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segunda trabajo de periodimo civico-natalina rodriguez
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segunda trabajo de periodimo civico-natalina rodriguez
CONCEPTO DE CIUDADANIA.
El término «ciudadano» es el nombre dado al hombre que por haber nacido o residir en una ciudad es miembro de la comunidad organizada que le reconoce la cualidad para ser titular de los derechos y deberes, propios de la ciudadanía, quedando obligado, como ciudadano, a hacer que se cumplan. La extranjería, la raza la etnia o población, la religión, el sexo, la edad, el nacimiento han delimitado el concepto de ciudadano, excluyendo del mismo a quienes por razón de cualesquiera de esas circunstancias y condiciones se les ha negado la cualidad y derecho de ciudadano. Los diversos movimientos sociales han luchado contra la discriminación, reivindicando la aplicación del principio de igualdad.
Ciudadano es la persona que, por su condición natural o civil de vecino, establece relaciones sociales de tipo privado y público como titular de derechos y obligaciones personalísimos e inalienables reconocidos, al resto de los ciudadanos, bajo el principio formal de igualdad.
Ciudadanía es la condición de miembro de una comunidad organizada.
[[]
El término tiene su origen en ciudad, ya que originalmente ésta era la unidad política más importante. Con el tiempo la unidad política pasó a ser el Estado y, hoy en día, nos referimos a ciudadanos y ciudadanas respecto a un Estado (por ejemplo, ciudadanos españoles).
Qué es la ciudadanía? ¿Qué significa ser [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]? Existen, según Jelin, tres ejes claves de debate sobre ciudadanía: En primer lugar, el debate ideológico que intenta definir la naturaleza de los “sujetos” que se van a considerar ciudadanos. Este eje se refleja en la visión liberal-individualista que revisa la relación entre sujeto individual y sujetos colectivos. En segundo lugar, el debate teórico que examina el contenido de los derechos del ciudadano. Aquí se pregunta por derechos “universales” y se trata de aclarar la relación entre derechos humanos, civiles, políticos, económico-sociales, colectivos y globales. En tercer lugar, el debate político determina las responsabilidades y compromisos inherentes a la relación ciudadanía-Estado, es decir, las obligaciones o deberes ligados a la ciudadanía.
Ser ciudadano o ciudadana significa para la autora dos cosas: una, poseer un sentimiento de pertenencia a una comunidad política; otra, obtener un reconocimiento de esa comunidad política a la que se pertenece. La pertenencia y el reconocimiento a una comunidad tiene deberes y tiene derechos. Las denuncias sobre las situaciones y políticas sociales desfavorables para las comunidades, las peticiones de nuevos derechos, el cuidado de los logros sociales que parecen los más justos, las exigencias del cumplimiento de los contratos sociales y la participación en la esfera pública son acciones, entre otras tantas, que adoptan los ciudadanos o ciudadanas en la vida cotidiana. No hay, dice Jelin en la entrevista, una única vía para convertirse en ciudadano. Adquirir una conciencia de ciudadanía se relaciona directamente con la politización del individuo. El propio proceso que implica salir a la esfera pública, de sentirse con derecho a estar en la esfera pública, forma parte del proceso de construcción de una dimensión de la ciudadanía.
La ciudadanía como el resto de los conceptos o categorías socio-políticas son parte de un devenir permanente de construcción y cambio. Jelin alerta contra el peligro de identificar la ciudadanía con un conjunto de prácticas concretas –sea votar en elecciones o gozar de la libertad de expresión, recibir beneficios sociales del estado o cualquier otra práctica específica–. (en: Jelin, Igualdad y diferencia, págs. 193 y 194). Todas estas prácticas ciudadanas forman parte de la noción de ciudadanía.
Ser ciudadano y ciudadana significa, más allá de las prácticas concretas, tener, por un lado, el derecho de reclamar y por lo tanto salir del plano subordinado. Por el otro, ejercer una “práctica conflictiva vinculada al poder, que refleja las luchas acerca de quiénes podrían decir qué en el proceso de definir cuáles son los problemas sociales comunes y cómo serán abordados.” Por ejemplo, en Buenos Aires, en la época de la dictadura militar (1976-1983), muchísimos jóvenes fueron torturados y desaparecidos. Las madres realizaron manifestaciones en la esfera pública exigiendo justicia social. Este hecho crucial de la entrada y presencia de las madres en la esfera pública no sólo transformó el panorama de actores sociales, sino que incluyó en el debate público la centralidad de los lazos familiares y de su importancia en la vida de las personas.
Pensar en el concepto de ciudadanía implica pensar entonces en nuevos sujetos individuales y colectivos con derechos: los emigrantes, las mujeres, las víctimas de derechos humanos, o de pensar, por ejemplo, formas de familia que no son aceptadas.
La noción de ciudadanía tiene tres grandes usos: permite referirse a la cualidad y derecho de ciudadano (“La ciudadanía no es respetada en este país”), al conjunto de los ciudadanos de una nación (“Los representantes han escuchado las exigencias de la ciudadanía”) y al comportamiento propio de un buen ciudadano (“El empresario, haciendo gala de su sentido de la ciudadanía, donó miles de pesos al comedor infantil”).
La acción ciudadana debe ser responsable, pacífica y autorregulada. Su principal objetivo es mejorar el bienestar público. Las acciones que sólo buscan el beneficio individual, en cambio, no están vinculadas a la ciudadanía.
La ciudadanía plena de todos los ciudadanos es imprescindible para el buen funcionamiento de una democracia. Si algunos ciudadanos no pueden votar (por cuestiones de religión, etnia, sexo, etc.), la democracia falla y los postulados de la ciudadanía no se cumplen.
Esto nos permite recordar que, a lo largo de la historia, la noción de ciudadanía fue mutando. En la antigua Grecia, por ejemplo, los únicos ciudadanos eran los varones con capacidad para adquirir armas y defender la ciudad. Las mujeres, los esclavos y los extranjeros no eran considerados como ciudadanos.
Las democracias actuales, en cambio, suelen considerar ciudadanos plenos a todos los hombres y mujeres mayores de una cierta edad (por lo general, los 18 años).
T. H. Marshall, sociólogo inglés de S XX, sostuvo que la ciudadanía es “un status de plena pertenencia de los individuos a una sociedad y se confiere a quienes son miembros a pleno derecho de una determinada comunidad, en virtud de que disfrutan de derechos en tres ámbitos: civil, político y social.”
Este autor esbozó un concepto moderno de derechos sociales: el acceso a los derechos sociales ya no depende de la pertenencia a una clase social sino por el hecho de ser ciudadanos. Y proclamó que sólo hay ciudadanía plena cuando se tienen los tres tipos de derechos mencionados.
La crítica principal que se le hace a esta idea de la ciudadanía es que, planteada sobre la base de la democracia liberal, pone en un plano de igualdad a los derechos civiles, políticos y sociales, cuando sólo los dos primeros son universales. “Los sociales tienen sentido sólo si se conciben como aspiraciones a prestaciones concretas, y estas últimas no pueden ser universales, sino particulares y selectivas.”
“En virtud de su elevado costo y de su incidencia en los mecanismos de acumulación de la riqueza y de la captación fiscal, los derechos sociales tienen un carácter mucho más aleatorio que las acciones dirigidas a proteger los derechos civiles y los políticos. Así, mientras que la no efectividad del derecho al trabajo es un rasgo totalmente normal en el estado social de derecho, no lo son la inviolabilidad del domicilio o las garantías a la propiedad privada.”
T. H. Marshall distingue tres tipos de ciudadanía acordes a un periodo histórico y político determinado:
- Ciudadanía Civil (S XVIII): se origina en el periodo histórico – político caracterizado por el reconocimiento de los derechos civiles, tales como la libertad individual y la propiedad, y por una concepción individualista del hombre: el hombre individualmente considerado como centro del ordenamiento jurídico, el cual debe propender a facilitar el desarrollo y ejercicio de las libertades individuales.
- Ciudadanía política (S XIX): se desarrolla en el periodo histórico – político caracterizado por el reconocimiento del derecho a voto y a la organización social y política; se deja de lado la concepción individualista del hombre para pasar a integrarlo a una sociedad y a un sistema político en el cual tiene el derecho y deber de participar activamente de la vida de “los asuntos de la polis”.
- Ciudadanía social (S XX): se desarrolla en el marco del Estado de Bienestar, caracterizado por el reconocimiento de los derechos sociales, social a los fines de contribuir a la igualdad social y a la atenuación generada por la diferencia de clases sociales; brinda el contexto adecuado para lograr la igualdad ciudadana.
El autor entiende que el desarrollo de la ciudadanía es evolutivo y acumulativo de una amplia gama de derechos y deberes. En sus propias palabras “ser ciudadano/a de pleno derecho hoy implica desde el derecho a un mínimo bienestar y seguridad económica, hasta el compartir al máximo el patrimonio social y a vivir la vida de acuerdo a los estándares imperantes en la sociedad”.
Fuentes: textos sugeridos en clase de la materia “Periodismo Cívico”.
El concepto de ciudadanía no tiene un sentido fijo sino una historia. Es una categoría histórica e ideológica construida a lo largo del tiempo.
3 momentos:
1°) Ciudadanía clásica, moderna o liberal.
2°) Ciudadanía social.
3°) Nueva ciudadanía (en términos de la autora).
Ciudadanía clásica:
2 factores contribuyeron a su configuración:
- El paso del ‘familiarismo’ a la idea de pertenencia a la comunidad.
- El surgimiento del Estado Nación.
Se asienta en 3 pilares básicos:
1. Democracia.
2. Liberalismo.
3. Capitalismo.
La ciudadanía clásica puede ser definida como “status unitario de igualdad de derechos y obligaciones y anclada en la pertenencia nacional”.
Sus caracteres son:
- Ser fuente última de la voluntad colectiva.
- Determinación de los derechos civiles y políticos, tomando como pilar la libertad e igualdad de todos los individuos en base al derecho natural. Esto supone:
o Una noción ontológica de hombre/persona netamente individualista, y no como parte de un grupo (es una noción abstracta y ahistórica, ej. “todos somos iguales ante la ley”).
o Se propone la igualación formal de los individuos, cuya consecuencia es la separación esfera pública (en la que todos somos iguales, no admite diferencias. Ej. todos somos iguales ante la ley) y esfera privada (en la que somos desiguales, admite diferencias. Ej. las acciones privadas de los hombres que de ningún modo afecten el orden y la moral pública, quedan sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados).
o El hombre es libre para vender su trabajo y con él obtener un salario y así subsistir. Refuerza la libertad de trabajo.
Crítica: la tan proclamada igualdad es meramente formal, no se corresponde con la realidad. La igualdad ha sido declarada como derecho fundamental de los hombres, pero en la realidad la desigualdad persiste. Se da paso a una nueva noción de ciudadanía, que viene de la mano de la inclusión de la ‘cuestión social’ a la esfera pública (fines de S XIX).
Ciudadanía social:
En Inglaterra podemos identificar el surgimiento de la ‘cuestión social’ con la Revolución Industrial y con la aparición de los Movimientos Obreros.
Economistas de la época:
Alfred Marshall: es uno de los primeros teóricos en advertir que la igualdad formal no es incompatible con la desigualdad real.
T. H. Marshall: toma los conceptos de A. Marshall y los desarrolla, entendiendo que la ciudadanía funciona como un status ideal a conseguir por los miembros de un Estado. El modo de hacer compatible la igualdad formal con la desigualdad real es entendiendo a la igualdad como ‘igualdad entre los iguales’, una desigualdad justa, esto es, la misma posibilidad de acceder a los medios para hacer valer los derechos declarados hasta entonces, los derechos de 1° Generación. Para este autor, la ciudadanía es la condición otorgada a miembros de la comunidad y en virtud de dicha pertenencia posee derechos civiles, políticos y sociales. Para este autor la ciudadanía es social.
Keynes: economista del modelo benefactor.
El Estado benefactor o intervencionista se diferencia así del socialismo/capitalismo porque reconoce la existencia de la desigualdad, y entiende que debe darse una desigualdad justa. Por el contrario, el socialismo procura la plena igualdad.
Sus caracteres son:
- Ser una categoría histórica: contempla circunstancias particulares.
- El individuo es considerado dentro de las estructuras (comunidad, familia, etc.).
- Tener como base a los derechos sociales realizadores de los demás derechos.
Crítica: no se centran en la noción de ciudadanía social sino en la de Estado benefactor.
Nueva ciudadanía:
El modelo benefactor –y la ciudadanía social- entra en crisis en la década de los ’70. Confluyen diferentes cuestiones de carácter social, político y jurídico, suscitadas por las transformaciones globales y sus efectos en el proceso democrático. Principalmente: aumento del gasto público para financiar políticas asistencialistas y medios que antes habían hecho efectivos unos derechos, ahora los limitan, tornan clientes a los ciudadanos, los ciudadanos pierden la motivación para trabajar y los empresarios, el incentivo para invertir.
Emerge un nuevo modelo: el neoliberalismo (en USA de la mano de Reagan y en UK con Tatcher). Nuevas políticas: ahorro público central, individuos responsables de sus propias vidas, desaparición de las políticas públicas.
En este contexto, latinoamérica se ve afectada por dos procesos:
1. El de endeudamiento externo.
2. El de desmembramiento de los gobiernos no alineados al neoliberalismo, golpes de Estado financiados por países centrales neoliberales, deviniendo en democracias liberales o en procesos dictatoriales.
Caracteres de la nueva ciudadanía:
- Reemplaza el concepto clásico de ciudadanía, en el nuevo contexto de supranacionalidad y globalización económica y social: migraciones, nuevas comunicaciones, nuevos hábitos en la vida cotidiana, nuevos riesgos planetarios. Transformaciones que replantean la relación de pertenencia nacional: una ciudadanía económica y social más que política; el sentido de la pertenencia no radica en la nacionalidad, sino en la inserción en la vida económica y social.
- Aumento de demandas de reconocimiento de derechos civiles por una ciudadanía más participativa.
- Acciones de control del mercado por consumidores y usuarios de ss. públicos privatizados.
- Impacto de los medios en el control de los actos y funcionarios del gobierno.
- Asociacionismo (creación de organismos no gubernamentales): formas espontáneas de acción colectiva que asumen los reclamos de género, minorías y contra los riesgos de la mundialización de la economía.
- Nuevas identidades y nuevos actores.
- Importancia de lo local en contrapunto con lo supranacional y regional.
- Valores individualistas y responsabilización individual en la vida (un tema central es la educación: gratuita o paga?).
- Aparición de tres figuras: el usuario responsable, el consumidor y el contribuyente.
En Argentina:
- Ciudadanía mínima: si bien se dan fenómenos de ampliación del sentido de la ciudadanía también se observa indiferencia y descreimiento frente a la política, y limitación de acciones para la defensa de derechos civiles.
- No encuadra en los parámetros del multiculturalismo: las movilizaciones sociales no alcanzan la generalidad suficiente.
En definitiva: la nueva ciudadanía es una ciudadanía activa, caracterizada por la participación y la movilización, a diferencia de los viejos hábitos clientelares (debilidad y delegación de la ciudadanía).
Villavicencio: ciudadanía como concepto abarcativo de problemas sociales, jurídicos y políticos (que devienen de la globalización, la mundialización de la economía y el multiculturalismo).
El término «ciudadano» es el nombre dado al hombre que por haber nacido o residir en una ciudad es miembro de la comunidad organizada que le reconoce la cualidad para ser titular de los derechos y deberes, propios de la ciudadanía, quedando obligado, como ciudadano, a hacer que se cumplan. La extranjería, la raza la etnia o población, la religión, el sexo, la edad, el nacimiento han delimitado el concepto de ciudadano, excluyendo del mismo a quienes por razón de cualesquiera de esas circunstancias y condiciones se les ha negado la cualidad y derecho de ciudadano. Los diversos movimientos sociales han luchado contra la discriminación, reivindicando la aplicación del principio de igualdad.
Ciudadano es la persona que, por su condición natural o civil de vecino, establece relaciones sociales de tipo privado y público como titular de derechos y obligaciones personalísimos e inalienables reconocidos, al resto de los ciudadanos, bajo el principio formal de igualdad.
Ciudadanía es la condición de miembro de una comunidad organizada.
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El término tiene su origen en ciudad, ya que originalmente ésta era la unidad política más importante. Con el tiempo la unidad política pasó a ser el Estado y, hoy en día, nos referimos a ciudadanos y ciudadanas respecto a un Estado (por ejemplo, ciudadanos españoles).
Qué es la ciudadanía? ¿Qué significa ser [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]? Existen, según Jelin, tres ejes claves de debate sobre ciudadanía: En primer lugar, el debate ideológico que intenta definir la naturaleza de los “sujetos” que se van a considerar ciudadanos. Este eje se refleja en la visión liberal-individualista que revisa la relación entre sujeto individual y sujetos colectivos. En segundo lugar, el debate teórico que examina el contenido de los derechos del ciudadano. Aquí se pregunta por derechos “universales” y se trata de aclarar la relación entre derechos humanos, civiles, políticos, económico-sociales, colectivos y globales. En tercer lugar, el debate político determina las responsabilidades y compromisos inherentes a la relación ciudadanía-Estado, es decir, las obligaciones o deberes ligados a la ciudadanía.
Ser ciudadano o ciudadana significa para la autora dos cosas: una, poseer un sentimiento de pertenencia a una comunidad política; otra, obtener un reconocimiento de esa comunidad política a la que se pertenece. La pertenencia y el reconocimiento a una comunidad tiene deberes y tiene derechos. Las denuncias sobre las situaciones y políticas sociales desfavorables para las comunidades, las peticiones de nuevos derechos, el cuidado de los logros sociales que parecen los más justos, las exigencias del cumplimiento de los contratos sociales y la participación en la esfera pública son acciones, entre otras tantas, que adoptan los ciudadanos o ciudadanas en la vida cotidiana. No hay, dice Jelin en la entrevista, una única vía para convertirse en ciudadano. Adquirir una conciencia de ciudadanía se relaciona directamente con la politización del individuo. El propio proceso que implica salir a la esfera pública, de sentirse con derecho a estar en la esfera pública, forma parte del proceso de construcción de una dimensión de la ciudadanía.
La ciudadanía como el resto de los conceptos o categorías socio-políticas son parte de un devenir permanente de construcción y cambio. Jelin alerta contra el peligro de identificar la ciudadanía con un conjunto de prácticas concretas –sea votar en elecciones o gozar de la libertad de expresión, recibir beneficios sociales del estado o cualquier otra práctica específica–. (en: Jelin, Igualdad y diferencia, págs. 193 y 194). Todas estas prácticas ciudadanas forman parte de la noción de ciudadanía.
Ser ciudadano y ciudadana significa, más allá de las prácticas concretas, tener, por un lado, el derecho de reclamar y por lo tanto salir del plano subordinado. Por el otro, ejercer una “práctica conflictiva vinculada al poder, que refleja las luchas acerca de quiénes podrían decir qué en el proceso de definir cuáles son los problemas sociales comunes y cómo serán abordados.” Por ejemplo, en Buenos Aires, en la época de la dictadura militar (1976-1983), muchísimos jóvenes fueron torturados y desaparecidos. Las madres realizaron manifestaciones en la esfera pública exigiendo justicia social. Este hecho crucial de la entrada y presencia de las madres en la esfera pública no sólo transformó el panorama de actores sociales, sino que incluyó en el debate público la centralidad de los lazos familiares y de su importancia en la vida de las personas.
Pensar en el concepto de ciudadanía implica pensar entonces en nuevos sujetos individuales y colectivos con derechos: los emigrantes, las mujeres, las víctimas de derechos humanos, o de pensar, por ejemplo, formas de familia que no son aceptadas.
La noción de ciudadanía tiene tres grandes usos: permite referirse a la cualidad y derecho de ciudadano (“La ciudadanía no es respetada en este país”), al conjunto de los ciudadanos de una nación (“Los representantes han escuchado las exigencias de la ciudadanía”) y al comportamiento propio de un buen ciudadano (“El empresario, haciendo gala de su sentido de la ciudadanía, donó miles de pesos al comedor infantil”).
La acción ciudadana debe ser responsable, pacífica y autorregulada. Su principal objetivo es mejorar el bienestar público. Las acciones que sólo buscan el beneficio individual, en cambio, no están vinculadas a la ciudadanía.
La ciudadanía plena de todos los ciudadanos es imprescindible para el buen funcionamiento de una democracia. Si algunos ciudadanos no pueden votar (por cuestiones de religión, etnia, sexo, etc.), la democracia falla y los postulados de la ciudadanía no se cumplen.
Esto nos permite recordar que, a lo largo de la historia, la noción de ciudadanía fue mutando. En la antigua Grecia, por ejemplo, los únicos ciudadanos eran los varones con capacidad para adquirir armas y defender la ciudad. Las mujeres, los esclavos y los extranjeros no eran considerados como ciudadanos.
Las democracias actuales, en cambio, suelen considerar ciudadanos plenos a todos los hombres y mujeres mayores de una cierta edad (por lo general, los 18 años).
T. H. Marshall, sociólogo inglés de S XX, sostuvo que la ciudadanía es “un status de plena pertenencia de los individuos a una sociedad y se confiere a quienes son miembros a pleno derecho de una determinada comunidad, en virtud de que disfrutan de derechos en tres ámbitos: civil, político y social.”
Este autor esbozó un concepto moderno de derechos sociales: el acceso a los derechos sociales ya no depende de la pertenencia a una clase social sino por el hecho de ser ciudadanos. Y proclamó que sólo hay ciudadanía plena cuando se tienen los tres tipos de derechos mencionados.
La crítica principal que se le hace a esta idea de la ciudadanía es que, planteada sobre la base de la democracia liberal, pone en un plano de igualdad a los derechos civiles, políticos y sociales, cuando sólo los dos primeros son universales. “Los sociales tienen sentido sólo si se conciben como aspiraciones a prestaciones concretas, y estas últimas no pueden ser universales, sino particulares y selectivas.”
“En virtud de su elevado costo y de su incidencia en los mecanismos de acumulación de la riqueza y de la captación fiscal, los derechos sociales tienen un carácter mucho más aleatorio que las acciones dirigidas a proteger los derechos civiles y los políticos. Así, mientras que la no efectividad del derecho al trabajo es un rasgo totalmente normal en el estado social de derecho, no lo son la inviolabilidad del domicilio o las garantías a la propiedad privada.”
T. H. Marshall distingue tres tipos de ciudadanía acordes a un periodo histórico y político determinado:
- Ciudadanía Civil (S XVIII): se origina en el periodo histórico – político caracterizado por el reconocimiento de los derechos civiles, tales como la libertad individual y la propiedad, y por una concepción individualista del hombre: el hombre individualmente considerado como centro del ordenamiento jurídico, el cual debe propender a facilitar el desarrollo y ejercicio de las libertades individuales.
- Ciudadanía política (S XIX): se desarrolla en el periodo histórico – político caracterizado por el reconocimiento del derecho a voto y a la organización social y política; se deja de lado la concepción individualista del hombre para pasar a integrarlo a una sociedad y a un sistema político en el cual tiene el derecho y deber de participar activamente de la vida de “los asuntos de la polis”.
- Ciudadanía social (S XX): se desarrolla en el marco del Estado de Bienestar, caracterizado por el reconocimiento de los derechos sociales, social a los fines de contribuir a la igualdad social y a la atenuación generada por la diferencia de clases sociales; brinda el contexto adecuado para lograr la igualdad ciudadana.
El autor entiende que el desarrollo de la ciudadanía es evolutivo y acumulativo de una amplia gama de derechos y deberes. En sus propias palabras “ser ciudadano/a de pleno derecho hoy implica desde el derecho a un mínimo bienestar y seguridad económica, hasta el compartir al máximo el patrimonio social y a vivir la vida de acuerdo a los estándares imperantes en la sociedad”.
Fuentes: textos sugeridos en clase de la materia “Periodismo Cívico”.
El concepto de ciudadanía no tiene un sentido fijo sino una historia. Es una categoría histórica e ideológica construida a lo largo del tiempo.
3 momentos:
1°) Ciudadanía clásica, moderna o liberal.
2°) Ciudadanía social.
3°) Nueva ciudadanía (en términos de la autora).
Ciudadanía clásica:
2 factores contribuyeron a su configuración:
- El paso del ‘familiarismo’ a la idea de pertenencia a la comunidad.
- El surgimiento del Estado Nación.
Se asienta en 3 pilares básicos:
1. Democracia.
2. Liberalismo.
3. Capitalismo.
La ciudadanía clásica puede ser definida como “status unitario de igualdad de derechos y obligaciones y anclada en la pertenencia nacional”.
Sus caracteres son:
- Ser fuente última de la voluntad colectiva.
- Determinación de los derechos civiles y políticos, tomando como pilar la libertad e igualdad de todos los individuos en base al derecho natural. Esto supone:
o Una noción ontológica de hombre/persona netamente individualista, y no como parte de un grupo (es una noción abstracta y ahistórica, ej. “todos somos iguales ante la ley”).
o Se propone la igualación formal de los individuos, cuya consecuencia es la separación esfera pública (en la que todos somos iguales, no admite diferencias. Ej. todos somos iguales ante la ley) y esfera privada (en la que somos desiguales, admite diferencias. Ej. las acciones privadas de los hombres que de ningún modo afecten el orden y la moral pública, quedan sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados).
o El hombre es libre para vender su trabajo y con él obtener un salario y así subsistir. Refuerza la libertad de trabajo.
Crítica: la tan proclamada igualdad es meramente formal, no se corresponde con la realidad. La igualdad ha sido declarada como derecho fundamental de los hombres, pero en la realidad la desigualdad persiste. Se da paso a una nueva noción de ciudadanía, que viene de la mano de la inclusión de la ‘cuestión social’ a la esfera pública (fines de S XIX).
Ciudadanía social:
En Inglaterra podemos identificar el surgimiento de la ‘cuestión social’ con la Revolución Industrial y con la aparición de los Movimientos Obreros.
Economistas de la época:
Alfred Marshall: es uno de los primeros teóricos en advertir que la igualdad formal no es incompatible con la desigualdad real.
T. H. Marshall: toma los conceptos de A. Marshall y los desarrolla, entendiendo que la ciudadanía funciona como un status ideal a conseguir por los miembros de un Estado. El modo de hacer compatible la igualdad formal con la desigualdad real es entendiendo a la igualdad como ‘igualdad entre los iguales’, una desigualdad justa, esto es, la misma posibilidad de acceder a los medios para hacer valer los derechos declarados hasta entonces, los derechos de 1° Generación. Para este autor, la ciudadanía es la condición otorgada a miembros de la comunidad y en virtud de dicha pertenencia posee derechos civiles, políticos y sociales. Para este autor la ciudadanía es social.
Keynes: economista del modelo benefactor.
El Estado benefactor o intervencionista se diferencia así del socialismo/capitalismo porque reconoce la existencia de la desigualdad, y entiende que debe darse una desigualdad justa. Por el contrario, el socialismo procura la plena igualdad.
Sus caracteres son:
- Ser una categoría histórica: contempla circunstancias particulares.
- El individuo es considerado dentro de las estructuras (comunidad, familia, etc.).
- Tener como base a los derechos sociales realizadores de los demás derechos.
Crítica: no se centran en la noción de ciudadanía social sino en la de Estado benefactor.
Nueva ciudadanía:
El modelo benefactor –y la ciudadanía social- entra en crisis en la década de los ’70. Confluyen diferentes cuestiones de carácter social, político y jurídico, suscitadas por las transformaciones globales y sus efectos en el proceso democrático. Principalmente: aumento del gasto público para financiar políticas asistencialistas y medios que antes habían hecho efectivos unos derechos, ahora los limitan, tornan clientes a los ciudadanos, los ciudadanos pierden la motivación para trabajar y los empresarios, el incentivo para invertir.
Emerge un nuevo modelo: el neoliberalismo (en USA de la mano de Reagan y en UK con Tatcher). Nuevas políticas: ahorro público central, individuos responsables de sus propias vidas, desaparición de las políticas públicas.
En este contexto, latinoamérica se ve afectada por dos procesos:
1. El de endeudamiento externo.
2. El de desmembramiento de los gobiernos no alineados al neoliberalismo, golpes de Estado financiados por países centrales neoliberales, deviniendo en democracias liberales o en procesos dictatoriales.
Caracteres de la nueva ciudadanía:
- Reemplaza el concepto clásico de ciudadanía, en el nuevo contexto de supranacionalidad y globalización económica y social: migraciones, nuevas comunicaciones, nuevos hábitos en la vida cotidiana, nuevos riesgos planetarios. Transformaciones que replantean la relación de pertenencia nacional: una ciudadanía económica y social más que política; el sentido de la pertenencia no radica en la nacionalidad, sino en la inserción en la vida económica y social.
- Aumento de demandas de reconocimiento de derechos civiles por una ciudadanía más participativa.
- Acciones de control del mercado por consumidores y usuarios de ss. públicos privatizados.
- Impacto de los medios en el control de los actos y funcionarios del gobierno.
- Asociacionismo (creación de organismos no gubernamentales): formas espontáneas de acción colectiva que asumen los reclamos de género, minorías y contra los riesgos de la mundialización de la economía.
- Nuevas identidades y nuevos actores.
- Importancia de lo local en contrapunto con lo supranacional y regional.
- Valores individualistas y responsabilización individual en la vida (un tema central es la educación: gratuita o paga?).
- Aparición de tres figuras: el usuario responsable, el consumidor y el contribuyente.
En Argentina:
- Ciudadanía mínima: si bien se dan fenómenos de ampliación del sentido de la ciudadanía también se observa indiferencia y descreimiento frente a la política, y limitación de acciones para la defensa de derechos civiles.
- No encuadra en los parámetros del multiculturalismo: las movilizaciones sociales no alcanzan la generalidad suficiente.
En definitiva: la nueva ciudadanía es una ciudadanía activa, caracterizada por la participación y la movilización, a diferencia de los viejos hábitos clientelares (debilidad y delegación de la ciudadanía).
Villavicencio: ciudadanía como concepto abarcativo de problemas sociales, jurídicos y políticos (que devienen de la globalización, la mundialización de la economía y el multiculturalismo).
natalina rodriguez- Fecha de inscripción : 10/09/2012
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