LA LIBERTAD DE PRENSA ¿SIEMPRE AMENAZADA? TRAB Nº 4

LEGITIMACION DEL PODER Y LIBERTAD DE EXPRESION
LA LIBERTAD DE PRENSA SIEMPRE AMENAZADA
El artículo en análisis comienza indagando lo siguiente: cómo podemos justificar, que ante el reconocimiento de que todos somos iguales, sea uno solo el que mande, el que ejerza el poder. Dicho interrogante fue objeto de estudio de la filosofía política, de la cual se deduce una serie de respuestas a este interrogante.
La primera considera que el poder nunca se justifica. El planteamiento anarquista establece que todo gobierno sería por definición injusto, opresor, por lo cual, si todos somos iguales, no resulta admisible que alguien destaque e intente imponer su voluntad a los demás. En este supuesto se desconoce la participación como testimonio de consenso, de continuidad, de garantía, de protagonismo individual e institucional, de eficiencia en el gobierno y en el control, de publicidad, responsabilidad y soberanía popular. La solución para el régimen es que las situaciones que preocupan a todos se tomen en conjunto, en régimen asambleario, dándole la posibilidad a quien no esté conforme con la decisión tomada por el grupo, de abandonar el mismo, de poder marcar su posición y libremente decidir.
La segunda respuesta declara que el poder se justifica por el miedo. El Gobierno dispone de policía, cárceles y jueces, de forma que el que infringe la ley se expone a un castigo (intimidan al cumplimiento de las normas).
La tercera respuesta afirma que el poder se justifica cuando es legítimo, lo cual requiere esclarecer el concepto de legitimidad, siendo el objetivo de las democracias modernas el regular de una forma más o menos imparcial el acceso al poder para luego, en virtud del procedimiento establecido, el nuevo gobernante tome posesión, trabaje y dedique el tiempo y esfuerzo necesarios para cumplir de la manera más eficiente su función. El objetivo constitucional subyacente es precisamente consolidar la eficacia del ejercicio de la democracia. Para consolidarla se debe jerarquizar la participación política y ampliar la participación social. Que permita ser eficiente a través de una nueva síntesis de la relación gobierno y control, donde el Estado tenga el poder y los ciudadanos el control suficiente para un mejor ejercicio de la libertad. Un Gobierno Democrático requiere del libre debate, libertad de expresión y de prensa para que los ciudadanos se informen acerca de los asuntos públicos y políticos. Se hace hincapié en los medios de comunicación y la libertad de prensa. Las tres modalidades de comunicación han perdido sus fronteras. Estamos hablando de la información, entretenimiento y persuasión, cuyos límites se han difuminado para lograr atraer a un mayor número de espectadores. Asistimos a lo que se denomina “espectacularización del periodismo”.
La imparcialidad se perdió desde que los medios de comunicación (hoy masivos) se alinearon con el poder político. De esta manera a cambio de contratos de cifras considerables, se priva de información a la sociedad de aquello que el Gobierno desea ocultar. Esto es limitación a la libertad de prensa, y que trae como consecuencia una reducción de la capacidad de expresión de la ciudadanía.


La libertad ¿está en peligro?
La libertad de expresión es siempre frágil, una conquista arrancada con mucho esfuerzo a los poderosos y nunca está asegurada para siempre, siendo una de las causales que los medios se prestan al juego del poder consecuencia de alianzas con políticos y empresarios. La situación no sería tan grave o tan preocupante si encontráramos un ámbito informativo dispuesto a resistir a las presiones políticas y económicas, el escenario que presenta muestra el grado de dominación existencial que nos vemos sometidos a diario.
En Francia, por ejemplo, el setenta por ciento de los diarios y revistas pertenece a dos empresarios, Dassault y Lagardère, que curiosamente operan en el mismo sector, aeronáuticos y armamentístico. Un tercero en discordia, el importante constructor Bouygues, es el dueño de TF 1, el canal privado de televisión más grande de Europa. Los tres, amigos del presidente Sarkozy de toda la vida, aprovechan sin escrúpulos sus medios de comunicación para hacer negocios o influir ante el Gobierno.
La situación de España no es mucho mejor: televisiones públicas, nacional y autonómicas, como correas de transmisión de los Ejecutivos de turno; autonomías que financian periódicos de información general; grupos multimedia afines al Gobierno con deudas multimillonarias que se salvan de la quiebra por presiones políticas.
Como corolario de todo esto debemos destacar que todo orden social, toda elaboración estructural, es frágil por naturaleza. En cuanto los actores sociales dejan de esforzarse, se confían y bajan la guardia, la entropía gana terreno, el orden decae y reaparece el caos, se crea una escena pública que muchas veces debilitan las instituciones generando desconfianza en los ciudadanos. Es por eso que ante la falta de vigencia del principio republicano de publicidad de los actos de gobierno, y la falta de libertad de prensa, indirectamente se está afectado a la libertad de expresión de los ciudadanos. Esto es lo que ocurre en Argentina. El Gobierno solo hace una propaganda oficial y no cumple con el principio republicano mencionado (índices distorsionados del INDEC). No sirve de nada manifestar continuamente los posicionamientos, lo que se requiere son actos concretos que demuestren la efectividad de lo reconocido constitucionalmente y conculcado a diario. Defender la libertad de expresión ayudará a evitar que se repita el caos y decaiga el orden.