Palabras claves
Últimos temas
Buscar
¿Quién está en línea?
En total hay 1 usuario en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 1 Invitado Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 56 durante el Sáb Oct 05, 2024 5:37 am
Trabajo Práctico N° 2. Emanuel Ragne.
Página 1 de 1.
Trabajo Práctico N° 2. Emanuel Ragne.
Ciudadanía es la condición del individuo como miembro de una comunidad política a la que está jurídicamente vinculado por el mero hecho de la pertenencia. Frente a la supuesta universalidad de los derechos fundamentales, la ciudadanía da acceso al disfrute de los derechos políticos y económicos reconocidos por la colectividad estatal a la que se adscribe el ciudadano.
Recíprocamente, no obstante, la relación entre ciudadano y Estado también implica que el primero debe cumplir con una serie de deberes morales hacia la comunidad. Esas obligaciones se concretan, según sea la concepción conservadora, liberal o socialista, subrayando respectivamente la defensa de la patria, el civismo individual o la solidaridad redistributiva.
A pesar de que, al menos en el ámbito de la Unión Europea, existe una potencial extensión supranacional de los contenidos de la ciudadanía, lo cierto es que este concepto se solapa normalmente con el de nacionalidad. No fue así en su origen clásico, cuando apareció vinculada a otros espacios como la ciudad griega o el Imperio romano y, a la vez, limitada a ciertos habitantes.
En el primer caso, frente a la gran masa de esclavos que poblaban la polis, el ciudadano era el único individuo capacitado para desarrollar una actividad política gracias a su condición familiar o económica.
En la antigua Roma, por su parte, similares motivos de nacimiento o de propiedad limitaban la ciudadanía a los individuos que gozaban de la denominada tijo nomino, consistente en el praefornen, el nornen y el cognomen. Coincidiendo con las revoluciones liberales y la creación de estados-nación, el concepto adquiere sus características modernas en contraposición a las ideas de súbdito, que es propia del absolutismo, y de extranjero.
La progresiva extensión de los derechos juridico-políticos reconocidos al ciudadano comenzó entonces, a partir de una definición muy restringida de quién conformaba la nación y tenia, pues, derecho al sufragio. Desaparecido el criterio aristocrático, la limitación censataria por razones económicas y de género fue eliminándose progresivamente durante el siglo XX y, además, se reforzó la concepción de la ciudadanía como titulo para acceder a muchas prestaciones económicas y sociales que son propias del Estado del bienestar.
Observamos principalmente tres dimensiones de la ciudadanía:
La dimensión civil: Incluye las libertades individuales de las y los ciudadanos; la libertad de expresión, de circulación, de residencia, de pensamiento y de religión, a la propiedad y a la justicia, a poseer información sobre los asuntos públicos, entre muchos otros. A esta dimensión se le conoce también como derechos civiles.
La dimensión política: Se refiere al derecho de participar en la política de la colectividad a la que se pertenezca. Esta dimensión implica la posibilidad de las personas para definir el tipo de sociedad en la que vive, conservarla o transformarla. Toda persona que posea la ciudadanía tiene derecho y obligación de elegir a sus gobernantes, de ser elegida como gobernante y de trabajar en el gobierno. A esta dimensión se le conoce también como derechos políticos, e incluye también el derecho y el deber de procurar, para sí y para los demás, el goce de estas garantías, las anteriores y las siguientes.
La dimensión social: Es la que alude a la capacidad de cada persona para tener los niveles básicos de vida, individual y colectivamente. Es decir, las y los ciudadanos tenemos derecho a contar con vivienda adecuada a nuestras necesidades; a trabajar y recibir un pago suficiente para vivir de manera digna; al descanso; acceso a obras y servicios públicos como agua potable, electricidad, seguridad; servicios de salud y de educación accesibles y de calidad, y que tomen en cuenta nuestras diferencias culturales; a la alimentación, a la ropa; espacios para recreación y entretenimiento; vivir sin violencia; un medio ambiente sano; respeto a nuestras culturas y formas de vivir; acceso a las creaciones artísticas y a los avances del conocimiento de la humanidad… entre muchos otros. A esta dimensión se le conoce también como derechos económicos, sociales y culturales.
Emanuel Ragne.
Recíprocamente, no obstante, la relación entre ciudadano y Estado también implica que el primero debe cumplir con una serie de deberes morales hacia la comunidad. Esas obligaciones se concretan, según sea la concepción conservadora, liberal o socialista, subrayando respectivamente la defensa de la patria, el civismo individual o la solidaridad redistributiva.
A pesar de que, al menos en el ámbito de la Unión Europea, existe una potencial extensión supranacional de los contenidos de la ciudadanía, lo cierto es que este concepto se solapa normalmente con el de nacionalidad. No fue así en su origen clásico, cuando apareció vinculada a otros espacios como la ciudad griega o el Imperio romano y, a la vez, limitada a ciertos habitantes.
En el primer caso, frente a la gran masa de esclavos que poblaban la polis, el ciudadano era el único individuo capacitado para desarrollar una actividad política gracias a su condición familiar o económica.
En la antigua Roma, por su parte, similares motivos de nacimiento o de propiedad limitaban la ciudadanía a los individuos que gozaban de la denominada tijo nomino, consistente en el praefornen, el nornen y el cognomen. Coincidiendo con las revoluciones liberales y la creación de estados-nación, el concepto adquiere sus características modernas en contraposición a las ideas de súbdito, que es propia del absolutismo, y de extranjero.
La progresiva extensión de los derechos juridico-políticos reconocidos al ciudadano comenzó entonces, a partir de una definición muy restringida de quién conformaba la nación y tenia, pues, derecho al sufragio. Desaparecido el criterio aristocrático, la limitación censataria por razones económicas y de género fue eliminándose progresivamente durante el siglo XX y, además, se reforzó la concepción de la ciudadanía como titulo para acceder a muchas prestaciones económicas y sociales que son propias del Estado del bienestar.
Observamos principalmente tres dimensiones de la ciudadanía:
La dimensión civil: Incluye las libertades individuales de las y los ciudadanos; la libertad de expresión, de circulación, de residencia, de pensamiento y de religión, a la propiedad y a la justicia, a poseer información sobre los asuntos públicos, entre muchos otros. A esta dimensión se le conoce también como derechos civiles.
La dimensión política: Se refiere al derecho de participar en la política de la colectividad a la que se pertenezca. Esta dimensión implica la posibilidad de las personas para definir el tipo de sociedad en la que vive, conservarla o transformarla. Toda persona que posea la ciudadanía tiene derecho y obligación de elegir a sus gobernantes, de ser elegida como gobernante y de trabajar en el gobierno. A esta dimensión se le conoce también como derechos políticos, e incluye también el derecho y el deber de procurar, para sí y para los demás, el goce de estas garantías, las anteriores y las siguientes.
La dimensión social: Es la que alude a la capacidad de cada persona para tener los niveles básicos de vida, individual y colectivamente. Es decir, las y los ciudadanos tenemos derecho a contar con vivienda adecuada a nuestras necesidades; a trabajar y recibir un pago suficiente para vivir de manera digna; al descanso; acceso a obras y servicios públicos como agua potable, electricidad, seguridad; servicios de salud y de educación accesibles y de calidad, y que tomen en cuenta nuestras diferencias culturales; a la alimentación, a la ropa; espacios para recreación y entretenimiento; vivir sin violencia; un medio ambiente sano; respeto a nuestras culturas y formas de vivir; acceso a las creaciones artísticas y a los avances del conocimiento de la humanidad… entre muchos otros. A esta dimensión se le conoce también como derechos económicos, sociales y culturales.
Emanuel Ragne.
emanuelr- Fecha de inscripción : 02/09/2012
Temas similares
» Trabajo n° 3. Emanuel Ragne.
» Trabajo N° 5 - Emanuel Ragne.
» [TP N° 1] Trabajo N° 1. Emanuel Ragne.
» Trabajo 4. Emanuel Ragne.
» Trabajo Practico Nº 1
» Trabajo N° 5 - Emanuel Ragne.
» [TP N° 1] Trabajo N° 1. Emanuel Ragne.
» Trabajo 4. Emanuel Ragne.
» Trabajo Practico Nº 1
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Nov 21, 2012 12:47 am por graciela gomez
» TRABAJO PRACTICO 6
Lun Nov 19, 2012 11:12 pm por graciela gomez
» TRABAJO PRACTICO 4
Lun Nov 19, 2012 11:00 pm por graciela gomez
» TRABAJO PRACTICO N°5
Sáb Nov 17, 2012 8:05 pm por stefanis
» TRABAJO PRACTICO N° 4
Jue Nov 15, 2012 9:25 pm por Ana Olivera
» Trabajo practico N: 5
Jue Nov 15, 2012 8:51 pm por Francisco Perino
» Trabajo practico N 4: La libertad de prensa siempre amenazada
Jue Nov 15, 2012 8:48 pm por Francisco Perino
» Confianza en los medios de comunicación y desconfianza en los partidos políticos
Jue Nov 15, 2012 7:48 pm por Paula Reimondez
» Actividad nº 5:
Jue Nov 15, 2012 7:42 pm por Veronica Trucco