la política y allí cita a diferentes autores, entre ellos al sociólogo Lipovetsky. Éste afirma que "los medios están en el centro de la crítica social: degradan la democracia y convierten la vida política en espectáculo, destacando hechos secundarios, atentando contra la vida privada, haciendo y deshaciendo arbitrariamente los hechos, superficializando los espíritus y diciendo cualquier cosa".
Lozano Rendón distingue tres elementos que podrían ser constitutivos del fenómeno de la espectacularización de la política. Menciona la personalización: donde los medios plantean un escenario donde se pone el foco en la competencia entre hombres, considerando por ejemplo su carisma, pero dejando de lado el análisis de planes de gobierno, propuestas o posiciones ideológicas. Otro elemento es la dramatización, donde se hace un tratamiento de la política como si fuera un espectáculo, apelando a las emociones y no a la razón. Por último habla de la fragmentación, esto relacionado con el ritmo rápido que exigen los medios audiovisuales, es decir una presentación de los temas con la lógica del videoclip.
El autor entiende que habría que llegar a un punto intermedio, sin necesidad de rechazar todas las fórmulas y estrategias del info-entretenimiento y la ficción. Para ello habría que rever el rol de los medios de comunicación y de los periodistas. La prensa no debería simplificar, dramatizar ni trivializar ciertos temas de importancia comunitaria. Hay que darla mayor atención a la sociedad civil. Los periodistas deberían sacar un poco el foco en las fuentes gubernamentales y oficiales y ponerlo en organismos comunitarios como asociaciones, clubes, gremios, entre otros.
La prensa debe verse a sí misma como un foro para la expresión de los intereses ciudadanos. “Se trata de que el periodista contemporáneo se vea a sí mismo como agente, defensor y promotor del desarrollo social y comunitario. Que el periodista voltee a ver a sus lectores y sus audiencias y los convierta en actores directos de la noticia, convirtiéndolos en fuentes, acudiendo a entrevistarlos, a investigar sus puntos de vista y opiniones, en lugar de dejarlos relegados en el papel de público pasivo” concluye.
Diego Funes
Diego Funes

Fecha de inscripción : 02/09/2012

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