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TRABAJO PRACTICO NUMERO 3
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TRABAJO PRACTICO NUMERO 3
TRAS LAS HUELLAS DE LA “DEMOCRACIA MEDIÁTICA”
JOSÉ LUIS EXENI R.
Información como Cuarto Poder. Idea de que el periodismo es el “Cuarto Poder” del Estado. La metáfora de la comunicación mediatizada como “Cuarto Poder” es tan atractiva como perversa.
Atractiva: porque implica erigir a los medios, principalmente en su práctica periodística, en una suerte de contrapoder; actores-poder con capacidad e instrumentos para oponerse a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, controlar su actividad y decisiones, y defender-representar a la sociedad frente al Estado.
Perversa: porque quienes más se benefician de ella son los propietarios y editores de los medios informativos (que asumen una posición de privilegio), los periodistas (que adquieren relevancia pública con carta de inmunidad) y el poder político (que legitima así su obsesión por controlar dicho poder)
En ambos sentidos, entre beneficios y peligros, el público (la sociedad) es el eslabón ausente, simple mirón –el “gran marginado”–, de las pugnas/componendas entre los poderes políticos y empresarial informativo.
En todo caso, más allá de que los medios de comunicación masiva sean o no un poder (cuarto, segundo, ninguno), es importante señalar que estas diferencias de perspectiva tienen consecuencias analíticas a la hora de abordar la relación entre comunicación mediatizada y sistema político. Así, en esa dirección, es posible distinguir tres niveles:
a) Uso de los medios (información instrumento): la información es concebida como un instrumento del poder (o directamente se dice que “información es poder”).Supone una competencia por la posesión de información.
b) Efectos de los medios (información influencia): los mass media tienen la capacidad de influir en las acciones y decisiones del poder político, lo que está en relación con las diferentes versiones acerca de los efectos mediáticos.
c) Gobierno de los medios (información contra-poder): los medios son un (contra) poder político o estatal, lo cual conduce a pensar en un supuesto orden político en el cual los actores mediáticos se ocuparían del ejercicio del poder.
COMUNICACIÓN POLÍTICA: INVENTARIO
¿A qué nos referimos cuando hablamos de comunicación política?
Simplificando en extremo se podría decir que las concepciones acerca de la comunicación política se desenvuelven entre una mirada o bien genérica o bien restringida de su ámbito de acción:
1) versión genérica: comunicación política es toda comunicación que se relaciona con / influye en / tiene por objeto / la política.
2) versión restringida: supone criterios analíticos para abordar la comunicación política:
a) Por su sujeto: enfatiza la presencia-interacción de actores que se ocupan de la comunicación política. Si bien la visión más difundida apunta a la lógica del triángulo de actores, parece haber un monopolio de la comunicación política por los operadores políticos y mediáticos, con exclusión del actor social (el público).
b) Por su objeto: Se ocupa del intercambio de símbolos (discursos, mensajes, información), la función de intermediación y la construcción de agenda. Tales propósitos suponen la utilización de instrumentos que los hagan posibles
.c) Por su ámbito comunicativo: Se ubica ya sea en el interior del sistema político, en la relación entre éste y los medios de comunicación, en los nexos entre sistema político y sociedad civil, o en el ámbito más amplio del espacio público.
Interesa señalar, más bien, que pueden identificarse dos tendencias contrapuestas en la concepción de la comunicación política: mediófoba (en la lógica de “la tiranía” de los medios sobre la política) mediófila (en sentido de “las bondades” de los mass media para la política).
¿Cómo se diferencian los que tienen aversión a los medios (“mediófobos”) versus quienes les demuestran afición (“mediófilos”)? ¿Qué caracteriza cada una de estasconcepciones de la acción de los medios y sus efectos sobre la política y el gobierno? Quizás lo más importante radique en que los primeros, que anuncian la inminencia del poder de los medios (“mediocracia”), plantean escenarios catastrofistas acerca del futuro de la política y de la democracia: la mediatización “digiere” (o al menos degrada) a la primera y sustituye (o al menos contrae) a la segunda. En esta visión, los medios subordinan al sistema político (si es que directamente no lo destruyen). Por su parte, los segundos, que conciben a los medios de comunicación como los “democratizadores” por excelencia del poder (democracia centrada en los medios), proponen escenarios renovados acerca de la acción política y la participación democrática: la mediatización es la condición de (o al menos facilita) aquélla y hace posible (o al menos amplía) ésta. En esta visión, si bien los medios tienen un lugar central en las sociedades modernas, no sustituyen al sistema político: “le permiten existir”.
En todo caso, resulta incuestionable que la acción de los medios está acentuando la transformación de la política –desfigurándola– en, al menos, tres direcciones :
a) Su personalización: la política, más que terreno de los partidos o de la sociedad, aparece como un escenario de pugna entre personajes o, mejor, entre sus imágenes en cuya creación (o destrucción) tienen mucho que ver los medios. En tal lógica, es más decisiva la identificación afectiva con el personaje que el compromiso político con la ideología, o programa, que aquél representa.
b) Su espectacularización: la acción mediática (sobre todo a través de la“videopolítica”) conduce a la política, y sobre todo a los procesos electorales, al terreno del espectáculo, donde importan más las imágenes que las ideas, más las emociones que la razón, menos los programas políticos que las consignas, menos los argumentos que las “grandes verdades”, mas el cómo se dice que el qué se dice...
c) Su sustitución: “el mediador, el comunicador, acaba suplantando al político”, no sólo en términos de que el periodista o el líder de opinión mediática lleguen a tener más credibilidad e influencia que un legislador, sino en otro sentido más profundo: “el político va interiorizando la función comunicativa hasta vivir de la imagen que proyecta más que de las ideas u objetivos del partido querepresenta”. La videopolítica sustituye a la política tanto como el consumidor (televidente) desplaza al ciudadano
Hay un criterio de distinción que permite discriminar posibilidades de influencia de la comunicación mediatizada en el terreno de la política. Esa distinción tiene que ver con el nivel de institucionalización tanto del complejo mediático como de los sistemas político y de partidos en una Nación-Estado determinada. El nivel desinstitucionalización puede definirse de acuerdo a los siguientes cuatro criterios:
a) Adaptabilidad-Rigidez: Cuanto más adaptables y menos rígidos son las organizaciones y procedimientos, mayor es la institucionalización; y viceversa.
b) Complejidad-Simplicidad: Cuanto más compleja es una organización más elevado es su nivel institucional; y cuanto más simple, menos institucionalizada.
c) Autonomía-Subordinación: La institucionalización puede ser evaluada también por la medida en que las organizaciones y procedimientos políticos existen con independencia de otros agrupamientos y métodos de conducta sociales.
d) Coherencia-Desunión: Una organización está más o menos institucionalizada en proporción directa con su grado de unificación y coherencia.
Hay que convenir en que las organizaciones y los procedimientos (tanto políticos como informativos) que sean más adaptables, complejos, autónomos y coherentes, tendrán un mayor nivel de institucionalización que aquellos otros que sean más rígidos, simples, subordinados y desunidos. Lo relevante es que el escenario deseable será aquél en el cual la relación entre lacomunicación mediatizada y el sistema político y de partidos esté fuertementeinstitucionalizada, lo cual supone el fortalecimiento de cada una de las partes (aunque es pertinente pensar, paradójicamente, en que la combinación de un sistema político y de partidos consolidado, y un complejo mediático fuerte, puede generar escenarios debilitados en el campo de la comunicación política). El terreno más pantanoso, claro, será el marcado por la debilidad organizacional y la ausencia de reglas y procedimientos. En todo caso, al parecer la comunicación política circula predominantemente en los otros dos escenarios, con base en el conflicto o en la negociación entre múltiples actores políticos y mediáticos concretos en situaciones determinadas.
ACTORES: JUEGO A DOS BANDAS
Hace referencia a un fenómeno que tiene mucho que ver con la comunicación política: la doble transición: por una parte, desde los medios al terreno de la política; y, por otra, del escenario político a la comunicación mediatizada. Estas transformaciones se estarían produciendo en las siguientes dos direcciones:
a) Del testigo informativo al protagonista político: Supone que los medios de comunicación en general y los periodistas en particular han dejado de ser testigos y sólo mediadores y difusores de la información, para convertirse en escenario de la acción política (la arena en la cual ésta tiene lugar); y luego se han asumido como actores de la política, ya sea mimetizados en su función periodística, asumiendo el papel de “líderes de opinión” o directamente convertidos en dirigentes de partidos políticos y candidatos a puestos de gobierno y derepresentación
. b) Del político profesional al “comunicador” permanente: Implica que los partidos en general y los políticos en particular no sólo limitan su acción al sistema político, ya sea en la representación y agregación de intereses o en la función pública, sino que asumen una especie de obsesión por su imagen mediática, convirtiéndose en “productos envasados” de difusión; para luego transitar hacia el terreno específico de la comunicación mediatizada, yamimetizados en el rol de “comunicadores”, ya directamente convertidos endirectores de medios de comunicación o, lo que ocurre cada vez con más frecuencia, en propietarios de empresas informativas.
Y es que hablar de los actores de la comunicación política nos conduce, casi sin remedio, al modelo del triple actor.
Pero, ¿en qué consiste tal esquema triangular? ¿Cuáles son sus actores principales y cómo se relacionan? Hay claridad en la ubicación de los tres grandes bloques de acción: político, mediático y ciudadano; pero no puede decirse lo mismo respecto a la identificación de sus actores específicos.
Como puede verse, la relación entre los actores –en el terreno de la comunicación política– se desarrolla en, al menos, tres niveles diferentes pero inseparables. A nivel individual diremos que interactúan políticos, periodistas y consumidores (de políticas públicas y de información mediática). A otro nivel (de las organizaciones), tendremos el encuentro entre partidos políticos, medios de comunicación masiva y sociedad civil. Y en el tercer ámbito, pensando en una Nación-Estado, se desplegará la relación entre el sistema político/Estado y la estructura social (los públicos), intermediada por el aparato de mediatización (conjunto de mass media).
Así se identifican los tres bloques de actores de la comunicación política (y a reserva de un análisis específico de sus relaciones y motivaciones), si bien aparentemente es más adecuado pensar en una mirada que no pierda de vista la triangulación de actores, podría ser de mayor utilidad analítica avanzar en la identificación de vínculos duales entre ellos (bajo el principio del tercero excluido o, en discordia). En ese horizonte, se identifican tres relaciones bipolares:
a) De los medios con el público: frente al sistema político.
b) Del público con los políticos: ante los mass media.
c) De los políticos con los periodistas: frente al público (o por el apoyo de éste).
Si se asume que la comunicación política se desenvuelve centralmente en la interacción entre actores del sistema político y del conjunto de mass media (los cuales podemos representar en la vinculación entre políticos y periodistas), es pertinente plantear algunas consideraciones sobre las modalidades que adoptan tales relaciones. Pueden identificarse tres tácticas y estrategias diferenciadas de vinculación entre políticos y periodistas, que tienen que ver con propósitos comunes como la fijación, control einterpretación de la agenda pública, la representación de intereses y canalización dedemandas ciudadanas, y la pugna por el reconocimiento y atención del público(consumidor). Tales estrategias, prácticas frecuentes –concebidas en clave de modelos de análisis–, son las siguientes:
1. Táctica de rivalidad, estrategia de competencia: modelo del conflicto:
En una relación marcada por la desconfianza y el conflicto, políticos y periodistas se asumen como rivales el uno del otro, adoptando una estrategia de competencia cuando no de franco antagonismo.
En este modelo cabe la figura del periodismo de investigación en su función de control y en el papel de "perro guardián" frente a los abusos del poder.
. El periodista, más que informador, es una especie de “vanguardia” opositora frente al régimen de gobierno o incluso contraria al sistema. El poder político, en contrapartida, intenta desarrollar mecanismos y medidas “duras” de control sobre los medios de comunicación, así como neutralizar o acaso cooptar a los medios y periodistas que le son adversos
2. Táctica de intercambio, estrategia de cooperación: modelo de mutuadependencia:
El elemento que caracteriza esta relación es la mutua dependencia entre políticos y periodistas en el escenario de la comunicación política. Tanto es así que se ha llegado a plantear que la producción de información política es una labor conjunta de ambos actores. Estamos ante una estrategia de cooperación que determina las relaciones de las partes, las cuales ejercitan continuamente prácticas de intercambio (tales como el anonimato de las fuentes informativas, el secreto profesional, las filtraciones interesadas, el off the record, el embargo de la información, el aparato de fuentes oficiales, entre otras)
3. Táctica de complicidad, estrategia de colusión: modelo de alianzas:
Este modelo sostiene que no sólo hay competencia y colaboración entre políticos y periodistas, sino también algo así como relaciones de complicidad entre ambos.
Es decir, en palabras de Muraro (1997: pp. 75-77), estamos ante “relaciones de intercambio cruzadas entre ellos, de alianzas de un grupo político y un medio en perjuicio de otros grupos políticos y otros medios". En este caso es pertinente hablar de un modelo transaccional, definido por el entrecruzamiento de actores en función a determinados hechos.
¿REPRESENTACIÓN VERSUS MEDIATIZACIÓN?
La mediatización hace referencia al hecho de recurrir a los mass media como canales de difusión.
En ese escenario de “presencia imperial de la mediatización” pueden identificarse, al menos, tres tendencias:
a) La relación actores (individuales y sociales) - sistema político pasa cada vez más por los medios masivos (mediatización), a costa de otras instancias de intermediación como los partidos políticos y las organizaciones sociales.
b) La relación medios - instituciones políticas tiende a monopolizar el escenario de la comunicación política (y en especial los canales de expresión), provocando la sistemática exclusión de los actores sociales.
c) Los interlocutores predominantes del sistema político se asumen cada vez máscomo consumidores (en el mercado) y como receptores (de la agendamediática), antes que como ciudadanos.
En ese marco, la cuestión que se debería abordar es si la mediatización está actuando como síntoma o detonante (o ambos a la vez) de la supuesta crisis del principio de representación política, y qué implicaciones tiene esto para las instituciones de la democracia y el desempeño de sus actores.
Y en esta cuestión, también, se distinguen dos visiones contrapuestas. Los“mediófobos” dirán que no sólo es evidente que la intermediación tiende a reducirse a la mediatización, sino que ésta, a su vez, está desplazando a la representación política (diagnosticada en estado de agonía terminal). Por su parte, los “mediófilos” insistirán en que la acción de los medios no sólo facilita la representación política, sino que, incluso, la hace posible. Aquéllos llegarán al extremo de plantear que la “mediocracia” (esto es: el gobierno de los medios) tiende a sustituir a la democracia representativa. Estos, en tanto, afirmarán que los medios de comunicación son la garantía de una “auténtica democracia” (entendiendo por “auténtica” una supuesta “participación” casi siempre expresada en y por los propios mass media, estrechamente relacionados con sondeos de opinión)
En ese horizonte, varias concepciones intermedias resultan más útiles para el análisis.
El comunicólogo colombiano Jesús Martín Barbero fundamenta la idea de que “lo que estamos viviendo no es la disolución de la política (representativa), sino la reconfiguración de las mediaciones”.Es decir, lamediatización no desplaza ni simplemente viabiliza a la representación política: reconfigura, reconstruye, las intermediaciones.
Por su parte, Alain Touraine sostiene que “los problemas de la comunicación política [en este caso, la mediatización] hay que ubicarlos históricamente en la crisis de la representación política; con más precisión, en la crisis de la política como representación”. Es decir, más que desplazamiento de la representación política por la mediatización, habría una suerte de división de funciones: ésta llega donde aquélla anda ausente.
Finalmente, una tercera mirada pone énfasis en los efectos que provoca lamediatización en la construcción discursiva de la política. Bretton por ejemplo, sostiene que la comunicación mediatizada genera un "filtrado del discurso político". Hay un incremento del poder de los intermediarios mediáticos que se interponen entre la palabra política y el público a la que está destinada. La mediatización “extiende su influencia, aguas arriba, sobre las condiciones en las que se ejerce la argumentación política y sobre las modalidades de formación de las ideas políticas”
Así las cosas, se propondrá una aproximación analítica que permita ubicar con mayor precisión la interrelación entre la mediatización y la representación política. Para el efecto –y asumiendo que la democracia moderna no puede ser, sino, representativa–, es necesario distinguir tres perspectivas teóricas para comprender la representación:
a) La representación como delegación: dimensión jurídica. El representante es concebido como un ejecutor de las “instrucciones” que los representados le imparten. En esta concepción, las elecciones sirven para escoger buenaspolíticas o a representantes que traen buenas políticas.
b) La representación como rendimiento de cuentas (responsabilidad): dimensión política. El representante tiene una posición de autonomía y supuestamente la única guía para su acción es el “interés” de los representados como es percibido por él. En esta visión, las elecciones permiten reclamarles a los representantes sus acciones del pasado
c) La representación como representatividad (semejanza o similitud): dimensiónsociológica. El representante es “representativo de” si personifica algunascaracterísticas esenciales de quienes son por él representados. En esta perspectiva, las elecciones buscan que el organismo representativo reproduzca fielmente las características del cuerpo político (representantes).
¿Cómo influye la acción de los medios en cada uno de estos modelos derepresentación? ¿De qué forma la mediatización de lo político “desplaza” o tiende a “sustituir” a la representación como delegación, como rendimiento de cuentas y como representatividad?
En síntesis: en la representación en su dimensión delegativa, la acción de los medios se limitaría a la sola intermediación informativa; en la representación en su dimensión de accountability,los medios estarían transformando los mecanismos de control de larepresentación y de la exposición pública del poder político; y en la representación en su dimensión representativa, la comunicación mediatizada estaría disputando la expresión y creación de identidades simbólicas de los representantes (las formas de representación que hoy “múltiples actores reclaman desde la plaza pero que sólo pareciera realizarse desde la platea”
LA AGENDA: ESE OBJETO DEL DESEO
La teoría de la agenda-setting propone el principio según el cual los mass media estarían interviniendo en la configuración de agenda. ¿Qué plantea esta visión?
– En su versión original: "puede ser que la prensa (los medios informativos) no tenga mucho éxito en indicar a la gente qué pensar, pero tiene un éxito sorprendente en decirles a sus lectores sobre qué pensar..." (Bernard Cohen).
– En su versión ampliada:"La agenda-setting es un proceso que puede afectar tanto a los temas en que pensamos como en la forma en que pensamos en ellos"
¿A qué nos referimos cuando decimos agenda? ¿Cuál es su carácter particular en relación con los mass media?
Una definición básica nos dirá que se trata del “establecimiento del orden del día de los asuntos públicos”; o, en otras palabras, la selección de una “lista jerarquizada de temas de preocupación”
La función de agenda tiene que ver con el proceso permanente y continuo a través del cual los medios de comunicación seleccionan/construyen un conjunto de hechos o temas para otorgarles tratamiento noticioso-informativo y, en esa dinámica, establecen un criterio de importancia de los asuntos considerados como públicos, los cuales tienden a influir tanto en el sistema político como en el llamado “clima de opinión pública”.
La primera tarea de la fijación de agenda, la más evidente, consiste en el proceso de selección/construcción temática mediante el cual se incluyen tanto como se excluyen un conjunto de asuntos para su tratamiento informativo. Hay aquí, pues, un criterio de inclusión/exclusión.
La siguiente tarea tiene que ver con las dinámicas y mecanismos de jerarquización de los temas incluidos en la agenda. Estamos, entonces, ante una labor de ordenamiento jerárquico en razón de la trascendencia asignada a cada tema.
Por último, ya seleccionados/construidos los temas de la agenda, y establecida su importancia relativa, la siguiente tarea radica en su formalización pertinente para, en el horizonte de los mass media, proceder a su difusión. Es decir: se trata de establecer la forma en la que las versiones de los hechos serán presentadas e interpretadas informativamente.
Y si hablamos de influencia, debemos considerar la cuestión de cuáles son los efectos de la agenda, ya habiendo concedido que ciertamente los tiene. La función de agenda influirá de distintos modos dependiendo de si el asunto tratado genera atención e incentiva al público, y si es de mayor o menor (des)conocimiento para los perceptores. Pero hay un conjunto de otros factores que tienen que ver con esta cuestión, entre otros: el tipo de medio que participa en la formación de la agenda, la relevancia de la comunicación informal (no mediatizada), el tiempo de exposición tanto de un tema como del público en los medios (temporalidad), la proximidad geográfica del hecho abordado informativamente, la predisposición e involucramiento de las personas en los temas, la concordancia de distintos medios en los mismos asuntos, los rasgos culturales de la audiencia, la credibilidad de la fuente, la naturaleza de los temas y la posibilidad de participación en el diálogo informativo .
¿Qué tipos de agenda es posible identificar? Con Monzón se dice que existen básicamente cinco niveles de análisis en relación a la agenda:
Intrapersonal (individual issue salience): conjunto de conocimientos públicos que retiene un (o cada) individuo.
Interpersonal (perceived issue salience): consecuencia de la interacción y el diálogo entre las personas, así como de la percepción sobre cada uno de los temas que pueden interesar a los demás
De los medios (media agenda): conjunto de temas periodísticos que están presentes en los medios durante un tiempo determinado.
Político-institucional (policy agenda): conjunto de temas que preocupan mayoritariamente a cualquier institución [el sistema político en su conjunto] y que tiene presente en relación a sus intereses y toma de decisiones.
Pública (community issue salience): conjunto de temas que el público considera de dominio común, de referencia pública o que reflejan los distintos estados de opinión pública
En la comunicación política el análisis se concentra en la interrelación entre tres de las cinco agendas: la político-institucional, la mediática y la pública.
Ahora bien, ¿cómo se construye la agenda mediática? “¿Quién fija la agenda de los fijadores de agenda?” ¿Hasta qué punto los temas principales de las noticias son iniciadas por políticos, ciudadanos o por periodistas? Varios estudios han intentado dar cuenta delcomplejo proceso de formación de la agenda de los medios, y han identificado un conjunto de factores que intervienen en el mismo. Así, por ejemplo, Semetko identifica una serie de influencias que determinan cuánta discrecionalidad tienen tanto los periodistas como los políticos al fijar las agendas (fundamentalmente las de las campañaselectorales):
nivel macrosistema: el grado de competitividad en la red de los medios, la fuerza del sistema de partidos políticos, y la cultura política y periodística. A
nivel microsistema: las ideologías profesionales de los periodistas, su interpretación del papel que desempeñan y la norma de objetividad prevaleciente. Donsbach) hila un poco más fino y sostiene que también influyen en la elección de noticias (esto es, en la agenda de los medios) las condiciones previas institucionales de cada medio (tendencias, relaciones de poder dentro de la redacción, actitud política de base e intereses creados de un medio en un conflicto determinado, y las metas institucionales).
Pero quizá resulte pertinente indagar el papel central que desempeñan quienes están más estrechamente relacionados con la agenda noticiosa de los medios: los periodistas. El ya citado Donsbach precisa que si bien los periodistas ocupan un lugar clave a la hora de "tomar decisiones selectivas", no son agentes independientes, sino que están condicionados por varias influencias (a modo de filtros selectores, inductores de decisión): cualidades personales del periodista, cualidades de la profesión en sí, características de la institución de los medios y características de la sociedad en su totalidad.
Como puede verse, la “formación” de agenda no es una cuestión de simple selección/ocultamiento/manipulación de temas, sujeta a la voluntad, pasión o imposición de algunos operadores mediáticos; antes bien, en el terreno de la comunicación política, el establecimiento de temas públicos supone, además de las ya expuestas condiciones e influencias inherentes a los medios y los periodistas, un complejo y permanente proceso de construcción –con intervención de elementos externos al complejo mediático– en el que interactúan no sólo diversos y múltiples actores (incluyendo los públicos especializados),sino también distintas visiones acerca de un conjunto de problemas y la forma desolucionarlos o, al menos, darles cauce en el espacio público.
La construcción de la agenda sería el producto permanente y cambiante de una especie de pugna de intereses en el que intervienen un conjunto de actores con distintas capacidades y posibilidades para imponer sus prioridades (problemáticas), sus temas (endemanda de atención) sus enfoques (de sentido) y sus opiniones (sobre los temas, problemas y forma de abordarlos).
Hasta aquí la cuestión relativa a la construcción de agenda que configura, junto con la función de intermediación y la interacción de actores, la base analítica para abordar la comunicación política.
ALERTA CON LA “DEMOCRACIA MEDIÁTICA”
Esto es: que la acción de los medios de comunicación masiva, en especial de latelevisión, está transformando la política y provocando alteraciones en los sistemas político y de partidos; que, como resultado del creciente protagonismo de los medios, la centralidad de la mediatización, la influencia de la agenda mediática y el papel relevante que se leotorga a la opinión pública, estaríamos asistiendo al parto de un “nuevo tipo” dedemocracia; o, peor todavía, en alusión a la importancia de la comunicación mediatizada en el ejercicio del poder, que es inminente un “gobierno de los medios” (mediocracia)
En la literatura sobre el tema, la supuesta emergencia de una democracia mediática se asume en, al menos, dos sentidos complementarios pero diferentes. Si bien ambas visiones aluden a la centralidad de la comunicación política y al papel protagónico de los medios masivos y de los actores mediáticos, se distancian a la hora de establecer la ubicación de éstos con relación al gobierno. Así, la versión que se ha llamado Mediófila hace referencia a una “democracia centrada en los medios”, con énfasis en la influencia política de la comunicación mediatizada. Es decir, sin negar la vigencia de la democraciarepresentativa, sostiene que ésta transita muy inclinada hacia (y reforzada por) el escenario y agenda mediáticos. La versión mediófoba, en cambio, plantea un “desplazamiento” desde la democracia representativa hacia un nuevo tipo, todavía difuso, de democracia; esto es, una democracia no sólo condicionada por los medios, sino un indefinible gobierno de los medios (“mediocracia”). Si en el primer caso los mass media tienen influencia y podrían constituir incluso un sólido soporte de la democracia representativa; en el segundo son actores que, directamente, ejercen el poder. A ello se añade otro fenómeno estrechamente vinculado y que tiene que ver con el debate público: la relevancia de la “opinión pública “que, en versión mediófoba, se trastorna en un imperio de los sondeos (“sondearquía”); y, en mirada mediófila, ha llevado a plantear la idea de una “democracia del público” (“de audiencia”). El conjunto de todos estos fenómenos configuraría la llamada democracia mediática.
Ahora bien, si se asume como ejes analíticos las dos funciones principales de los mass media que se han considerado: la mediatización y la construcción de agenda, se podria plantear una clasificación de los “tipos de democracia” supuestamente producidos a partir de la influencia de la comunicación política en la forma de gobierno: democracia representativa y la democracia mediática
En aquélla permanece vigente (lo que no significa que no pueda estar en situación de crisis) el principio de representación política y se reconoce en la participación política (el derecho a decidir, a elegir y a oponerse bajo el principio de la mayoría, y cuya máxima expresión es el acto del voto) el canal fundamental para la expresión de preferencias en el marco del debate público y propuestas de gobierno. Y los partidos políticos desempeñan un papel central en la agregación y representación de intereses. En la democracia mediática, en cambio, el principio de mediación dominante es la mediatización (“gobierno de los medios”, en versión mediófoba; democracia centrada en los medios, en mirada mediófila); en tanto que el debate público se verifica centralmente bajo el influjo cotidiano de la agenda mediática y cuya expresión máxima son los sondeos de opinión amplificados/manejados por los medios (“tiranía de los sondeos”, para los mediófobos; “democracia de audiencia”, para los mediófilos). El protagonismo político lo tienen los mass media y los periodistas.
Ahora bien, ¿qué es lo constitutivo, lo propio, del nuevo tipo de democracia? Al parecer, además de un conjunto de aspectos que tienen relación con los mecanismos (sobre todo en materia de opción electoral) de la representación política, es posible identificar cuatro troncos:
a) El dominio del espacio público por una nueva élite: política y mediática (diferente de los notables del Parlamentarismo, y de los activistas y funcionarios de la Democracia de partidos), que personaliza la relación representativa al mismo tiempo que amplía la brecha entre gobernantes y gobernados.
b) La elección inducida por “la imagen” y la autonomía parcial de losrepresentantes, en un escenario político en el cual el electorado (la ciudadanía) participa reactivamente (“como una audiencia que responde a los términos que se le presentan”).
c) La no necesaria coincidencia entre la expresión electoral y la percepción (noelectoral) de los asuntos y temas públicos, lo que tiene que ver con la proliferación de sondeos de opinión
y sus efectos en la reducción de los costes, y consiguiente facilitación, de la expresión política individual.
d) La presencia de un nuevo protagonista en la discusión pública: el “votante flotante” (el debate ya no se limita al Parlamento ni a los operadores de los partidos), y la centralidad de un nuevo foro: los medios de comunicación.
DE LA ESPECTACULARIZACIÓN AL PERIODISMO CÍVICO
DR. JOSÉ CARLOS LOZANO RENDÓN
Son muchas las evidencias de que el periodismo, en particular el político, está en graves problemas. Fuera de una minoría, los distintos segmentos de las audiencias se han alejado de los informativos y de las secciones de noticias "duras" de los periódicos para refugiarse en el entretenimiento y la ficción.
En un afán de recuperar los niveles perdidos de audiencia, los noticiarios televisivos han creado el género de info-entretenimiento. Tomando prestado del lenguaje cinematográfico y del televisivo de ficción, tomas dramáticas, efectos especiales, ediciones vertiginosas, cámaras lentas, musicalización y ángulos narrativos derivados del melodrama o la comedia, los productores han empaquetado la noticia con moños y papel de fiesta y de tragedia.
Las fórmulas narrativas del melodrama televisivo, los efectos especiales del cine de acción, los movimientos de cámara que en la ficción hacen reír, llorar o estremecer a las audiencias son retomadas por los informativos en detrimento de la seriedad, la objetividad y el profesionalismo
El drama humano pasa a un segundo plano y en primero queda la pugna frontal de los conductores y las televisoras por ganar exclusivas, generar pasiones e incrementar los ratings.
EL FENÓMENO DE LA NORMALIZACIÓN
Entre las fórmulas más engañosas y controversiales importadas de la ficción se encuentra el fenómeno denominado "normalización". En las películas de Hollywood y en las series comerciales de policías y detectives se plantean los más complejos problemas políticos y sociales, las más terribles amenazas, los actos más violentos, los desafíos más duros. todo se resuelve mágica y maravillosamente al final, se consigue el esperado "happy ending" y la gente queda contenta y satisfecha por la vuelta a la "normalidad" conseguida por el héroe o la heroína.
El periodismo contemporáneo que le apuesta al info-entretenimiento se ha traído a la cobertura de la política esta fórmula de normalización y se la ha impuesto tanto a sus fuentes informativas como a sus lectores o televidentes. Ante la denuncia de profundos problemas estructurales de corrupción, de crisis económica, de narcotráfico o discriminación, los periodistas buscan en los políticos, en los candidatos electorales, en los funcionarios del gobierno las respuestas rápidas y fáciles, las soluciones radicales y definitivas en soundbytes de ocho segundos.
Los públicos, ávidos de mejoras en sus condiciones de vida y entrenados por la ficción para esperar soluciones definitivas cuando los "héroes" o "heroínas" ponen manos a la obra, terminan profundamente decepcionados al advertir tiempo después que nada fue resuelto y que todo siguió igual.
LA VIDA POLÍTICA COMO ESPECTÁCULO
Uno de los rasgos más claros de esta espectacularización de la información es la tendencia de cubrir tanto la vida política del país y los actos de gobierno y las reacciones de la oposición como las campañas electorales, desde la óptica de competencias deportivas o carreras de caballos ("horseraces") que desplazan el perfil ideológico y de fondo de los funcionarios o candidatos para presentarlos como rivales enfrascados en una lucha individual de personalidades, carismas y habilidades verbales para criticar y descalificar al adversario.
LOS ELEMENTOS DE LA ESPECTACULARIZACIÓN
Personalización. Se refiere al acento en los individuos, a la lucha entre personalidades públicas, lo cual ocasiona una descontextualización de los problemas y el ocultamiento de fenómenos estructurales.
Los medios informativos terminan por plantear un escenario donde el énfasis se encuentra en la competencia entre hombres, equipos, personalidades y no en planes de gobierno, actos o propuestas concretas o posiciones ideológicas y partidistas. Adicionalmente a la cobertura de los funcionarios y los candidatos en los telediarios se da simultáneamente un énfasis en los sondeos de opinión como instrumentos fundamentales para representar en los medios la competencia entre ellos, la llamada "carrera de caballos".
Dramatización. Se refiere al tratamiento de la política como espectáculo o competición deportiva, apelando a las emociones y no la razón. Los candidatos, de esta forma, planean actividades pensadas específicamente para los medios, los llamados "pseudoeventos", ya que no existirían sin la presencia de los reporteros y las cámaras de televisión. También aceptan participar en programas cómicos o de variedades, con tal de llegar al público televisivo, aceptando las reglas del juego impuestas por esos géneros y sus productores.
Fragmentación. Consiste en la presentación de hechos y asuntos en forma de "información cápsula" ("sound bites" en su término en inglés), acorde al ritmo rápido exigido por los medios audiovisuales. Al igual que la personalización, esta característica genera descontextualización y falta de visión integral y estructural de los problemas, propiciando un énfasis en los "eventos", no en los "procesos".
MATICES Y DESAFÍOS
Desafíos del periodismo audiovisual (e impreso) contemporáneo:
El papel de la prensa y los telediarios frente a Internet y frente al éxito de los programas de ficción no debe ser ni simplificar y dramatizar ni trivializar. deben proveer algo que la premura del tiempo y la dispersión congénita impide proporcionar sobre todo a Internet: el análisis y la contextualización de los acontecimientos.
Uno de los ángulos más eficaces y más urgentes en la información política nacional o local es el de la utilidad social práctica para los lectores. busca proporcionar a las audiencias datos, pistas, consejos y explicaciones que les permitan realmente tomar decisiones personales y que les reditúe un beneficio concreto en su vida diaria, ej.: Si hay violencia urbana por pandillas o narcotráfico, buscar brindar información específica sobre maneras de protegerse y evitar riesgos, dónde, cómo y con quién hacer las denuncias, cómo se puede participar en comités vecinales o de seguridad, qué requisitos legales existen para cerrar accesos a las zonas residenciales, cómo contratar seguridad privada para zonas residenciales, qué tipo de legislación hay que proponer para atacar el problema de fondo, etc.
Hay que dar mayor atención e importancia a la sociedad civil. La prensa debe verse a sí misma como un foro para la expresión de los intereses ciudadanos. Debe alimentar la ciudadanía, cubrir múltiples perspectivas, reportar sobre temas que afectan a una amplia diversidad de públicos y facilitar el diálogo cívico y la participación ciudadana
Los periodistas, basados en su experiencia, creen saber qué le interesa a sus lectores, televidentes o radioescuchas y qué no. Las empresas de medios deben realizar estudios periódicos que les permitan detectar qué piensan sus públicos de cada una de las secciones, ángulos, estilos de redacción y diseños y, más importante aún, qué sienten que le falta en cuanto a contenidos o enfoques para que les sea más relevante o útil.
CONCLUSIÓN
El periodismo, en particular el político, no está sirviendo actualmente para lo que ha sido su misión fundamental: proporcionar información y análisis a los ciudadanos para que estos conozcan lo que ocurre en su entorno y sepan cómo reaccionar adecuadamente a ello.
El periodismo, ya sea el electrónico o el impreso deberían prestar menos atención a los poderes de la política y el mercado, a las celebridades y los actores de la élite y voltear la mirada hacia donde está la fuente de su legitimidad y su verdadera audiencia: la sociedad civil.
JOSÉ LUIS EXENI R.
Información como Cuarto Poder. Idea de que el periodismo es el “Cuarto Poder” del Estado. La metáfora de la comunicación mediatizada como “Cuarto Poder” es tan atractiva como perversa.
Atractiva: porque implica erigir a los medios, principalmente en su práctica periodística, en una suerte de contrapoder; actores-poder con capacidad e instrumentos para oponerse a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, controlar su actividad y decisiones, y defender-representar a la sociedad frente al Estado.
Perversa: porque quienes más se benefician de ella son los propietarios y editores de los medios informativos (que asumen una posición de privilegio), los periodistas (que adquieren relevancia pública con carta de inmunidad) y el poder político (que legitima así su obsesión por controlar dicho poder)
En ambos sentidos, entre beneficios y peligros, el público (la sociedad) es el eslabón ausente, simple mirón –el “gran marginado”–, de las pugnas/componendas entre los poderes políticos y empresarial informativo.
En todo caso, más allá de que los medios de comunicación masiva sean o no un poder (cuarto, segundo, ninguno), es importante señalar que estas diferencias de perspectiva tienen consecuencias analíticas a la hora de abordar la relación entre comunicación mediatizada y sistema político. Así, en esa dirección, es posible distinguir tres niveles:
a) Uso de los medios (información instrumento): la información es concebida como un instrumento del poder (o directamente se dice que “información es poder”).Supone una competencia por la posesión de información.
b) Efectos de los medios (información influencia): los mass media tienen la capacidad de influir en las acciones y decisiones del poder político, lo que está en relación con las diferentes versiones acerca de los efectos mediáticos.
c) Gobierno de los medios (información contra-poder): los medios son un (contra) poder político o estatal, lo cual conduce a pensar en un supuesto orden político en el cual los actores mediáticos se ocuparían del ejercicio del poder.
COMUNICACIÓN POLÍTICA: INVENTARIO
¿A qué nos referimos cuando hablamos de comunicación política?
Simplificando en extremo se podría decir que las concepciones acerca de la comunicación política se desenvuelven entre una mirada o bien genérica o bien restringida de su ámbito de acción:
1) versión genérica: comunicación política es toda comunicación que se relaciona con / influye en / tiene por objeto / la política.
2) versión restringida: supone criterios analíticos para abordar la comunicación política:
a) Por su sujeto: enfatiza la presencia-interacción de actores que se ocupan de la comunicación política. Si bien la visión más difundida apunta a la lógica del triángulo de actores, parece haber un monopolio de la comunicación política por los operadores políticos y mediáticos, con exclusión del actor social (el público).
b) Por su objeto: Se ocupa del intercambio de símbolos (discursos, mensajes, información), la función de intermediación y la construcción de agenda. Tales propósitos suponen la utilización de instrumentos que los hagan posibles
.c) Por su ámbito comunicativo: Se ubica ya sea en el interior del sistema político, en la relación entre éste y los medios de comunicación, en los nexos entre sistema político y sociedad civil, o en el ámbito más amplio del espacio público.
Interesa señalar, más bien, que pueden identificarse dos tendencias contrapuestas en la concepción de la comunicación política: mediófoba (en la lógica de “la tiranía” de los medios sobre la política) mediófila (en sentido de “las bondades” de los mass media para la política).
¿Cómo se diferencian los que tienen aversión a los medios (“mediófobos”) versus quienes les demuestran afición (“mediófilos”)? ¿Qué caracteriza cada una de estasconcepciones de la acción de los medios y sus efectos sobre la política y el gobierno? Quizás lo más importante radique en que los primeros, que anuncian la inminencia del poder de los medios (“mediocracia”), plantean escenarios catastrofistas acerca del futuro de la política y de la democracia: la mediatización “digiere” (o al menos degrada) a la primera y sustituye (o al menos contrae) a la segunda. En esta visión, los medios subordinan al sistema político (si es que directamente no lo destruyen). Por su parte, los segundos, que conciben a los medios de comunicación como los “democratizadores” por excelencia del poder (democracia centrada en los medios), proponen escenarios renovados acerca de la acción política y la participación democrática: la mediatización es la condición de (o al menos facilita) aquélla y hace posible (o al menos amplía) ésta. En esta visión, si bien los medios tienen un lugar central en las sociedades modernas, no sustituyen al sistema político: “le permiten existir”.
En todo caso, resulta incuestionable que la acción de los medios está acentuando la transformación de la política –desfigurándola– en, al menos, tres direcciones :
a) Su personalización: la política, más que terreno de los partidos o de la sociedad, aparece como un escenario de pugna entre personajes o, mejor, entre sus imágenes en cuya creación (o destrucción) tienen mucho que ver los medios. En tal lógica, es más decisiva la identificación afectiva con el personaje que el compromiso político con la ideología, o programa, que aquél representa.
b) Su espectacularización: la acción mediática (sobre todo a través de la“videopolítica”) conduce a la política, y sobre todo a los procesos electorales, al terreno del espectáculo, donde importan más las imágenes que las ideas, más las emociones que la razón, menos los programas políticos que las consignas, menos los argumentos que las “grandes verdades”, mas el cómo se dice que el qué se dice...
c) Su sustitución: “el mediador, el comunicador, acaba suplantando al político”, no sólo en términos de que el periodista o el líder de opinión mediática lleguen a tener más credibilidad e influencia que un legislador, sino en otro sentido más profundo: “el político va interiorizando la función comunicativa hasta vivir de la imagen que proyecta más que de las ideas u objetivos del partido querepresenta”. La videopolítica sustituye a la política tanto como el consumidor (televidente) desplaza al ciudadano
Hay un criterio de distinción que permite discriminar posibilidades de influencia de la comunicación mediatizada en el terreno de la política. Esa distinción tiene que ver con el nivel de institucionalización tanto del complejo mediático como de los sistemas político y de partidos en una Nación-Estado determinada. El nivel desinstitucionalización puede definirse de acuerdo a los siguientes cuatro criterios:
a) Adaptabilidad-Rigidez: Cuanto más adaptables y menos rígidos son las organizaciones y procedimientos, mayor es la institucionalización; y viceversa.
b) Complejidad-Simplicidad: Cuanto más compleja es una organización más elevado es su nivel institucional; y cuanto más simple, menos institucionalizada.
c) Autonomía-Subordinación: La institucionalización puede ser evaluada también por la medida en que las organizaciones y procedimientos políticos existen con independencia de otros agrupamientos y métodos de conducta sociales.
d) Coherencia-Desunión: Una organización está más o menos institucionalizada en proporción directa con su grado de unificación y coherencia.
Hay que convenir en que las organizaciones y los procedimientos (tanto políticos como informativos) que sean más adaptables, complejos, autónomos y coherentes, tendrán un mayor nivel de institucionalización que aquellos otros que sean más rígidos, simples, subordinados y desunidos. Lo relevante es que el escenario deseable será aquél en el cual la relación entre lacomunicación mediatizada y el sistema político y de partidos esté fuertementeinstitucionalizada, lo cual supone el fortalecimiento de cada una de las partes (aunque es pertinente pensar, paradójicamente, en que la combinación de un sistema político y de partidos consolidado, y un complejo mediático fuerte, puede generar escenarios debilitados en el campo de la comunicación política). El terreno más pantanoso, claro, será el marcado por la debilidad organizacional y la ausencia de reglas y procedimientos. En todo caso, al parecer la comunicación política circula predominantemente en los otros dos escenarios, con base en el conflicto o en la negociación entre múltiples actores políticos y mediáticos concretos en situaciones determinadas.
ACTORES: JUEGO A DOS BANDAS
Hace referencia a un fenómeno que tiene mucho que ver con la comunicación política: la doble transición: por una parte, desde los medios al terreno de la política; y, por otra, del escenario político a la comunicación mediatizada. Estas transformaciones se estarían produciendo en las siguientes dos direcciones:
a) Del testigo informativo al protagonista político: Supone que los medios de comunicación en general y los periodistas en particular han dejado de ser testigos y sólo mediadores y difusores de la información, para convertirse en escenario de la acción política (la arena en la cual ésta tiene lugar); y luego se han asumido como actores de la política, ya sea mimetizados en su función periodística, asumiendo el papel de “líderes de opinión” o directamente convertidos en dirigentes de partidos políticos y candidatos a puestos de gobierno y derepresentación
. b) Del político profesional al “comunicador” permanente: Implica que los partidos en general y los políticos en particular no sólo limitan su acción al sistema político, ya sea en la representación y agregación de intereses o en la función pública, sino que asumen una especie de obsesión por su imagen mediática, convirtiéndose en “productos envasados” de difusión; para luego transitar hacia el terreno específico de la comunicación mediatizada, yamimetizados en el rol de “comunicadores”, ya directamente convertidos endirectores de medios de comunicación o, lo que ocurre cada vez con más frecuencia, en propietarios de empresas informativas.
Y es que hablar de los actores de la comunicación política nos conduce, casi sin remedio, al modelo del triple actor.
Pero, ¿en qué consiste tal esquema triangular? ¿Cuáles son sus actores principales y cómo se relacionan? Hay claridad en la ubicación de los tres grandes bloques de acción: político, mediático y ciudadano; pero no puede decirse lo mismo respecto a la identificación de sus actores específicos.
Como puede verse, la relación entre los actores –en el terreno de la comunicación política– se desarrolla en, al menos, tres niveles diferentes pero inseparables. A nivel individual diremos que interactúan políticos, periodistas y consumidores (de políticas públicas y de información mediática). A otro nivel (de las organizaciones), tendremos el encuentro entre partidos políticos, medios de comunicación masiva y sociedad civil. Y en el tercer ámbito, pensando en una Nación-Estado, se desplegará la relación entre el sistema político/Estado y la estructura social (los públicos), intermediada por el aparato de mediatización (conjunto de mass media).
Así se identifican los tres bloques de actores de la comunicación política (y a reserva de un análisis específico de sus relaciones y motivaciones), si bien aparentemente es más adecuado pensar en una mirada que no pierda de vista la triangulación de actores, podría ser de mayor utilidad analítica avanzar en la identificación de vínculos duales entre ellos (bajo el principio del tercero excluido o, en discordia). En ese horizonte, se identifican tres relaciones bipolares:
a) De los medios con el público: frente al sistema político.
b) Del público con los políticos: ante los mass media.
c) De los políticos con los periodistas: frente al público (o por el apoyo de éste).
Si se asume que la comunicación política se desenvuelve centralmente en la interacción entre actores del sistema político y del conjunto de mass media (los cuales podemos representar en la vinculación entre políticos y periodistas), es pertinente plantear algunas consideraciones sobre las modalidades que adoptan tales relaciones. Pueden identificarse tres tácticas y estrategias diferenciadas de vinculación entre políticos y periodistas, que tienen que ver con propósitos comunes como la fijación, control einterpretación de la agenda pública, la representación de intereses y canalización dedemandas ciudadanas, y la pugna por el reconocimiento y atención del público(consumidor). Tales estrategias, prácticas frecuentes –concebidas en clave de modelos de análisis–, son las siguientes:
1. Táctica de rivalidad, estrategia de competencia: modelo del conflicto:
En una relación marcada por la desconfianza y el conflicto, políticos y periodistas se asumen como rivales el uno del otro, adoptando una estrategia de competencia cuando no de franco antagonismo.
En este modelo cabe la figura del periodismo de investigación en su función de control y en el papel de "perro guardián" frente a los abusos del poder.
. El periodista, más que informador, es una especie de “vanguardia” opositora frente al régimen de gobierno o incluso contraria al sistema. El poder político, en contrapartida, intenta desarrollar mecanismos y medidas “duras” de control sobre los medios de comunicación, así como neutralizar o acaso cooptar a los medios y periodistas que le son adversos
2. Táctica de intercambio, estrategia de cooperación: modelo de mutuadependencia:
El elemento que caracteriza esta relación es la mutua dependencia entre políticos y periodistas en el escenario de la comunicación política. Tanto es así que se ha llegado a plantear que la producción de información política es una labor conjunta de ambos actores. Estamos ante una estrategia de cooperación que determina las relaciones de las partes, las cuales ejercitan continuamente prácticas de intercambio (tales como el anonimato de las fuentes informativas, el secreto profesional, las filtraciones interesadas, el off the record, el embargo de la información, el aparato de fuentes oficiales, entre otras)
3. Táctica de complicidad, estrategia de colusión: modelo de alianzas:
Este modelo sostiene que no sólo hay competencia y colaboración entre políticos y periodistas, sino también algo así como relaciones de complicidad entre ambos.
Es decir, en palabras de Muraro (1997: pp. 75-77), estamos ante “relaciones de intercambio cruzadas entre ellos, de alianzas de un grupo político y un medio en perjuicio de otros grupos políticos y otros medios". En este caso es pertinente hablar de un modelo transaccional, definido por el entrecruzamiento de actores en función a determinados hechos.
¿REPRESENTACIÓN VERSUS MEDIATIZACIÓN?
La mediatización hace referencia al hecho de recurrir a los mass media como canales de difusión.
En ese escenario de “presencia imperial de la mediatización” pueden identificarse, al menos, tres tendencias:
a) La relación actores (individuales y sociales) - sistema político pasa cada vez más por los medios masivos (mediatización), a costa de otras instancias de intermediación como los partidos políticos y las organizaciones sociales.
b) La relación medios - instituciones políticas tiende a monopolizar el escenario de la comunicación política (y en especial los canales de expresión), provocando la sistemática exclusión de los actores sociales.
c) Los interlocutores predominantes del sistema político se asumen cada vez máscomo consumidores (en el mercado) y como receptores (de la agendamediática), antes que como ciudadanos.
En ese marco, la cuestión que se debería abordar es si la mediatización está actuando como síntoma o detonante (o ambos a la vez) de la supuesta crisis del principio de representación política, y qué implicaciones tiene esto para las instituciones de la democracia y el desempeño de sus actores.
Y en esta cuestión, también, se distinguen dos visiones contrapuestas. Los“mediófobos” dirán que no sólo es evidente que la intermediación tiende a reducirse a la mediatización, sino que ésta, a su vez, está desplazando a la representación política (diagnosticada en estado de agonía terminal). Por su parte, los “mediófilos” insistirán en que la acción de los medios no sólo facilita la representación política, sino que, incluso, la hace posible. Aquéllos llegarán al extremo de plantear que la “mediocracia” (esto es: el gobierno de los medios) tiende a sustituir a la democracia representativa. Estos, en tanto, afirmarán que los medios de comunicación son la garantía de una “auténtica democracia” (entendiendo por “auténtica” una supuesta “participación” casi siempre expresada en y por los propios mass media, estrechamente relacionados con sondeos de opinión)
En ese horizonte, varias concepciones intermedias resultan más útiles para el análisis.
El comunicólogo colombiano Jesús Martín Barbero fundamenta la idea de que “lo que estamos viviendo no es la disolución de la política (representativa), sino la reconfiguración de las mediaciones”.Es decir, lamediatización no desplaza ni simplemente viabiliza a la representación política: reconfigura, reconstruye, las intermediaciones.
Por su parte, Alain Touraine sostiene que “los problemas de la comunicación política [en este caso, la mediatización] hay que ubicarlos históricamente en la crisis de la representación política; con más precisión, en la crisis de la política como representación”. Es decir, más que desplazamiento de la representación política por la mediatización, habría una suerte de división de funciones: ésta llega donde aquélla anda ausente.
Finalmente, una tercera mirada pone énfasis en los efectos que provoca lamediatización en la construcción discursiva de la política. Bretton por ejemplo, sostiene que la comunicación mediatizada genera un "filtrado del discurso político". Hay un incremento del poder de los intermediarios mediáticos que se interponen entre la palabra política y el público a la que está destinada. La mediatización “extiende su influencia, aguas arriba, sobre las condiciones en las que se ejerce la argumentación política y sobre las modalidades de formación de las ideas políticas”
Así las cosas, se propondrá una aproximación analítica que permita ubicar con mayor precisión la interrelación entre la mediatización y la representación política. Para el efecto –y asumiendo que la democracia moderna no puede ser, sino, representativa–, es necesario distinguir tres perspectivas teóricas para comprender la representación:
a) La representación como delegación: dimensión jurídica. El representante es concebido como un ejecutor de las “instrucciones” que los representados le imparten. En esta concepción, las elecciones sirven para escoger buenaspolíticas o a representantes que traen buenas políticas.
b) La representación como rendimiento de cuentas (responsabilidad): dimensión política. El representante tiene una posición de autonomía y supuestamente la única guía para su acción es el “interés” de los representados como es percibido por él. En esta visión, las elecciones permiten reclamarles a los representantes sus acciones del pasado
c) La representación como representatividad (semejanza o similitud): dimensiónsociológica. El representante es “representativo de” si personifica algunascaracterísticas esenciales de quienes son por él representados. En esta perspectiva, las elecciones buscan que el organismo representativo reproduzca fielmente las características del cuerpo político (representantes).
¿Cómo influye la acción de los medios en cada uno de estos modelos derepresentación? ¿De qué forma la mediatización de lo político “desplaza” o tiende a “sustituir” a la representación como delegación, como rendimiento de cuentas y como representatividad?
En síntesis: en la representación en su dimensión delegativa, la acción de los medios se limitaría a la sola intermediación informativa; en la representación en su dimensión de accountability,los medios estarían transformando los mecanismos de control de larepresentación y de la exposición pública del poder político; y en la representación en su dimensión representativa, la comunicación mediatizada estaría disputando la expresión y creación de identidades simbólicas de los representantes (las formas de representación que hoy “múltiples actores reclaman desde la plaza pero que sólo pareciera realizarse desde la platea”
LA AGENDA: ESE OBJETO DEL DESEO
La teoría de la agenda-setting propone el principio según el cual los mass media estarían interviniendo en la configuración de agenda. ¿Qué plantea esta visión?
– En su versión original: "puede ser que la prensa (los medios informativos) no tenga mucho éxito en indicar a la gente qué pensar, pero tiene un éxito sorprendente en decirles a sus lectores sobre qué pensar..." (Bernard Cohen).
– En su versión ampliada:"La agenda-setting es un proceso que puede afectar tanto a los temas en que pensamos como en la forma en que pensamos en ellos"
¿A qué nos referimos cuando decimos agenda? ¿Cuál es su carácter particular en relación con los mass media?
Una definición básica nos dirá que se trata del “establecimiento del orden del día de los asuntos públicos”; o, en otras palabras, la selección de una “lista jerarquizada de temas de preocupación”
La función de agenda tiene que ver con el proceso permanente y continuo a través del cual los medios de comunicación seleccionan/construyen un conjunto de hechos o temas para otorgarles tratamiento noticioso-informativo y, en esa dinámica, establecen un criterio de importancia de los asuntos considerados como públicos, los cuales tienden a influir tanto en el sistema político como en el llamado “clima de opinión pública”.
La primera tarea de la fijación de agenda, la más evidente, consiste en el proceso de selección/construcción temática mediante el cual se incluyen tanto como se excluyen un conjunto de asuntos para su tratamiento informativo. Hay aquí, pues, un criterio de inclusión/exclusión.
La siguiente tarea tiene que ver con las dinámicas y mecanismos de jerarquización de los temas incluidos en la agenda. Estamos, entonces, ante una labor de ordenamiento jerárquico en razón de la trascendencia asignada a cada tema.
Por último, ya seleccionados/construidos los temas de la agenda, y establecida su importancia relativa, la siguiente tarea radica en su formalización pertinente para, en el horizonte de los mass media, proceder a su difusión. Es decir: se trata de establecer la forma en la que las versiones de los hechos serán presentadas e interpretadas informativamente.
Y si hablamos de influencia, debemos considerar la cuestión de cuáles son los efectos de la agenda, ya habiendo concedido que ciertamente los tiene. La función de agenda influirá de distintos modos dependiendo de si el asunto tratado genera atención e incentiva al público, y si es de mayor o menor (des)conocimiento para los perceptores. Pero hay un conjunto de otros factores que tienen que ver con esta cuestión, entre otros: el tipo de medio que participa en la formación de la agenda, la relevancia de la comunicación informal (no mediatizada), el tiempo de exposición tanto de un tema como del público en los medios (temporalidad), la proximidad geográfica del hecho abordado informativamente, la predisposición e involucramiento de las personas en los temas, la concordancia de distintos medios en los mismos asuntos, los rasgos culturales de la audiencia, la credibilidad de la fuente, la naturaleza de los temas y la posibilidad de participación en el diálogo informativo .
¿Qué tipos de agenda es posible identificar? Con Monzón se dice que existen básicamente cinco niveles de análisis en relación a la agenda:
Intrapersonal (individual issue salience): conjunto de conocimientos públicos que retiene un (o cada) individuo.
Interpersonal (perceived issue salience): consecuencia de la interacción y el diálogo entre las personas, así como de la percepción sobre cada uno de los temas que pueden interesar a los demás
De los medios (media agenda): conjunto de temas periodísticos que están presentes en los medios durante un tiempo determinado.
Político-institucional (policy agenda): conjunto de temas que preocupan mayoritariamente a cualquier institución [el sistema político en su conjunto] y que tiene presente en relación a sus intereses y toma de decisiones.
Pública (community issue salience): conjunto de temas que el público considera de dominio común, de referencia pública o que reflejan los distintos estados de opinión pública
En la comunicación política el análisis se concentra en la interrelación entre tres de las cinco agendas: la político-institucional, la mediática y la pública.
Ahora bien, ¿cómo se construye la agenda mediática? “¿Quién fija la agenda de los fijadores de agenda?” ¿Hasta qué punto los temas principales de las noticias son iniciadas por políticos, ciudadanos o por periodistas? Varios estudios han intentado dar cuenta delcomplejo proceso de formación de la agenda de los medios, y han identificado un conjunto de factores que intervienen en el mismo. Así, por ejemplo, Semetko identifica una serie de influencias que determinan cuánta discrecionalidad tienen tanto los periodistas como los políticos al fijar las agendas (fundamentalmente las de las campañaselectorales):
nivel macrosistema: el grado de competitividad en la red de los medios, la fuerza del sistema de partidos políticos, y la cultura política y periodística. A
nivel microsistema: las ideologías profesionales de los periodistas, su interpretación del papel que desempeñan y la norma de objetividad prevaleciente. Donsbach) hila un poco más fino y sostiene que también influyen en la elección de noticias (esto es, en la agenda de los medios) las condiciones previas institucionales de cada medio (tendencias, relaciones de poder dentro de la redacción, actitud política de base e intereses creados de un medio en un conflicto determinado, y las metas institucionales).
Pero quizá resulte pertinente indagar el papel central que desempeñan quienes están más estrechamente relacionados con la agenda noticiosa de los medios: los periodistas. El ya citado Donsbach precisa que si bien los periodistas ocupan un lugar clave a la hora de "tomar decisiones selectivas", no son agentes independientes, sino que están condicionados por varias influencias (a modo de filtros selectores, inductores de decisión): cualidades personales del periodista, cualidades de la profesión en sí, características de la institución de los medios y características de la sociedad en su totalidad.
Como puede verse, la “formación” de agenda no es una cuestión de simple selección/ocultamiento/manipulación de temas, sujeta a la voluntad, pasión o imposición de algunos operadores mediáticos; antes bien, en el terreno de la comunicación política, el establecimiento de temas públicos supone, además de las ya expuestas condiciones e influencias inherentes a los medios y los periodistas, un complejo y permanente proceso de construcción –con intervención de elementos externos al complejo mediático– en el que interactúan no sólo diversos y múltiples actores (incluyendo los públicos especializados),sino también distintas visiones acerca de un conjunto de problemas y la forma desolucionarlos o, al menos, darles cauce en el espacio público.
La construcción de la agenda sería el producto permanente y cambiante de una especie de pugna de intereses en el que intervienen un conjunto de actores con distintas capacidades y posibilidades para imponer sus prioridades (problemáticas), sus temas (endemanda de atención) sus enfoques (de sentido) y sus opiniones (sobre los temas, problemas y forma de abordarlos).
Hasta aquí la cuestión relativa a la construcción de agenda que configura, junto con la función de intermediación y la interacción de actores, la base analítica para abordar la comunicación política.
ALERTA CON LA “DEMOCRACIA MEDIÁTICA”
Esto es: que la acción de los medios de comunicación masiva, en especial de latelevisión, está transformando la política y provocando alteraciones en los sistemas político y de partidos; que, como resultado del creciente protagonismo de los medios, la centralidad de la mediatización, la influencia de la agenda mediática y el papel relevante que se leotorga a la opinión pública, estaríamos asistiendo al parto de un “nuevo tipo” dedemocracia; o, peor todavía, en alusión a la importancia de la comunicación mediatizada en el ejercicio del poder, que es inminente un “gobierno de los medios” (mediocracia)
En la literatura sobre el tema, la supuesta emergencia de una democracia mediática se asume en, al menos, dos sentidos complementarios pero diferentes. Si bien ambas visiones aluden a la centralidad de la comunicación política y al papel protagónico de los medios masivos y de los actores mediáticos, se distancian a la hora de establecer la ubicación de éstos con relación al gobierno. Así, la versión que se ha llamado Mediófila hace referencia a una “democracia centrada en los medios”, con énfasis en la influencia política de la comunicación mediatizada. Es decir, sin negar la vigencia de la democraciarepresentativa, sostiene que ésta transita muy inclinada hacia (y reforzada por) el escenario y agenda mediáticos. La versión mediófoba, en cambio, plantea un “desplazamiento” desde la democracia representativa hacia un nuevo tipo, todavía difuso, de democracia; esto es, una democracia no sólo condicionada por los medios, sino un indefinible gobierno de los medios (“mediocracia”). Si en el primer caso los mass media tienen influencia y podrían constituir incluso un sólido soporte de la democracia representativa; en el segundo son actores que, directamente, ejercen el poder. A ello se añade otro fenómeno estrechamente vinculado y que tiene que ver con el debate público: la relevancia de la “opinión pública “que, en versión mediófoba, se trastorna en un imperio de los sondeos (“sondearquía”); y, en mirada mediófila, ha llevado a plantear la idea de una “democracia del público” (“de audiencia”). El conjunto de todos estos fenómenos configuraría la llamada democracia mediática.
Ahora bien, si se asume como ejes analíticos las dos funciones principales de los mass media que se han considerado: la mediatización y la construcción de agenda, se podria plantear una clasificación de los “tipos de democracia” supuestamente producidos a partir de la influencia de la comunicación política en la forma de gobierno: democracia representativa y la democracia mediática
En aquélla permanece vigente (lo que no significa que no pueda estar en situación de crisis) el principio de representación política y se reconoce en la participación política (el derecho a decidir, a elegir y a oponerse bajo el principio de la mayoría, y cuya máxima expresión es el acto del voto) el canal fundamental para la expresión de preferencias en el marco del debate público y propuestas de gobierno. Y los partidos políticos desempeñan un papel central en la agregación y representación de intereses. En la democracia mediática, en cambio, el principio de mediación dominante es la mediatización (“gobierno de los medios”, en versión mediófoba; democracia centrada en los medios, en mirada mediófila); en tanto que el debate público se verifica centralmente bajo el influjo cotidiano de la agenda mediática y cuya expresión máxima son los sondeos de opinión amplificados/manejados por los medios (“tiranía de los sondeos”, para los mediófobos; “democracia de audiencia”, para los mediófilos). El protagonismo político lo tienen los mass media y los periodistas.
Ahora bien, ¿qué es lo constitutivo, lo propio, del nuevo tipo de democracia? Al parecer, además de un conjunto de aspectos que tienen relación con los mecanismos (sobre todo en materia de opción electoral) de la representación política, es posible identificar cuatro troncos:
a) El dominio del espacio público por una nueva élite: política y mediática (diferente de los notables del Parlamentarismo, y de los activistas y funcionarios de la Democracia de partidos), que personaliza la relación representativa al mismo tiempo que amplía la brecha entre gobernantes y gobernados.
b) La elección inducida por “la imagen” y la autonomía parcial de losrepresentantes, en un escenario político en el cual el electorado (la ciudadanía) participa reactivamente (“como una audiencia que responde a los términos que se le presentan”).
c) La no necesaria coincidencia entre la expresión electoral y la percepción (noelectoral) de los asuntos y temas públicos, lo que tiene que ver con la proliferación de sondeos de opinión
y sus efectos en la reducción de los costes, y consiguiente facilitación, de la expresión política individual.
d) La presencia de un nuevo protagonista en la discusión pública: el “votante flotante” (el debate ya no se limita al Parlamento ni a los operadores de los partidos), y la centralidad de un nuevo foro: los medios de comunicación.
DE LA ESPECTACULARIZACIÓN AL PERIODISMO CÍVICO
DR. JOSÉ CARLOS LOZANO RENDÓN
Son muchas las evidencias de que el periodismo, en particular el político, está en graves problemas. Fuera de una minoría, los distintos segmentos de las audiencias se han alejado de los informativos y de las secciones de noticias "duras" de los periódicos para refugiarse en el entretenimiento y la ficción.
En un afán de recuperar los niveles perdidos de audiencia, los noticiarios televisivos han creado el género de info-entretenimiento. Tomando prestado del lenguaje cinematográfico y del televisivo de ficción, tomas dramáticas, efectos especiales, ediciones vertiginosas, cámaras lentas, musicalización y ángulos narrativos derivados del melodrama o la comedia, los productores han empaquetado la noticia con moños y papel de fiesta y de tragedia.
Las fórmulas narrativas del melodrama televisivo, los efectos especiales del cine de acción, los movimientos de cámara que en la ficción hacen reír, llorar o estremecer a las audiencias son retomadas por los informativos en detrimento de la seriedad, la objetividad y el profesionalismo
El drama humano pasa a un segundo plano y en primero queda la pugna frontal de los conductores y las televisoras por ganar exclusivas, generar pasiones e incrementar los ratings.
EL FENÓMENO DE LA NORMALIZACIÓN
Entre las fórmulas más engañosas y controversiales importadas de la ficción se encuentra el fenómeno denominado "normalización". En las películas de Hollywood y en las series comerciales de policías y detectives se plantean los más complejos problemas políticos y sociales, las más terribles amenazas, los actos más violentos, los desafíos más duros. todo se resuelve mágica y maravillosamente al final, se consigue el esperado "happy ending" y la gente queda contenta y satisfecha por la vuelta a la "normalidad" conseguida por el héroe o la heroína.
El periodismo contemporáneo que le apuesta al info-entretenimiento se ha traído a la cobertura de la política esta fórmula de normalización y se la ha impuesto tanto a sus fuentes informativas como a sus lectores o televidentes. Ante la denuncia de profundos problemas estructurales de corrupción, de crisis económica, de narcotráfico o discriminación, los periodistas buscan en los políticos, en los candidatos electorales, en los funcionarios del gobierno las respuestas rápidas y fáciles, las soluciones radicales y definitivas en soundbytes de ocho segundos.
Los públicos, ávidos de mejoras en sus condiciones de vida y entrenados por la ficción para esperar soluciones definitivas cuando los "héroes" o "heroínas" ponen manos a la obra, terminan profundamente decepcionados al advertir tiempo después que nada fue resuelto y que todo siguió igual.
LA VIDA POLÍTICA COMO ESPECTÁCULO
Uno de los rasgos más claros de esta espectacularización de la información es la tendencia de cubrir tanto la vida política del país y los actos de gobierno y las reacciones de la oposición como las campañas electorales, desde la óptica de competencias deportivas o carreras de caballos ("horseraces") que desplazan el perfil ideológico y de fondo de los funcionarios o candidatos para presentarlos como rivales enfrascados en una lucha individual de personalidades, carismas y habilidades verbales para criticar y descalificar al adversario.
LOS ELEMENTOS DE LA ESPECTACULARIZACIÓN
Personalización. Se refiere al acento en los individuos, a la lucha entre personalidades públicas, lo cual ocasiona una descontextualización de los problemas y el ocultamiento de fenómenos estructurales.
Los medios informativos terminan por plantear un escenario donde el énfasis se encuentra en la competencia entre hombres, equipos, personalidades y no en planes de gobierno, actos o propuestas concretas o posiciones ideológicas y partidistas. Adicionalmente a la cobertura de los funcionarios y los candidatos en los telediarios se da simultáneamente un énfasis en los sondeos de opinión como instrumentos fundamentales para representar en los medios la competencia entre ellos, la llamada "carrera de caballos".
Dramatización. Se refiere al tratamiento de la política como espectáculo o competición deportiva, apelando a las emociones y no la razón. Los candidatos, de esta forma, planean actividades pensadas específicamente para los medios, los llamados "pseudoeventos", ya que no existirían sin la presencia de los reporteros y las cámaras de televisión. También aceptan participar en programas cómicos o de variedades, con tal de llegar al público televisivo, aceptando las reglas del juego impuestas por esos géneros y sus productores.
Fragmentación. Consiste en la presentación de hechos y asuntos en forma de "información cápsula" ("sound bites" en su término en inglés), acorde al ritmo rápido exigido por los medios audiovisuales. Al igual que la personalización, esta característica genera descontextualización y falta de visión integral y estructural de los problemas, propiciando un énfasis en los "eventos", no en los "procesos".
MATICES Y DESAFÍOS
Desafíos del periodismo audiovisual (e impreso) contemporáneo:
El papel de la prensa y los telediarios frente a Internet y frente al éxito de los programas de ficción no debe ser ni simplificar y dramatizar ni trivializar. deben proveer algo que la premura del tiempo y la dispersión congénita impide proporcionar sobre todo a Internet: el análisis y la contextualización de los acontecimientos.
Uno de los ángulos más eficaces y más urgentes en la información política nacional o local es el de la utilidad social práctica para los lectores. busca proporcionar a las audiencias datos, pistas, consejos y explicaciones que les permitan realmente tomar decisiones personales y que les reditúe un beneficio concreto en su vida diaria, ej.: Si hay violencia urbana por pandillas o narcotráfico, buscar brindar información específica sobre maneras de protegerse y evitar riesgos, dónde, cómo y con quién hacer las denuncias, cómo se puede participar en comités vecinales o de seguridad, qué requisitos legales existen para cerrar accesos a las zonas residenciales, cómo contratar seguridad privada para zonas residenciales, qué tipo de legislación hay que proponer para atacar el problema de fondo, etc.
Hay que dar mayor atención e importancia a la sociedad civil. La prensa debe verse a sí misma como un foro para la expresión de los intereses ciudadanos. Debe alimentar la ciudadanía, cubrir múltiples perspectivas, reportar sobre temas que afectan a una amplia diversidad de públicos y facilitar el diálogo cívico y la participación ciudadana
Los periodistas, basados en su experiencia, creen saber qué le interesa a sus lectores, televidentes o radioescuchas y qué no. Las empresas de medios deben realizar estudios periódicos que les permitan detectar qué piensan sus públicos de cada una de las secciones, ángulos, estilos de redacción y diseños y, más importante aún, qué sienten que le falta en cuanto a contenidos o enfoques para que les sea más relevante o útil.
CONCLUSIÓN
El periodismo, en particular el político, no está sirviendo actualmente para lo que ha sido su misión fundamental: proporcionar información y análisis a los ciudadanos para que estos conozcan lo que ocurre en su entorno y sepan cómo reaccionar adecuadamente a ello.
El periodismo, ya sea el electrónico o el impreso deberían prestar menos atención a los poderes de la política y el mercado, a las celebridades y los actores de la élite y voltear la mirada hacia donde está la fuente de su legitimidad y su verdadera audiencia: la sociedad civil.
melanie diaz- Fecha de inscripción : 01/09/2012
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