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(Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
2 participantes
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(Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
TRABAJO PRACTICO Nº 2:
TEMA: INSEGURIDAD
INTEGRANTES:
BURGOS, GONZALO
CORDOBA, MARIA JIMENA
GUERRERO, MARIA JULIETA
MAYO, ESTEBAN
SCARPELLO, MATIAS
TEMA: INSEGURIDAD
INTEGRANTES:
BURGOS, GONZALO
CORDOBA, MARIA JIMENA
GUERRERO, MARIA JULIETA
MAYO, ESTEBAN
SCARPELLO, MATIAS
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Última edición por juliguerrero el Mar Oct 02, 2012 3:29 pm, editado 1 vez
juliguerrero- Fecha de inscripción : 06/09/2012
Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
Medios - informacion- tasas - victimización. CLICK
mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
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Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
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mOe- Moderador
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Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
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mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
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Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
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mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
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Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
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mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
Localización : En la plaza
Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
La mayor cantidad de homicidios en la Ciudad ocurrió en la zona sur
En 2010 hubo 168 asesinatos en el área metropolitana. El 30,77% se produjo en ocasión de robo. Sólo nueve hechos fueron protagonizados por menores. Y el 60,54% de los crímenes sucedió en la calle. Caballito es el barrio más seguro.
Por:
Néstor Espósito
En la Ciudad de Buenos Aires se cometieron el año pasado 168 homicidios dolosos. El índice trepó al 5,81 por cada 100 mil habitantes, una tasa relativamente baja en comparación con otros grandes centros urbanos de la región. Los barrios del sur de la Ciudad son los más afectados y la principal razón de esos delitos es el robo, seguido por las "discusiones" y las "riñas". Pese a la repercusión que genera cada caso de un crimen cometido por un menor de edad, sólo se registraron nueve casos, dos de ellos corresponden a niños de 14 años.
"Es momento de comenzar a ocuparnos del daño real del delito y para cuantificarlo y monitorear los niveles de violencia en la sociedad hay que potenciar la investigación criminológica de campo. Nadie puede prevenir lo que desconoce, tenemos que asegurar el conocimiento y las características de la violencia social", sostuvo ayer el ministro de la Corte, Raúl Zaffaroni. Estaba acompañado de sus colegas Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Carmen Argibay, Juan Carlos Maqueda, la ministra de Seguridad, Nilda Garré, y su par de Justicia, Julio Alak. Zaffaroni presidió la ceremonia de anuncio de la digitalización de la Biblioteca Jurídica y aprovechó para presentar un trabajo recopilado por sus colaboradores. Ese "mapa del delito" refleja algunos datos reveladores.
Las comunas más peligrosas de la Capital Federal son la 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrrat y Constitución), la 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya), la 7 (Flores y Parque Chacabuco) y la 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano). Allí ocurrieron la mayor parte de los asesinatos y se registra la tasa más alta: sobre una población de 818.522 habitantes, ocurrieron 12,70 homicidios por cada 100 mil personas, contra un promedio de 3,08 en el resto de la ciudad. En esos barrios, la cantidad de homicidios cuadruplica a los demás.
Como contrapartida, Caballito aparece como el barrio más seguro.
Si bien el robo es la principal causa de los homicidios dolosos, con el 30,77%, "discusión y riña" suman un 23,08 por ciento. Curiosamente, se desconocen móviles en el 32,69% de los casos, justamente porque no fueron esclarecidos. "Violencia intrafamiliar" y "legítima defensa" motivaron cada uno el 4,81 de los asesinatos.
Los hombres son víctimas del 85,71% de los casos y victimarios en el 66,48 por ciento. Pero el dato podría estar, al menos, incompleto, ya que casi un tercio de situaciones está aún por aclararse. Las "mujeres asesinas" son apenas el 5,03% del total de casos. En cambio, son las víctimas de violencia intrafamiliar: la mitad de los crímenes que tuvieron por víctimas a mujeres se debieron a esa causa, y el 62,5 de homicidios cometidos por mujeres tuvo como disparados conflictos con sus parejas o ex parejas.
El principal instrumento en los crímenes son las armas de fuego, con un 58,49% de los registros, seguido por las "armas blancas", con el 25,16 por ciento.
El informe también derriba el tabú del delito cometido por extranjeros. Se desconoce la nacionalidad de los asesinos en el 48,07% de los episodios. Del resto, sólo el 6,63 son victimarios paraguayos. Hubo un único caso de un ciudadano boliviano y no hay peruanos sindicados como autores de homicidios dolosos. Sin embargo, casi la mitad de las víctimas son extranjeras y el 55,03, argentinas. Entre los muertos extranjeros, el 11,83 son paraguayos; el 10,65, peruanos, y a contramano de la percepción mediática sobre los casos de "mafia china", sólo el 1,18 de los asesinados son orientales.
La calle es el escenario saliente de los crímenes, con el 60,54 de los casos. El 29,25% ocurrió en el interior de las viviendas y sólo el 5,44%, en los comercios. La madrugada es el momento de mayor actividad, con el 31,45%, seguido por la noche, con el 20,13 por ciento. Los asesinos evitan la mañana, ya que sólo se registraron 11,32 homicidios en ese horario.
La mayoría de las víctimas son jóvenes: el 22,62% tiene entre 18 y 24 años; el 26,79, entre 26 y 35, y el 4,76% son menores de edad. <
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En 2010 hubo 168 asesinatos en el área metropolitana. El 30,77% se produjo en ocasión de robo. Sólo nueve hechos fueron protagonizados por menores. Y el 60,54% de los crímenes sucedió en la calle. Caballito es el barrio más seguro.
Por:
Néstor Espósito
En la Ciudad de Buenos Aires se cometieron el año pasado 168 homicidios dolosos. El índice trepó al 5,81 por cada 100 mil habitantes, una tasa relativamente baja en comparación con otros grandes centros urbanos de la región. Los barrios del sur de la Ciudad son los más afectados y la principal razón de esos delitos es el robo, seguido por las "discusiones" y las "riñas". Pese a la repercusión que genera cada caso de un crimen cometido por un menor de edad, sólo se registraron nueve casos, dos de ellos corresponden a niños de 14 años.
"Es momento de comenzar a ocuparnos del daño real del delito y para cuantificarlo y monitorear los niveles de violencia en la sociedad hay que potenciar la investigación criminológica de campo. Nadie puede prevenir lo que desconoce, tenemos que asegurar el conocimiento y las características de la violencia social", sostuvo ayer el ministro de la Corte, Raúl Zaffaroni. Estaba acompañado de sus colegas Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Carmen Argibay, Juan Carlos Maqueda, la ministra de Seguridad, Nilda Garré, y su par de Justicia, Julio Alak. Zaffaroni presidió la ceremonia de anuncio de la digitalización de la Biblioteca Jurídica y aprovechó para presentar un trabajo recopilado por sus colaboradores. Ese "mapa del delito" refleja algunos datos reveladores.
Las comunas más peligrosas de la Capital Federal son la 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrrat y Constitución), la 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya), la 7 (Flores y Parque Chacabuco) y la 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano). Allí ocurrieron la mayor parte de los asesinatos y se registra la tasa más alta: sobre una población de 818.522 habitantes, ocurrieron 12,70 homicidios por cada 100 mil personas, contra un promedio de 3,08 en el resto de la ciudad. En esos barrios, la cantidad de homicidios cuadruplica a los demás.
Como contrapartida, Caballito aparece como el barrio más seguro.
Si bien el robo es la principal causa de los homicidios dolosos, con el 30,77%, "discusión y riña" suman un 23,08 por ciento. Curiosamente, se desconocen móviles en el 32,69% de los casos, justamente porque no fueron esclarecidos. "Violencia intrafamiliar" y "legítima defensa" motivaron cada uno el 4,81 de los asesinatos.
Los hombres son víctimas del 85,71% de los casos y victimarios en el 66,48 por ciento. Pero el dato podría estar, al menos, incompleto, ya que casi un tercio de situaciones está aún por aclararse. Las "mujeres asesinas" son apenas el 5,03% del total de casos. En cambio, son las víctimas de violencia intrafamiliar: la mitad de los crímenes que tuvieron por víctimas a mujeres se debieron a esa causa, y el 62,5 de homicidios cometidos por mujeres tuvo como disparados conflictos con sus parejas o ex parejas.
El principal instrumento en los crímenes son las armas de fuego, con un 58,49% de los registros, seguido por las "armas blancas", con el 25,16 por ciento.
El informe también derriba el tabú del delito cometido por extranjeros. Se desconoce la nacionalidad de los asesinos en el 48,07% de los episodios. Del resto, sólo el 6,63 son victimarios paraguayos. Hubo un único caso de un ciudadano boliviano y no hay peruanos sindicados como autores de homicidios dolosos. Sin embargo, casi la mitad de las víctimas son extranjeras y el 55,03, argentinas. Entre los muertos extranjeros, el 11,83 son paraguayos; el 10,65, peruanos, y a contramano de la percepción mediática sobre los casos de "mafia china", sólo el 1,18 de los asesinados son orientales.
La calle es el escenario saliente de los crímenes, con el 60,54 de los casos. El 29,25% ocurrió en el interior de las viviendas y sólo el 5,44%, en los comercios. La madrugada es el momento de mayor actividad, con el 31,45%, seguido por la noche, con el 20,13 por ciento. Los asesinos evitan la mañana, ya que sólo se registraron 11,32 homicidios en ese horario.
La mayoría de las víctimas son jóvenes: el 22,62% tiene entre 18 y 24 años; el 26,79, entre 26 y 35, y el 4,76% son menores de edad. <
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mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
Localización : En la plaza
Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
Según Zaffaroni, el temor por la inseguridad es una manipulación política
Desde Chaco, el juez de la Corte informó que el homicidio en ocasión de robo es la cuarta causa de muerte en la Argentina; "La única forma de solucionar los problemas de inseguridad es a través de la prevención primaria", declaró
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Más notas para entender este tema
Conmueve el crimen de un arquitecto en Lomas de Zamora
Otro juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación volvió a cuestionar la sensación de inseguridad y la tildó de manipulación política.
Esta vez, el turno fue de Eugenio Zaffaroni, quien, desde la provincia de Chaco, señaló que el temor por la inseguridad es infundado. "La única forma de solucionar los problemas de inseguridad es a través de la prevención, lo otro es política coyuntural".
En una entrevista publicada en el diario Norte, con motivo de su visita a la localidad de Saenz Peña, el magistrado indicó que la solución a la inseguridad es la prevención primaria, que consiste en la esencia del conflicto que depende de política general de nivel de vida, al tiempo que se debe aplicar una prevención de carácter secundario que debe ser asumida por efectivos de la Policía. "Todo lo demás son inventos, mensajes o coyuntura política", agregó.
El ministro de la Corte Suprema de Justicia afirmó que existe una proyección del delito común que ha sido importada de los Estados Unidos y que tiende a mostrar como único riesgo de vida el delito callejero.
Sin embargo, aseguró que, según indican las estadísticas, la muerte en ocasión de robo aparece cuarta en la lista de causas de homicidio. En primer lugar se ubican los accidentes de tránsito; en segundo, el suicidio; en tercero, los homicidios dolosos -que en su mayoría se trata de episodios protagonizados por familiares y conocidos-, y luego, los asesinatos entre desconocidos
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Otro juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación volvió a cuestionar la sensación de inseguridad y la tildó de manipulación política.
Esta vez, el turno fue de Eugenio Zaffaroni, quien, desde la provincia de Chaco, señaló que el temor por la inseguridad es infundado. "La única forma de solucionar los problemas de inseguridad es a través de la prevención, lo otro es política coyuntural".
En una entrevista publicada en el diario Norte, con motivo de su visita a la localidad de Saenz Peña, el magistrado indicó que la solución a la inseguridad es la prevención primaria, que consiste en la esencia del conflicto que depende de política general de nivel de vida, al tiempo que se debe aplicar una prevención de carácter secundario que debe ser asumida por efectivos de la Policía. "Todo lo demás son inventos, mensajes o coyuntura política", agregó.
El ministro de la Corte Suprema de Justicia afirmó que existe una proyección del delito común que ha sido importada de los Estados Unidos y que tiende a mostrar como único riesgo de vida el delito callejero.
Sin embargo, aseguró que, según indican las estadísticas, la muerte en ocasión de robo aparece cuarta en la lista de causas de homicidio. En primer lugar se ubican los accidentes de tránsito; en segundo, el suicidio; en tercero, los homicidios dolosos -que en su mayoría se trata de episodios protagonizados por familiares y conocidos-, y luego, los asesinatos entre desconocidos
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mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
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Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
El juez de la Corte Suprema de la Nación, Eugenio Zaffaroni, cuestionó la manera en que los medios de comunicación tratan la inseguridad por hacerlo, según su opinión, a través de una estrategia que busca generar miedo.
Zaffaroni dijo ayer que la prensa “construye la realidad”. Al respecto, explicó: “A mí no me da miedo la bomba nuclear ni una epidemia, si no me entero de que existe. Tampoco me atemoriza el delito, si no lo tengo como una obsesión permanente y cotidiana”.
En este marco, el magistrado agregó: “El homicidio de hoy se repite siete veces al día y mañana 'qué lástima que no hay otro más brutal'. Y veo lo de las dos chicas de Salta todos los días y la discusión sobre si fue o no un suicidio...Por favor, les pido que informen con cuidado porque el suicidio genera imitación”.
Consultado acerca de las posibles soluciones, el jurista señaló: “Parafraseando a Perón: 'La única verdad es la realidad'. Hay que estudiar lo que pasa, analizarlo y dar la información objetiva sobre lo que pasa: si sube (el delito), si baja, qué sube, qué baja, qué índice tenemos, dónde lo tenemos, cuántos son, cómo son...”.
En este contexto, el juez reveló que, de acuerdo a un estudio realizado por la Corte Suprema de la Nación, en 2010 hubo en Capital Federal “170 homicidios dolosos”, de los cuales “la gran mayoría no tenían que ver con circunstancias de robo, sino que se produjeron entre conocidos”.
“Además, entre un 15 y 16 por ciento fueron entre familiares. Con respecto a la franja etaria, no es cierto que hubiese una alta incidencia entre los 16 y 18 años, porque había sólo dos casos. Encontramos más veteranos mayores de 55 años como los autores de homicidios. Sobre las colectividades estigmatizadas, constatamos que no había ninguno cometido por bolivianos”, detalló.
Por último, precisó: “Los homicidios en Capital Federal se concentran en una zona: la medialuna sur, en cuatro comunas, done hay barrios precarios o villas. Abarca unos 500 mil habitantes. De los 2.500.000 habitantes restantes, tenemos un índice de 3,5 por ciento por 100 mil, que es casi como los índices europeos y canadienses. Esto indica que los pobres se matan entre ellos y no salen a matar afuera”.
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Zaffaroni dijo ayer que la prensa “construye la realidad”. Al respecto, explicó: “A mí no me da miedo la bomba nuclear ni una epidemia, si no me entero de que existe. Tampoco me atemoriza el delito, si no lo tengo como una obsesión permanente y cotidiana”.
En este marco, el magistrado agregó: “El homicidio de hoy se repite siete veces al día y mañana 'qué lástima que no hay otro más brutal'. Y veo lo de las dos chicas de Salta todos los días y la discusión sobre si fue o no un suicidio...Por favor, les pido que informen con cuidado porque el suicidio genera imitación”.
Consultado acerca de las posibles soluciones, el jurista señaló: “Parafraseando a Perón: 'La única verdad es la realidad'. Hay que estudiar lo que pasa, analizarlo y dar la información objetiva sobre lo que pasa: si sube (el delito), si baja, qué sube, qué baja, qué índice tenemos, dónde lo tenemos, cuántos son, cómo son...”.
En este contexto, el juez reveló que, de acuerdo a un estudio realizado por la Corte Suprema de la Nación, en 2010 hubo en Capital Federal “170 homicidios dolosos”, de los cuales “la gran mayoría no tenían que ver con circunstancias de robo, sino que se produjeron entre conocidos”.
“Además, entre un 15 y 16 por ciento fueron entre familiares. Con respecto a la franja etaria, no es cierto que hubiese una alta incidencia entre los 16 y 18 años, porque había sólo dos casos. Encontramos más veteranos mayores de 55 años como los autores de homicidios. Sobre las colectividades estigmatizadas, constatamos que no había ninguno cometido por bolivianos”, detalló.
Por último, precisó: “Los homicidios en Capital Federal se concentran en una zona: la medialuna sur, en cuatro comunas, done hay barrios precarios o villas. Abarca unos 500 mil habitantes. De los 2.500.000 habitantes restantes, tenemos un índice de 3,5 por ciento por 100 mil, que es casi como los índices europeos y canadienses. Esto indica que los pobres se matan entre ellos y no salen a matar afuera”.
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mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
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UNA REFLEXION SOBRE LA INSEGURIDAD
Una reflexión sobre la inseguridad por Juan S. Pegoraro
¿Qué se quiere decir con “inseguridad” ?
Esta pregunta dispara algunas reflexiones: la primera refiere a la pertinencia y
actualidad (o urgencia) para la investigación en ciencias sociales de abordar este
fenómeno social que de manera relevante está en la agenda discursiva de los
gobiernos, de los medios de comunicación, de los planteamientos electorales y
también de las demandas genéricas de la ciudadanía. Las noticias periodísticas
abonan una campaña de alarma social ante la delincuencia violenta, lo que contribuye
a reducir la problemática a un crecimiento de la maldad y crueldad de ciertas personas .
Alarmismos sociales y medios de comunicación
El conocido mito platónico de la caverna habla de unos seres recluidos en una oscura gruta, que creen
ver el mundo en las sombras proyectadas sobre la pared. No se atreven a
salir al exterior por miedo a que la in-tensa luz solar los ciegue; por temor a lo desconocido dejan transcurrir sus vidas entre la oscuridad y las sombras.
Este relato bien podría servir para ilustrar nuestra relación con los medios de comunicación: creemos ver la realidad en la pantalla del televisor, en las páginas de los diarios. Nos conformamos con esas imágenes y palabras que nos dicen de otros mundos, relatos que nos seducen más cuando hablan de aquello que nos inquieta, que angustia nuestra existencia. Así ocurre con las noticias
sobre el delito.
Propongo una reflexión sobre el discurso mediático del delito y la percepción de la (in)seguridad, con el con-vencimiento de que los medios son un elemento fundamental en la percepción
de la política criminal. Un hecho que, en muchos países, ha sido paralelo a la extensión del Sistema Penal, señalado por José Juan Toharia en Opinión pública y justicia (2001). Creciente juridificación
de la vida social que tiene que ver con la atención que los medios le prestan al
mundo del delito, ya que las transgresiones, las múltiples violencias sociales, ocupan un lugar privilegiado en la agenda mediática.
La prensa ha generado una nueva visibilidad del delito que conlleva una nueva forma
social de sentir y experimentar los ilegalismos.
El discurso mediático está en el centro del debate sobre los miedos que nos acechan, y se
hace necesaria una reflexión porque, como dijo Marcel Maus, el miedo es una de las experiencias fundamentales de las sociedades modernas, el miedo que en tantas ocasiones
ha sido enemigo de las libertades. El miedo real o imaginado. Esos temores que nos espantan se refuerzan con las imágenes impactantes que aparecen en la pantalla del televisor,
con los relatos dramáticos de la radio, con los titulares sensacionalistas.
El delito en la agenda informativa
Desde finales de la década de los años ochenta, asistimos a un aumento de la
presencia informativa de los acontecimientos englobados en el campo de los sucesos, los
hechos violentos y transgresores.
El delito ha crecido como valor noticiable en la prensa popular y en la llamada prensa seria o de referencia. Estamos ante lo que algunos autores han denominado “la vuelta de los sucesos”
(Imbert, 1999). Los medios jerarquizan en los máximos rangos de su temario los asuntos
delictivos: la violencia de tales actos parece asegurarles un alto interés periodístico.
Hace dos décadas, un grupo de investigadores de Barcelona puso de manifiesto el
aumento de las noticias sobre el delito y su importancia en la percepción de la inseguridad ciudadana. El estudio Del orden público
a la seguridad ciudadana destacaba que “la irrupción del tema de la inseguridad en los
medios ha despertado temores e inquietudes.
Sobre todo, a causa del hecho comprobado de que los medios tienen tendencia a insistir sobre los tipos de delitos más llamativos los que suponen muertes violentas– aunque
estos sean los menos frecuentes” (Costa, et al, 1984: 22-23). Los investigadores constataban la facilidad con que las noticias sobre la inseguridad, la nota roja, penetraba en la
agenda mediática.
A principios del decenio de los años noventa surgieron en muchos países programas
dedicados al reporterismo criminológico. Se empezó a configurar una nueva forma de hacer televisión, los grupos multimedia se transformaban velozmente en medio de un ambiente de feroz competencia; y la necesidad de conseguir más audiencia potenció un nuevo tratamiento del delito en los formatos televisivos conocidos como reality show, talk show, infotainment , la llamada televisión basura.
El delito parecía invadir la agenda informativa espoleado por el éxito de tales programas, donde el drama humano, el dolor y el espectáculo del sufrimiento parecían no tener límites. Hay que recordar que en Estados Unidos, con la emisión en directo del juicio contra O. J. Simpson, en enero de 1995, muchas televisiones llegaron a batir su récord histórico de audiencia.
Nunca antes un crimen había merecido un trato tan espectacuar por par te de los medios.
El sociólogo Pierre Bourdieu señalaba entonces que la necesidad de mayores índices
de audiencia hacía que los hechos delictivos volvieran “a la primera página, a la apertura
de los telenoticias, a pesar de que hasta ahora se trataba de ingredientes excluidos o relegados por el afán de responsabilidad impuesto por el modelo de prensa escrita”, y añadía: “El
suceso es una especie de producto elemental, rudimentario, de la información, que es
muy importante porque interesa a todos sin tener consecuencias y porque ocupa tiempo,
un tiempo que podría ser utilizado para pedir otras cosas” (Bourdieu, 1997 [1996]: 19).
Cierto que la nota roja interesaba a grandes audiencias, pero demasiado optimista se
muestra el pensador francés cuando dice que esa información no tenía consecuencias. Su
crítica, como la de otros intelectuales, tiene que ver con el rechazo histórico que muchos
pensadores ilustrados han mostrado hacia la nota roja. Era el rechazo al mal gusto y todos
se mostraban escandalizados por el auge de los relatos de sangre.
En algunos países, el crecimiento de la noticia criminal produjo un intenso debate sobre los límites de la información, un malestar que fue abordado sólo desde el punto de vista
ético y moral. Pero entonces, como ahora, las noticias criminales son algo más que elementos perturbadores de nuestros referentes éticos, de nuestros gustos estéticos. El discurso
mediático ha aparecido como un factor que inquieta a la opinión pública, que perturba el
trabajo de aquellos que operan en el ámbito penal.
Periodistas argentinos critican su trabajo, Raquel San Martín
La materia prima del periodismo es la misma que constituye la base de las creencias y percepciones de los ciudadanos sobre su entorno. La información, los contenidos que difunden los medios y hasta la noción misma de la comunicación, como paradigma del desarrollo tecnológico, son el marco que explica y da sentido al mundo en que vivimos.
Con su tarea cotidiana, los periodistas colaboran en la construcción de este marco de referencia, del horizonte cultural compartido en un determinado momento histórico. ¿Qué noción de información tienen los periodistas? ¿Qué sentido le otorgan a su función social? ¿En qué medida son conscientes de la centralidad social y política de la materia prima que manejan a diario? ¿Hasta qué punto creen que su intervención puede fortalecer el sistema democrático, tanto como generar el efecto contrario?
La investigación cuyos resultados aquí se sintetizan intentó responder estas preguntas, describir la percepción que tienen los periodistas sobre la función social que cumplen y la noción de responsabilidad que los orienta en su trabajo. En el fondo, se trató de detectar en qué medida la información, entendida como bien público, forma parte de los principios constitutivos de la ética periodística, cuando ésta pasa de las declaraciones de principios a las más complicadas arenas del trabajo cotidiano. Para obtener las respuestas buscadas, la mejor opción era escuchar hablar a los periodistas de su trabajo y darles un espacio de discusión, sobre temas propuestos, con otros colegas. Por eso, se realizaron grupos de discusión con periodistas de los diarios argentinos Clarín , La Nación y Página/12 . Se trató en todos los casos de profesionales que se desempeñaban en relación de dependencia en esos medios, eran redactores (sin responsabilidades de edición), de ambos sexos, de secciones centrales de los diarios, y con un mínimo de dos años de experiencia.
La información como bien público
La investigación titulada “La información como bien público: qué dicen los medios y qué piensan los periodistas” fue realizada en 2004 en el marco del Programa de Estímulo a la Investigación y Aportes Pedagógicos del Instituto de Comunicación Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). En el trabajo de campo y elaboración de conclusiones participaron los estudiantes Ignacio Girón y Julián Fernández.
En lugar de mirar los grandes procesos y concentrarse en la complejidad de los fenómenos, se propone aquí poner el foco en la información como materia prima del trabajo periodístico y definirla como un bien público, garantía del acceso en el espacio público de aquellos temas, intereses y voces que posibilitan el funcionamiento democrático. En este marco de análisis, los lectores, oyentes o televidentes pasan a ser considerados “ciudadanos”, es decir, titulares del derecho humano a la información , en virtud del cual delegan en los periodistas la tarea de buscarla y difundirla (Soria: 1989).
Uno de los efectos inmediatos de este enfoque es que incorpora una noción ética fundante para el periodismo, dentro del marco mismo de la tarea cotidiana, lo que enseguida permite distinguir, por ejemplo, entre el contenido informativo y el espectáculo; entre un periodista y quien meramente tiene un espacio en un medio; entre la búsqueda del interés público y la sola búsqueda de rentabilidad. Entender el periodismo desde esta noción de información como bien público reordena enseguida los planteos críticos y da una orientación práctica clara para el trabajo. No elimina las complejidades ni los desafíos, pero proporciona herramientas concretas y practicables para enfrentarlos.
La hipótesis de partida fue que el concepto de información que manejan los periodistas, que se desenvuelven día a día en los medios, dista de ser una idea clara y homogénea y, más aún, que no siempre existe conciencia entre los informadores de estar trabajando con un bien público como materia prima. Por el contrario, los periodistas tienen una noción más bien difusa de la función social que cumplen, acotan su responsabilidad a las notas que escriben cotidianamente y piensan en su público destinatario como una suma de individualidades, a quienes sirven con datos más que con interpretaciones útiles, para que comprendan el mundo en que viven y tomen mejores decisiones.
Conciencia de poder
Según los resultados de la investigación, la noción de la función social que cumple el periodismo es bastante clara en el discurso de los profesionales, y aparece en general relacionada con dos conceptos: el poder y la influencia que tiene la actividad, de los cuales son muy conscientes, y los estrechos márgenes en los que el periodista se mueve para ejercer su trabajo.
Así, aunque en principio los periodistas definen su tarea como la de ser “intermediarios” entre los hechos y la gente, a quien se le hace llegar información y datos para que “tome decisiones”, también aparecen visiones menos académicas, como cuando se describen a sí mismos como “testigos privilegiados”, capaces de “manejar información que no maneja el resto”.
Sin embargo, del discurso y del diálogo entre los periodistas se desprende claramente que el ejercicio profesional está encuadrado y limitado por muy diversas variables: la línea editorial, las características técnicas del medio, las decisiones de los editores. Incluso, aparecen con fuerza dos condicionamientos novedosos: la “necesidad de impactar” con el trabajo (como si los periodistas incorporarán en su tarea cotidiana las exigencias que impone el marketing del diario) y un lector que le pide al diario más que lo que el medio puede darle.
En ese sentido, la responsabilidad aparece, pero acotada al trabajo individual, a la nota como unidad de trabajo, al área que se cubre. Los límites están puestos por las condiciones técnicas y opciones ideológicas del medio, por los lectores, por las fuentes, por los editores, por la sección, por la necesidad de atraer a los lectores. El alcance de la responsabilidad es limitado e individual, porque esos factores que enmarcan el trabajo son vistos más como obstáculos, para cumplir con la tarea, que como parte de las condiciones corrientes de elaboración de un diario. Se trata, además, de limitaciones naturalizadas, internalizadas a fuerza de trabajar en ese medio determinado.
Ante estos recortes y obstáculos claramente percibidos, aparece la conciencia de un margen de maniobra posible, aunque acotado a la responsabilidad individual de una nota.
Responsabilidad de comprobar las noticias
La responsabilidad aparece emparentada con el rigor profesional: el chequeo de las fuentes, la consulta a voces distintas que equilibren el relato, la repregunta, el cuidado de no ser manipulado por los intereses de las fuentes, la necesidad de profundizar en los temas y no “quedarse en la superficie”, conocer los temas antes de escribir sobre ellos. Sin embargo, estos principios profesionales quedan limitados por los condicionamientos descritos, además naturalizados como imposibles de cuestionar o cambiar. Aunque existe una conciencia de margen posible para actuar, la responsabilidad se parece más a un lugar donde refugiarse de esas limitaciones que un valor que se ejercita de manera positiva.
Con un sentimiento claro de impotencia ante las presiones y los condicionamientos circundantes, la responsabilidad social se transfiere al medio. Varias veces se habló en los grupos de discusión del derecho a no firmar, por ejemplo, cuando se considera que las decisiones editoriales están tergiversando la realidad que se quiere contar. Quitar el nombre sería una manera de “salvar” la conciencia del periodista, individualmente, pero no aparece al mismo tiempo la necesidad de defender lo que se considera un relato honesto que está siendo tergiversado y que así será publicado.
El concepto de información que manejan los periodistas espontáneamente coincide con el de noticia. Es inseparable de lo que se publica en un medio, siempre vinculada con la línea editorial, evaluada según los criterios canónicos de noticiabilidad (novedad, impacto, espectacularidad, singularidad) y relacionada también con las características técnicas del medio (no es lo mismo la información en televisión que en un medio gráfico, por los condicionamientos productivos que instala cada uno). Sin embargo, hay otros factores que también influyen en lo que se considera información-noticia, como el azar, otras noticias, ciertos “humores sociales” y modas, e incluso factores coyunturales que hacen que un acontecimiento tenga lugar en los medios y, entonces, pueda ser entendido como información. Sin embargo, en los discursos puede rastrearse la conciencia de que la información es un material sensible, un bien transable, una mercancía que “se paga”.
Influencia restringida
La idea de la función social que cumple el periodismo no es difusa. Por el contrario, está presente, se hace explícita la necesidad de la responsabilidad, es clara la conciencia de la influencia social que tiene la tarea periodística. Sin embargo, las limitaciones, las presiones y los obstáculos que los periodistas dicen sentir al realizar su tarea recortan la posibilidad de desplegar esta tarea a un margen mínimo. Los editores, el medio -tanto en sus características técnicas como en su línea editorial-, la necesidad de impactar y atraer a los lectores y los propios lectores -más demandantes, más críticos- encapsulan el trabajo posible y hacen que la responsabilidad y el rigor profesional se conviertan en un refugio para protegerse, individualmente, de este hábitat hostil en el que hay que trabajar.
De ese lado negativo corresponde registrar, también, que los periodistas identifican información con noticia, es decir, la materia prima de su trabajo con las condiciones productivas del medio en que lo desempeñan. Esta idea es consistente con la preocupación por los límites de todo tipo que enmarcan su trabajo, la sensación de contar con un margen de maniobra muy estrecho para cumplir con su tarea, y la impotencia de satisfacer a los lectores.
Es cierto que los periodistas acotan la responsabilidad de su trabajo a las notas que escriben, sobre las que, incluso, sienten perder control ante las limitaciones que impone la lógica comercial, técnica e ideológica de los medios en los que trabajan. Pero no puede sostenerse de igual modo que tengan una noción difusa de la función social que cumplen. Más aún, tienen claro que se trata de una función social relevante, de intermediarios, de testigos, con acceso privilegiado a los acontecimientos de interés público, de instalación de temas en la agenda pública. Lo notable es que esa conciencia no puede luego plasmarse en la actividad cotidiana, acotada, como se dijo, por múltiples limitaciones, frente a las cuales solo queda buscar los márgenes para la negociación o quitar la firma para proteger la propia conciencia.
Conclusión
Como conclusión general, y según la idea principal que orientó esta investigación, en los periodistas no predomina la idea de la información como bien público, ni la apelación a los lectores como ciudadanos. Esta constatación enciende indudablemente una alarma, que, de todos modos, puede relativizarse con otro hallazgo: a pesar de que no es la noción predominante, sí hay conciencia clara de que la información está adquiriendo una creciente centralidad y transparencia como materia prima sensible, que desde el funcionamiento de los medios puede afectar el funcionamiento de las instituciones democráticas y asegurar u obstaculizar el ejercicio de los derechos ciudadanos.
Sin embargo, esta constatación no tiene todavía una expresión pública clara por parte de los periodistas, que expresan poco su malestar, naturalizan las presiones que dicen sentir como inmodificables y parecen satisfacerse con buscar el margen para trabajar.
Una posible línea de indagación está en una presión novedosa, según la plantean los periodistas: la necesidad de impactar en el lector, de llamar su atención. Se trata de una demanda más relacionada con el marketing y la necesidad de venta del medio que del trabajo periodístico. La información bien entendida debe atraer solo por ser tal, por su interés público, su implicación y su impacto en la vida cotidiana.
En el fondo de la investigación, y de estas propuestas, se encuentra una preocupación por acercar el ejercicio profesional a un periodismo de calidad y, por eso, fortalecer la democracia en el país. En el contexto argentino y latinoamericano, esto no solo significa asegurar la restauración y el funcionamiento de las instituciones según principios democráticos, sino también “demostrar que la democracia es una herramienta eficaz para asegurar la transformación social y la construcción de una buena sociedad” (Borón: 2003, 239), es decir, instalar la conciencia de la democracia como forma de vida que permite construir una sociedad mejor.
Panorama de la prensa argentina
El portal [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] proporcionó en el primer trimestre de 2007 un reporte diario sobre los conflictos que afrontan la prensa y en general todos los medios de la región. Los informes referentes a la situación argentina fueron los siguientes:
- Diario Clarín resumió el 7 de marzo un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos que critica la relación del gobierno argentino con la prensa, configurando una “actitud generalmente agresiva y confrontativa hacia los medios críticos y los periodistas, que llevó a actos como la señalación pública, individual, por el nombre, de periodistas para su reproche”.
- Diario Tiempo Sur informó el 6 de marzo que el programa radial La Ronda , que se emitía por la radio de la provincia argentina de Santa Cruz, de donde es originario el presidente Néstor Kirchner, fue retirado del aire luego que su conductora, la docente y periodista Marta Savorido, hiciera reclamos del sector docente.
- Diario la Gaceta de Tucuman informó el 5 de marzo que el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, León Arslanián, pidió a los medios que no publiquen los hechos criminales para no alarmar a la gente en materia de inseguridad.
- Diario La Nación informó el 2 de marzo que Kirchner criticó a los medios de comunicación, especialmente a la prensa gráfica. “A mí siempre me dicen que me calle la boca, que no diga esto o aquello, pero les digo que como no les tengo miedo a aquellos, tampoco les tengo miedo a los que escriben”, dijo.
- La revista Noticias reseñó el 27 de febrero una declaración de Ariel Garbarz, colaborador de la inteligencia del gobierno de Buenos Aires, según el cual existen actualmente en Argentina 48.000 líneas telefónicas intervenidas de opositores, periodistas y funcionarios.
- Diario El Debate informó el 16 de febrero que el presidente Kirchner había criticado públicamente a los analistas y periodistas, sugiriéndoles “estudiar y prepararse” para escribir sobre el país. “Quienes quieren escribir de economía tienen que estudiar los movimientos del mercado y saber que hay empleados de consultoras internacionales que tratan de generar opiniones para encarecer las tasas”, afirmó.
- Una nota editorial publicada el 14 de febrero por La Nación cuestionó la forma en que el gobierno argentino maneja la publicidad oficial. “El gobierno tiene el derecho de elegir dónde publicitar los actos oficiales, pero como responsable de la administración del Estado debe garantizar que los millonarios fondos fiscales destinados a ese fin, no sean utilizados como prebendas, herramientas de presión o un modo de censura”, dijo.
- El diario Perfil informó el 12 de febrero sobre una declaración del sociólogo francés Alain Touraine, para quien en Argentina hay “una inquietante concentración de poder” y una tendencia a “eliminar a la oposición y asfixiar a la prensa”.
- El 12 de febrero, la revista Fortuna y el diario Perfil informaron que el grupo sudafricano Naspers intentaba comprar el 18 por ciento del paquete accionario del Grupo Clarín, a la dueña de los títulos, la banca inversionista Goldman Sachs, por 500 millones de dólares.
- El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) destacó el 5 de febrero su preocupación por el trato del presidente Kirchner hacia la prensa, al “'continuar su práctica de distribuir publicidad oficial a medios que lo apoyan e impedir que la reciban quienes lo critican”.
- Diario Perfil dijo el 23 de enero que la funcionaria Andrea Prodan, que trabajaba en la reglamentación de la Ley Defensa , fue despedida tras hablar con la revista Noticias , que mantiene una posición critica al gobierno.
- En la misma fecha, Jorge Fontevecchia, director de Editorial Perfil, denunció una campaña para desprestigiarlo, financiada con publicidad oficial, a través del semanario Siete Días y con la colocación de afiches en la vía pública en carteleras de la Secretaría de Medios de la Presidencia de la Nación.
- El 18 de enero, la organización internacional Freedom House , en un informe sobre la situación de la libertad de prensa en Latinoamérica, aludió a la Argentina puntualizando que “la tendencia al descenso de libertades se debe a la centralización del poder por el presidente Kirchner y a la limitación de la influencia de los gobiernos provinciales”.
- El 15 de enero, diario Perfil informó que su colega El Territorio , el principal de la provincia de Misiones, sufría constantes persecuciones por parte del gobernador Carlos Rovira.
- La Nación reveló el 9 de enero que en 2007, año electoral, el gobierno aumentó a 80 millones de dólares el gasto destinado a publicidad oficial, lo que supone un incremento del 41 por ciento respecto a lo invertido en 2006 y un 91 por ciento en comparación con 2005.
- También el 9 de enero, El Cronista informó sobre un conflicto entre el Secretario de Medios del gobierno, Enrique Albistur, y el grupo de multimedios América, que se niega a aceptar publicidad oficial, “en defensa de la libertad de expresión” y “para expresar el repudio a las presiones que ejerce el funcionario”.
Crisis de confianza y debilidad institucional
El concepto de confianza social ha sido desarrollado principalmente desde la ciencia
política y la teoría de juegos. También los teóricos del capital social han retomado dicho
concepto como eje del análisis de las redes sociales y comunitarias. En términos
generales, confianza social comporta la creencia en que una persona o grupo será capaz
y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación. Esto supone, un
cierto grado de regularidad y previsibilidad de las acciones que facilitan el
funcionamiento social. La desconfianza incide a través del deterioro de la esfera pública
sobre la calidad de la democracia. Por el contrario, el fortalecimiento del estado social
de derecho favorece la conversión pública y genera las condiciones favorables para el
desarrollo humano (Lechner, 1998).
Se distingue entre “confianza generalizada” o confianza social respecto de personas o
instituciones desconocidas sobre las cuales se dispone de insuficiente información o
experiencias para hacer un juicio, y la “confianza particularizada” o interpersonal,
referida a la confianza en personas que se conoce a partir de “lazos débiles”. En esta
perspectiva, un elemento básico para el desarrollo de la confianza interpersonal es la
participación en organizaciones y asociaciones cuyos miembros solo comparten algunos
intereses (Herreros, 2002).
En esta línea, podemos afirmar que uno de los tipos de confianza social es el de la
confianza en las instituciones democráticas. Este tipo de confianza permite a los
diferentes organismos gubernamentales actuar con mayor libertad, y al mismo tiempo,
los ciudadanos más confiados estarán más predispuestos para cumplir con sus
obligaciones y participar activamente en la vida pública (Nye, 1997). Por esta razón, los
bajos niveles de confianza política registrados en una sociedad pueden estar indicando
la presencia de democracias débiles y la falta de calidad gubernamental entre otros.
Asimismo, la desconfianza política entraña condiciones de desigualdad al generar
efectos de exclusión o formas adversas de participación en esferas relevantes de
actividad (Sen, 2000b).
Por su parte, el grado de confianza institucional constituye un aspecto clave de las
condiciones de integración social en la medida en que da cuenta de la legitimidad
otorgada a las mismas por los ciudadanos, como resultado de la eficacia lograda en el
cumplimiento de sus cometidos (Botana, 2005). Esto toma especial relevancia en los
regímenes democráticos, donde tanto la participación como la confianza ciudadana se
presentan como casi constitutivos del mismo.
De acuerdo a los resultados de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA)
existe en nuestro país una fuerte crisis de confianza en las instituciones de democráticas.
En la figura 1 se observa que los tres poderes de de la República (Ejecutivo, Legislativo
y Judicial) alcanzan niveles de desconfianza superiores al 80%, siendo la Justicia la que
se encuentra en peor situación (86,5%) tal como lo refleja dicho estudio.
Un análisis según la condición socioeconómica permite observar que, en los estratos
más altos, se registran mayores niveles de desconfianza en el Gobierno y en el Congreso
con niveles similares de desconfianza en la Justicia. En esta línea de análisis, si el
análisis es por condición residencial, aquellos que viven en una villa o asentamiento
registrar menores niveles de desconfianza que aquellos que viven en territorio con
trazado urbano (63,9 y 84% respectivamente). Asimismo, los niveles de desconfianza
tanto en la Justicia como en el Congreso, aunque en niveles menores, disminuyen dentro
de la población habitante de villas. Por último, podemos mencionar que en las ciudades
del interior se registran mayores niveles de desconfianza que entre los que habitan en el
Gran Buenos Aires.
La problemática de la seguridad: el delito y la sensación de
inseguridad. Aspectos vinculados de la desconfianza social
Aproximarse a la problemática de la seguridad no es una tarea para nada fácil. Cuando
intentamos analizar dicha problemática debemos tener en cuenta los diferentes modos
en el que se la aborda. Existen diferentes formas de afrontar el problema del delito. Un
tipo de análisis centra su atención en la cantidad o número de delitos registrados. La
denominada “tasa real de criminalidad” ha sido una de las preocupaciones más
constantes en Criminología y Sociología Criminal como indican Francisco y Rodríguez
(1982). Otra forma de encarar dicha problemática es el de los estudios centrados en la
percepción o sentimiento de inseguridad que experimentan las personas. A su vez, los
múltiples factores que pueden generar un aumento en la delincuencia y el miedo al
delito o percepción de inseguridad podrían ser el aumento de la desocupación, pobreza,
inequidad, ausencia de justicia e ineficacia de control policial entre otros.
Podemos indicar que de lo antes analizado se puede vislumbrar la ineficacia por parte
del Estado en aspectos que son relevantes para la ciudadanía.
Si analizamos la problemática de la seguridad en nuestro país desde estos dos abordajes
observamos que, de acuerdo con los resultados de la EDSA, durante el año 2009, un
27,3% de los hogares entrevistados declararon haber sufrido algún hecho delictivo en el
último año. En lo que respecta a la sensación de inseguridad, los niveles superaban el
75% en la población encuestada tal como muestra la figura 4 (77,4%).
La problemática de la seguridad: caracterización
Como se ha descrito anteriormente en el presente trabajo, la problemática de la
seguridad, en el aspecto delictivo, afecta a más del 30% de los hogares relevados, si tomamos los delitos y hechos de violencia; en el aspecto de las percepciones la
sensación de inseguridad afecta al 77,4% de los encuestados no registrándose
diferencias según la condición socioeconómica.
Los niveles de sensación de inseguridad superan al 72% de los individuos en todos los estratos socioeconómicos. También la sensación de inseguridad en el Gran Buenos Aires como el interior del país registra niveles que superan el 73%. Los niveles de hechos de violencia son superiores en el interior del país
a comparación de los del Gran Buenos Aires (7,5 y 4,3% respectivamente). Si
analizamos los hechos de violencia según el estrato socioeconómico se observa que los
del estrato alto son los que comparativamente registran niveles más bajos (3,8%).
En cuanto a los hechos de delincuencia podemos indicar que, existe una tendencia de a mayor estrato socioeconómico del hogar mayores los niveles de victimización (31,2%). Esta situación podría estar reflejando el perfil de las víctimas no así el de los autores de los ilícitos.
De esta forma, de los hogares relevados por la encuesta, los hechos de delincuencia en
los sectores medios y altos fueron 10 puntos porcentuales superiores que en los estratos
bajos, convirtiéndose los primeros en los más perjudicados. Sin embargo, el porcentaje
de delincuencia registrado en hogares de estratos bajos continua siendo alto (21,9%), lo
que demuestra que el mismo no deja de ser un problema para todos los niveles
socioeconómicos analizados ya que un poco más de 2 de cada 10 entrevistados
manifestó que alguna persona de su hogar fue víctima de un hecho de delincuencia. Hay
que tener en cuenta que aquellos que poseen mayores recursos económicos pueden
disponer de algún tipo de seguridad privada y no así los sectores más carenciados.
El no contar con un adecuado sistema de protección coloca a dichos sectores en una
posición de mayor vulnerabilidad y riesgo de padecer algún hecho de delincuencia
perjudicando así aún más la satisfacción de sus necesidades básicas. Esto influye en el
lugar elegido como posible para cometer el ilícito, aunque también se debe considerar
las condiciones en las que el delincuente puede llevar a cabo su tarea.
Por ello, cabe recodar que es importante remarcar que existen diferencias sustanciales
en los niveles de desarrollo logrados por los diferentes estratos socioeconómicos en
términos de acceso a los recursos de inclusión social. En este sentido, quienes
pertenecen a estratos más altos, poseen mayores posibilidades de acceso a bienes
públicos, dada la oportunidad de disfrutar en forma privada de aquellos bienes que no se
brindan de manera pública, o que se brindan de forma ineficiente. Uno de estos recursos
es el acceso a vigilancia policial. Reforzando la idea antes mencionada, observamos que
a medida que aumentan las condiciones socioeconómicas aumentan los niveles de
presencia policial. Por ello, podemos mencionar que la presencia policial es uno de los
factores que influye en el aumento o disminución de la delincuencia (figura 7). La
presencia de efectivos policiales disminuye el porcentaje de delitos y la ausencia de los
mismos los eleva en todos los estratos socioeconómicos analizados.
Garré afirmó que "la sensación de inseguridad es mayor que la tasa delictiva”
La ministra de Seguridad de la Nación sostuvo que esa apreciación "hoy está bajando porque hubo procesos de inclusión y de generación de empleo". Asimismo resaltó que “el despliegue de efectivos bajó el delito"
Crédito foto: Ministerio de Seguridad
Nilda Garré, la ministra de la cartera de Seguridad, destacó que el país se encuentra entre los que menos tasa de delito registra en el continente. "Argentina está junto a Chile y Uruguay en los primeros tres lugares en cuanto a la sensación de inseguridad, pero en los tres últimos en cuanto a tasas de delito", comentó la funcionaria respecto a las estadísticas internacionales.
Y sostuvo que “la inseguridad es un tema de todos los países de Latinoamérica especialmente. También en los europeos, salvo en aquellos que tienen problemas económicos importantes que hacen que sea lo que más preocupa a la gente”.
Subrayó que “las sociedades modernas y los centros poblados tienen problemas de inseguridad”. “Igualmente no estamos en los peores índices del mundo”.
Consultada sobre el retiro de la Policía Federal de edificios, escuelas, hospitales y estaciones de subte de la Ciudad de Buenos Aires, aclaró que “eran recursos que no estaban abocados a la seguridad y que usamos para satisfacer las necesidades de la sociedad”.
Sobre la Policía Metropolitana resaltó que “la mayoría son ex policías con virtudes y defectos. Los nuevos fueron formados y espero que y confío en que sean eficientes”.
El juez Zaffaroni cuestionó la manera en que medios tratan la inseguridad
26/07/2012 | 06:35 El vocal de la Corte Suprema opinó que la prensa “construye la realidad” en base al miedo. Pidió estudiar y dar información objetiva. Aseguró que en Capital Federal hubo 170 homicidios dolosos en 2010 y que la mayoría no fue en robos ni con menores.
Zaffaroni: ''No me da miedo un delito si no lo tengo como una obsesión permanente''
El juez de la Corte Suprema de la Nación, Eugenio Zaffaroni, cuestionó la manera en que los medios de comunicación tratan la inseguridad por hacerlo, según su opinión, a través de una estrategia que busca generar miedo.
Zaffaroni dijo ayer que la prensa “construye la realidad”. Al respecto, explicó: “A mí no me da miedo la bomba nuclear ni una epidemia, si no me entero de que existe. Tampoco me atemoriza el delito, si no lo tengo como una obsesión permanente y cotidiana”.
En este marco, el magistrado agregó: “El homicidio de hoy se repite siete veces al día y mañana 'qué lástima que no hay otro más brutal'. Y veo lo de las dos chicas de Salta todos los días y la discusión sobre si fue o no un suicidio...Por favor, les pido que informen con cuidado porque el suicidio genera imitación”.
Consultado acerca de las posibles soluciones, el jurista señaló: “Parafraseando a Perón: 'La única verdad es la realidad'. Hay que estudiar lo que pasa, analizarlo y dar la información objetiva sobre lo que pasa: si sube (el delito), si baja, qué sube, qué baja, qué índice tenemos, dónde lo tenemos, cuántos son, cómo son...”.
En este contexto, el juez reveló que, de acuerdo a un estudio realizado por la Corte Suprema de la Nación, en 2010 hubo en Capital Federal “170 homicidios dolosos”, de los cuales “la gran mayoría no tenían que ver con circunstancias de robo, sino que se produjeron entre conocidos”.
“Además, entre un 15 y 16 por ciento fueron entre familiares. Con respecto a la franja etaria, no es cierto que hubiese una alta incidencia entre los 16 y 18 años, porque había sólo dos casos. Encontramos más veteranos mayores de 55 años como los autores de homicidios. Sobre las colectividades estigmatizadas, constatamos que no había ninguno cometido por bolivianos”, detalló.
Por último, precisó: “Los homicidios en Capital Federal se concentran en una zona: la medialuna sur, en cuatro comunas, done hay barrios precarios o villas. Abarca unos 500 mil habitantes. De los 2.500.000 habitantes restantes, tenemos un índice de 3,5 por ciento por 100 mil, que es casi como los índices europeos y canadienses. Esto indica que los pobres se matan entre ellos y no salen a matar afuera”.
De Narváez: el Gobierno le "falta el respeto a la gente"
El precandidato a gobernador bonaerense hizo referencia al planteo de la ministra de Seguridad, Nilda Garré, quien indicó que bajaron las tasas de criminalidad en la Provincia
El precandidato a gobernador bonaerense Francisco de Narváez aseguró hoy que es una "falta de respeto a la gente" plantear que bajaron las tasas de criminalidad en la Provincia, como indicó la ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré.
De Narváez manifestó que las declaraciones de Garré son "un contraste horrible con la realidad cotidiana" e insistió en que el Gobierno "miente" con los datos que difunde sobre inseguridad porque "se está despidiendo" del Poder.
La vida de las personas no tiene que ver con las estadísticas", remarcó el diputado nacional en declaraciones a Noticias Argentinas y agregó que "se vive muerto de miedo en la provincia de Buenos Aires", donde "directa o indirectamente alguien ha sido víctima de algún delito".
"Gracias a Dios no todos (los casos) terminan en un homicidio, pero argumentar desde las estadísticas que hemos mejorado la condición de seguridad de los ciudadanos me parece que es una falta de respeto a la gente", recalcó el legislador.
¿Qué se quiere decir con “inseguridad” ?
Esta pregunta dispara algunas reflexiones: la primera refiere a la pertinencia y
actualidad (o urgencia) para la investigación en ciencias sociales de abordar este
fenómeno social que de manera relevante está en la agenda discursiva de los
gobiernos, de los medios de comunicación, de los planteamientos electorales y
también de las demandas genéricas de la ciudadanía. Las noticias periodísticas
abonan una campaña de alarma social ante la delincuencia violenta, lo que contribuye
a reducir la problemática a un crecimiento de la maldad y crueldad de ciertas personas .
Alarmismos sociales y medios de comunicación
El conocido mito platónico de la caverna habla de unos seres recluidos en una oscura gruta, que creen
ver el mundo en las sombras proyectadas sobre la pared. No se atreven a
salir al exterior por miedo a que la in-tensa luz solar los ciegue; por temor a lo desconocido dejan transcurrir sus vidas entre la oscuridad y las sombras.
Este relato bien podría servir para ilustrar nuestra relación con los medios de comunicación: creemos ver la realidad en la pantalla del televisor, en las páginas de los diarios. Nos conformamos con esas imágenes y palabras que nos dicen de otros mundos, relatos que nos seducen más cuando hablan de aquello que nos inquieta, que angustia nuestra existencia. Así ocurre con las noticias
sobre el delito.
Propongo una reflexión sobre el discurso mediático del delito y la percepción de la (in)seguridad, con el con-vencimiento de que los medios son un elemento fundamental en la percepción
de la política criminal. Un hecho que, en muchos países, ha sido paralelo a la extensión del Sistema Penal, señalado por José Juan Toharia en Opinión pública y justicia (2001). Creciente juridificación
de la vida social que tiene que ver con la atención que los medios le prestan al
mundo del delito, ya que las transgresiones, las múltiples violencias sociales, ocupan un lugar privilegiado en la agenda mediática.
La prensa ha generado una nueva visibilidad del delito que conlleva una nueva forma
social de sentir y experimentar los ilegalismos.
El discurso mediático está en el centro del debate sobre los miedos que nos acechan, y se
hace necesaria una reflexión porque, como dijo Marcel Maus, el miedo es una de las experiencias fundamentales de las sociedades modernas, el miedo que en tantas ocasiones
ha sido enemigo de las libertades. El miedo real o imaginado. Esos temores que nos espantan se refuerzan con las imágenes impactantes que aparecen en la pantalla del televisor,
con los relatos dramáticos de la radio, con los titulares sensacionalistas.
El delito en la agenda informativa
Desde finales de la década de los años ochenta, asistimos a un aumento de la
presencia informativa de los acontecimientos englobados en el campo de los sucesos, los
hechos violentos y transgresores.
El delito ha crecido como valor noticiable en la prensa popular y en la llamada prensa seria o de referencia. Estamos ante lo que algunos autores han denominado “la vuelta de los sucesos”
(Imbert, 1999). Los medios jerarquizan en los máximos rangos de su temario los asuntos
delictivos: la violencia de tales actos parece asegurarles un alto interés periodístico.
Hace dos décadas, un grupo de investigadores de Barcelona puso de manifiesto el
aumento de las noticias sobre el delito y su importancia en la percepción de la inseguridad ciudadana. El estudio Del orden público
a la seguridad ciudadana destacaba que “la irrupción del tema de la inseguridad en los
medios ha despertado temores e inquietudes.
Sobre todo, a causa del hecho comprobado de que los medios tienen tendencia a insistir sobre los tipos de delitos más llamativos los que suponen muertes violentas– aunque
estos sean los menos frecuentes” (Costa, et al, 1984: 22-23). Los investigadores constataban la facilidad con que las noticias sobre la inseguridad, la nota roja, penetraba en la
agenda mediática.
A principios del decenio de los años noventa surgieron en muchos países programas
dedicados al reporterismo criminológico. Se empezó a configurar una nueva forma de hacer televisión, los grupos multimedia se transformaban velozmente en medio de un ambiente de feroz competencia; y la necesidad de conseguir más audiencia potenció un nuevo tratamiento del delito en los formatos televisivos conocidos como reality show, talk show, infotainment , la llamada televisión basura.
El delito parecía invadir la agenda informativa espoleado por el éxito de tales programas, donde el drama humano, el dolor y el espectáculo del sufrimiento parecían no tener límites. Hay que recordar que en Estados Unidos, con la emisión en directo del juicio contra O. J. Simpson, en enero de 1995, muchas televisiones llegaron a batir su récord histórico de audiencia.
Nunca antes un crimen había merecido un trato tan espectacuar por par te de los medios.
El sociólogo Pierre Bourdieu señalaba entonces que la necesidad de mayores índices
de audiencia hacía que los hechos delictivos volvieran “a la primera página, a la apertura
de los telenoticias, a pesar de que hasta ahora se trataba de ingredientes excluidos o relegados por el afán de responsabilidad impuesto por el modelo de prensa escrita”, y añadía: “El
suceso es una especie de producto elemental, rudimentario, de la información, que es
muy importante porque interesa a todos sin tener consecuencias y porque ocupa tiempo,
un tiempo que podría ser utilizado para pedir otras cosas” (Bourdieu, 1997 [1996]: 19).
Cierto que la nota roja interesaba a grandes audiencias, pero demasiado optimista se
muestra el pensador francés cuando dice que esa información no tenía consecuencias. Su
crítica, como la de otros intelectuales, tiene que ver con el rechazo histórico que muchos
pensadores ilustrados han mostrado hacia la nota roja. Era el rechazo al mal gusto y todos
se mostraban escandalizados por el auge de los relatos de sangre.
En algunos países, el crecimiento de la noticia criminal produjo un intenso debate sobre los límites de la información, un malestar que fue abordado sólo desde el punto de vista
ético y moral. Pero entonces, como ahora, las noticias criminales son algo más que elementos perturbadores de nuestros referentes éticos, de nuestros gustos estéticos. El discurso
mediático ha aparecido como un factor que inquieta a la opinión pública, que perturba el
trabajo de aquellos que operan en el ámbito penal.
Periodistas argentinos critican su trabajo, Raquel San Martín
La materia prima del periodismo es la misma que constituye la base de las creencias y percepciones de los ciudadanos sobre su entorno. La información, los contenidos que difunden los medios y hasta la noción misma de la comunicación, como paradigma del desarrollo tecnológico, son el marco que explica y da sentido al mundo en que vivimos.
Con su tarea cotidiana, los periodistas colaboran en la construcción de este marco de referencia, del horizonte cultural compartido en un determinado momento histórico. ¿Qué noción de información tienen los periodistas? ¿Qué sentido le otorgan a su función social? ¿En qué medida son conscientes de la centralidad social y política de la materia prima que manejan a diario? ¿Hasta qué punto creen que su intervención puede fortalecer el sistema democrático, tanto como generar el efecto contrario?
La investigación cuyos resultados aquí se sintetizan intentó responder estas preguntas, describir la percepción que tienen los periodistas sobre la función social que cumplen y la noción de responsabilidad que los orienta en su trabajo. En el fondo, se trató de detectar en qué medida la información, entendida como bien público, forma parte de los principios constitutivos de la ética periodística, cuando ésta pasa de las declaraciones de principios a las más complicadas arenas del trabajo cotidiano. Para obtener las respuestas buscadas, la mejor opción era escuchar hablar a los periodistas de su trabajo y darles un espacio de discusión, sobre temas propuestos, con otros colegas. Por eso, se realizaron grupos de discusión con periodistas de los diarios argentinos Clarín , La Nación y Página/12 . Se trató en todos los casos de profesionales que se desempeñaban en relación de dependencia en esos medios, eran redactores (sin responsabilidades de edición), de ambos sexos, de secciones centrales de los diarios, y con un mínimo de dos años de experiencia.
La información como bien público
La investigación titulada “La información como bien público: qué dicen los medios y qué piensan los periodistas” fue realizada en 2004 en el marco del Programa de Estímulo a la Investigación y Aportes Pedagógicos del Instituto de Comunicación Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). En el trabajo de campo y elaboración de conclusiones participaron los estudiantes Ignacio Girón y Julián Fernández.
En lugar de mirar los grandes procesos y concentrarse en la complejidad de los fenómenos, se propone aquí poner el foco en la información como materia prima del trabajo periodístico y definirla como un bien público, garantía del acceso en el espacio público de aquellos temas, intereses y voces que posibilitan el funcionamiento democrático. En este marco de análisis, los lectores, oyentes o televidentes pasan a ser considerados “ciudadanos”, es decir, titulares del derecho humano a la información , en virtud del cual delegan en los periodistas la tarea de buscarla y difundirla (Soria: 1989).
Uno de los efectos inmediatos de este enfoque es que incorpora una noción ética fundante para el periodismo, dentro del marco mismo de la tarea cotidiana, lo que enseguida permite distinguir, por ejemplo, entre el contenido informativo y el espectáculo; entre un periodista y quien meramente tiene un espacio en un medio; entre la búsqueda del interés público y la sola búsqueda de rentabilidad. Entender el periodismo desde esta noción de información como bien público reordena enseguida los planteos críticos y da una orientación práctica clara para el trabajo. No elimina las complejidades ni los desafíos, pero proporciona herramientas concretas y practicables para enfrentarlos.
La hipótesis de partida fue que el concepto de información que manejan los periodistas, que se desenvuelven día a día en los medios, dista de ser una idea clara y homogénea y, más aún, que no siempre existe conciencia entre los informadores de estar trabajando con un bien público como materia prima. Por el contrario, los periodistas tienen una noción más bien difusa de la función social que cumplen, acotan su responsabilidad a las notas que escriben cotidianamente y piensan en su público destinatario como una suma de individualidades, a quienes sirven con datos más que con interpretaciones útiles, para que comprendan el mundo en que viven y tomen mejores decisiones.
Conciencia de poder
Según los resultados de la investigación, la noción de la función social que cumple el periodismo es bastante clara en el discurso de los profesionales, y aparece en general relacionada con dos conceptos: el poder y la influencia que tiene la actividad, de los cuales son muy conscientes, y los estrechos márgenes en los que el periodista se mueve para ejercer su trabajo.
Así, aunque en principio los periodistas definen su tarea como la de ser “intermediarios” entre los hechos y la gente, a quien se le hace llegar información y datos para que “tome decisiones”, también aparecen visiones menos académicas, como cuando se describen a sí mismos como “testigos privilegiados”, capaces de “manejar información que no maneja el resto”.
Sin embargo, del discurso y del diálogo entre los periodistas se desprende claramente que el ejercicio profesional está encuadrado y limitado por muy diversas variables: la línea editorial, las características técnicas del medio, las decisiones de los editores. Incluso, aparecen con fuerza dos condicionamientos novedosos: la “necesidad de impactar” con el trabajo (como si los periodistas incorporarán en su tarea cotidiana las exigencias que impone el marketing del diario) y un lector que le pide al diario más que lo que el medio puede darle.
En ese sentido, la responsabilidad aparece, pero acotada al trabajo individual, a la nota como unidad de trabajo, al área que se cubre. Los límites están puestos por las condiciones técnicas y opciones ideológicas del medio, por los lectores, por las fuentes, por los editores, por la sección, por la necesidad de atraer a los lectores. El alcance de la responsabilidad es limitado e individual, porque esos factores que enmarcan el trabajo son vistos más como obstáculos, para cumplir con la tarea, que como parte de las condiciones corrientes de elaboración de un diario. Se trata, además, de limitaciones naturalizadas, internalizadas a fuerza de trabajar en ese medio determinado.
Ante estos recortes y obstáculos claramente percibidos, aparece la conciencia de un margen de maniobra posible, aunque acotado a la responsabilidad individual de una nota.
Responsabilidad de comprobar las noticias
La responsabilidad aparece emparentada con el rigor profesional: el chequeo de las fuentes, la consulta a voces distintas que equilibren el relato, la repregunta, el cuidado de no ser manipulado por los intereses de las fuentes, la necesidad de profundizar en los temas y no “quedarse en la superficie”, conocer los temas antes de escribir sobre ellos. Sin embargo, estos principios profesionales quedan limitados por los condicionamientos descritos, además naturalizados como imposibles de cuestionar o cambiar. Aunque existe una conciencia de margen posible para actuar, la responsabilidad se parece más a un lugar donde refugiarse de esas limitaciones que un valor que se ejercita de manera positiva.
Con un sentimiento claro de impotencia ante las presiones y los condicionamientos circundantes, la responsabilidad social se transfiere al medio. Varias veces se habló en los grupos de discusión del derecho a no firmar, por ejemplo, cuando se considera que las decisiones editoriales están tergiversando la realidad que se quiere contar. Quitar el nombre sería una manera de “salvar” la conciencia del periodista, individualmente, pero no aparece al mismo tiempo la necesidad de defender lo que se considera un relato honesto que está siendo tergiversado y que así será publicado.
El concepto de información que manejan los periodistas espontáneamente coincide con el de noticia. Es inseparable de lo que se publica en un medio, siempre vinculada con la línea editorial, evaluada según los criterios canónicos de noticiabilidad (novedad, impacto, espectacularidad, singularidad) y relacionada también con las características técnicas del medio (no es lo mismo la información en televisión que en un medio gráfico, por los condicionamientos productivos que instala cada uno). Sin embargo, hay otros factores que también influyen en lo que se considera información-noticia, como el azar, otras noticias, ciertos “humores sociales” y modas, e incluso factores coyunturales que hacen que un acontecimiento tenga lugar en los medios y, entonces, pueda ser entendido como información. Sin embargo, en los discursos puede rastrearse la conciencia de que la información es un material sensible, un bien transable, una mercancía que “se paga”.
Influencia restringida
La idea de la función social que cumple el periodismo no es difusa. Por el contrario, está presente, se hace explícita la necesidad de la responsabilidad, es clara la conciencia de la influencia social que tiene la tarea periodística. Sin embargo, las limitaciones, las presiones y los obstáculos que los periodistas dicen sentir al realizar su tarea recortan la posibilidad de desplegar esta tarea a un margen mínimo. Los editores, el medio -tanto en sus características técnicas como en su línea editorial-, la necesidad de impactar y atraer a los lectores y los propios lectores -más demandantes, más críticos- encapsulan el trabajo posible y hacen que la responsabilidad y el rigor profesional se conviertan en un refugio para protegerse, individualmente, de este hábitat hostil en el que hay que trabajar.
De ese lado negativo corresponde registrar, también, que los periodistas identifican información con noticia, es decir, la materia prima de su trabajo con las condiciones productivas del medio en que lo desempeñan. Esta idea es consistente con la preocupación por los límites de todo tipo que enmarcan su trabajo, la sensación de contar con un margen de maniobra muy estrecho para cumplir con su tarea, y la impotencia de satisfacer a los lectores.
Es cierto que los periodistas acotan la responsabilidad de su trabajo a las notas que escriben, sobre las que, incluso, sienten perder control ante las limitaciones que impone la lógica comercial, técnica e ideológica de los medios en los que trabajan. Pero no puede sostenerse de igual modo que tengan una noción difusa de la función social que cumplen. Más aún, tienen claro que se trata de una función social relevante, de intermediarios, de testigos, con acceso privilegiado a los acontecimientos de interés público, de instalación de temas en la agenda pública. Lo notable es que esa conciencia no puede luego plasmarse en la actividad cotidiana, acotada, como se dijo, por múltiples limitaciones, frente a las cuales solo queda buscar los márgenes para la negociación o quitar la firma para proteger la propia conciencia.
Conclusión
Como conclusión general, y según la idea principal que orientó esta investigación, en los periodistas no predomina la idea de la información como bien público, ni la apelación a los lectores como ciudadanos. Esta constatación enciende indudablemente una alarma, que, de todos modos, puede relativizarse con otro hallazgo: a pesar de que no es la noción predominante, sí hay conciencia clara de que la información está adquiriendo una creciente centralidad y transparencia como materia prima sensible, que desde el funcionamiento de los medios puede afectar el funcionamiento de las instituciones democráticas y asegurar u obstaculizar el ejercicio de los derechos ciudadanos.
Sin embargo, esta constatación no tiene todavía una expresión pública clara por parte de los periodistas, que expresan poco su malestar, naturalizan las presiones que dicen sentir como inmodificables y parecen satisfacerse con buscar el margen para trabajar.
Una posible línea de indagación está en una presión novedosa, según la plantean los periodistas: la necesidad de impactar en el lector, de llamar su atención. Se trata de una demanda más relacionada con el marketing y la necesidad de venta del medio que del trabajo periodístico. La información bien entendida debe atraer solo por ser tal, por su interés público, su implicación y su impacto en la vida cotidiana.
En el fondo de la investigación, y de estas propuestas, se encuentra una preocupación por acercar el ejercicio profesional a un periodismo de calidad y, por eso, fortalecer la democracia en el país. En el contexto argentino y latinoamericano, esto no solo significa asegurar la restauración y el funcionamiento de las instituciones según principios democráticos, sino también “demostrar que la democracia es una herramienta eficaz para asegurar la transformación social y la construcción de una buena sociedad” (Borón: 2003, 239), es decir, instalar la conciencia de la democracia como forma de vida que permite construir una sociedad mejor.
Panorama de la prensa argentina
El portal [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] proporcionó en el primer trimestre de 2007 un reporte diario sobre los conflictos que afrontan la prensa y en general todos los medios de la región. Los informes referentes a la situación argentina fueron los siguientes:
- Diario Clarín resumió el 7 de marzo un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos que critica la relación del gobierno argentino con la prensa, configurando una “actitud generalmente agresiva y confrontativa hacia los medios críticos y los periodistas, que llevó a actos como la señalación pública, individual, por el nombre, de periodistas para su reproche”.
- Diario Tiempo Sur informó el 6 de marzo que el programa radial La Ronda , que se emitía por la radio de la provincia argentina de Santa Cruz, de donde es originario el presidente Néstor Kirchner, fue retirado del aire luego que su conductora, la docente y periodista Marta Savorido, hiciera reclamos del sector docente.
- Diario la Gaceta de Tucuman informó el 5 de marzo que el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, León Arslanián, pidió a los medios que no publiquen los hechos criminales para no alarmar a la gente en materia de inseguridad.
- Diario La Nación informó el 2 de marzo que Kirchner criticó a los medios de comunicación, especialmente a la prensa gráfica. “A mí siempre me dicen que me calle la boca, que no diga esto o aquello, pero les digo que como no les tengo miedo a aquellos, tampoco les tengo miedo a los que escriben”, dijo.
- La revista Noticias reseñó el 27 de febrero una declaración de Ariel Garbarz, colaborador de la inteligencia del gobierno de Buenos Aires, según el cual existen actualmente en Argentina 48.000 líneas telefónicas intervenidas de opositores, periodistas y funcionarios.
- Diario El Debate informó el 16 de febrero que el presidente Kirchner había criticado públicamente a los analistas y periodistas, sugiriéndoles “estudiar y prepararse” para escribir sobre el país. “Quienes quieren escribir de economía tienen que estudiar los movimientos del mercado y saber que hay empleados de consultoras internacionales que tratan de generar opiniones para encarecer las tasas”, afirmó.
- Una nota editorial publicada el 14 de febrero por La Nación cuestionó la forma en que el gobierno argentino maneja la publicidad oficial. “El gobierno tiene el derecho de elegir dónde publicitar los actos oficiales, pero como responsable de la administración del Estado debe garantizar que los millonarios fondos fiscales destinados a ese fin, no sean utilizados como prebendas, herramientas de presión o un modo de censura”, dijo.
- El diario Perfil informó el 12 de febrero sobre una declaración del sociólogo francés Alain Touraine, para quien en Argentina hay “una inquietante concentración de poder” y una tendencia a “eliminar a la oposición y asfixiar a la prensa”.
- El 12 de febrero, la revista Fortuna y el diario Perfil informaron que el grupo sudafricano Naspers intentaba comprar el 18 por ciento del paquete accionario del Grupo Clarín, a la dueña de los títulos, la banca inversionista Goldman Sachs, por 500 millones de dólares.
- El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) destacó el 5 de febrero su preocupación por el trato del presidente Kirchner hacia la prensa, al “'continuar su práctica de distribuir publicidad oficial a medios que lo apoyan e impedir que la reciban quienes lo critican”.
- Diario Perfil dijo el 23 de enero que la funcionaria Andrea Prodan, que trabajaba en la reglamentación de la Ley Defensa , fue despedida tras hablar con la revista Noticias , que mantiene una posición critica al gobierno.
- En la misma fecha, Jorge Fontevecchia, director de Editorial Perfil, denunció una campaña para desprestigiarlo, financiada con publicidad oficial, a través del semanario Siete Días y con la colocación de afiches en la vía pública en carteleras de la Secretaría de Medios de la Presidencia de la Nación.
- El 18 de enero, la organización internacional Freedom House , en un informe sobre la situación de la libertad de prensa en Latinoamérica, aludió a la Argentina puntualizando que “la tendencia al descenso de libertades se debe a la centralización del poder por el presidente Kirchner y a la limitación de la influencia de los gobiernos provinciales”.
- El 15 de enero, diario Perfil informó que su colega El Territorio , el principal de la provincia de Misiones, sufría constantes persecuciones por parte del gobernador Carlos Rovira.
- La Nación reveló el 9 de enero que en 2007, año electoral, el gobierno aumentó a 80 millones de dólares el gasto destinado a publicidad oficial, lo que supone un incremento del 41 por ciento respecto a lo invertido en 2006 y un 91 por ciento en comparación con 2005.
- También el 9 de enero, El Cronista informó sobre un conflicto entre el Secretario de Medios del gobierno, Enrique Albistur, y el grupo de multimedios América, que se niega a aceptar publicidad oficial, “en defensa de la libertad de expresión” y “para expresar el repudio a las presiones que ejerce el funcionario”.
Crisis de confianza y debilidad institucional
El concepto de confianza social ha sido desarrollado principalmente desde la ciencia
política y la teoría de juegos. También los teóricos del capital social han retomado dicho
concepto como eje del análisis de las redes sociales y comunitarias. En términos
generales, confianza social comporta la creencia en que una persona o grupo será capaz
y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación. Esto supone, un
cierto grado de regularidad y previsibilidad de las acciones que facilitan el
funcionamiento social. La desconfianza incide a través del deterioro de la esfera pública
sobre la calidad de la democracia. Por el contrario, el fortalecimiento del estado social
de derecho favorece la conversión pública y genera las condiciones favorables para el
desarrollo humano (Lechner, 1998).
Se distingue entre “confianza generalizada” o confianza social respecto de personas o
instituciones desconocidas sobre las cuales se dispone de insuficiente información o
experiencias para hacer un juicio, y la “confianza particularizada” o interpersonal,
referida a la confianza en personas que se conoce a partir de “lazos débiles”. En esta
perspectiva, un elemento básico para el desarrollo de la confianza interpersonal es la
participación en organizaciones y asociaciones cuyos miembros solo comparten algunos
intereses (Herreros, 2002).
En esta línea, podemos afirmar que uno de los tipos de confianza social es el de la
confianza en las instituciones democráticas. Este tipo de confianza permite a los
diferentes organismos gubernamentales actuar con mayor libertad, y al mismo tiempo,
los ciudadanos más confiados estarán más predispuestos para cumplir con sus
obligaciones y participar activamente en la vida pública (Nye, 1997). Por esta razón, los
bajos niveles de confianza política registrados en una sociedad pueden estar indicando
la presencia de democracias débiles y la falta de calidad gubernamental entre otros.
Asimismo, la desconfianza política entraña condiciones de desigualdad al generar
efectos de exclusión o formas adversas de participación en esferas relevantes de
actividad (Sen, 2000b).
Por su parte, el grado de confianza institucional constituye un aspecto clave de las
condiciones de integración social en la medida en que da cuenta de la legitimidad
otorgada a las mismas por los ciudadanos, como resultado de la eficacia lograda en el
cumplimiento de sus cometidos (Botana, 2005). Esto toma especial relevancia en los
regímenes democráticos, donde tanto la participación como la confianza ciudadana se
presentan como casi constitutivos del mismo.
De acuerdo a los resultados de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA)
existe en nuestro país una fuerte crisis de confianza en las instituciones de democráticas.
En la figura 1 se observa que los tres poderes de de la República (Ejecutivo, Legislativo
y Judicial) alcanzan niveles de desconfianza superiores al 80%, siendo la Justicia la que
se encuentra en peor situación (86,5%) tal como lo refleja dicho estudio.
Un análisis según la condición socioeconómica permite observar que, en los estratos
más altos, se registran mayores niveles de desconfianza en el Gobierno y en el Congreso
con niveles similares de desconfianza en la Justicia. En esta línea de análisis, si el
análisis es por condición residencial, aquellos que viven en una villa o asentamiento
registrar menores niveles de desconfianza que aquellos que viven en territorio con
trazado urbano (63,9 y 84% respectivamente). Asimismo, los niveles de desconfianza
tanto en la Justicia como en el Congreso, aunque en niveles menores, disminuyen dentro
de la población habitante de villas. Por último, podemos mencionar que en las ciudades
del interior se registran mayores niveles de desconfianza que entre los que habitan en el
Gran Buenos Aires.
La problemática de la seguridad: el delito y la sensación de
inseguridad. Aspectos vinculados de la desconfianza social
Aproximarse a la problemática de la seguridad no es una tarea para nada fácil. Cuando
intentamos analizar dicha problemática debemos tener en cuenta los diferentes modos
en el que se la aborda. Existen diferentes formas de afrontar el problema del delito. Un
tipo de análisis centra su atención en la cantidad o número de delitos registrados. La
denominada “tasa real de criminalidad” ha sido una de las preocupaciones más
constantes en Criminología y Sociología Criminal como indican Francisco y Rodríguez
(1982). Otra forma de encarar dicha problemática es el de los estudios centrados en la
percepción o sentimiento de inseguridad que experimentan las personas. A su vez, los
múltiples factores que pueden generar un aumento en la delincuencia y el miedo al
delito o percepción de inseguridad podrían ser el aumento de la desocupación, pobreza,
inequidad, ausencia de justicia e ineficacia de control policial entre otros.
Podemos indicar que de lo antes analizado se puede vislumbrar la ineficacia por parte
del Estado en aspectos que son relevantes para la ciudadanía.
Si analizamos la problemática de la seguridad en nuestro país desde estos dos abordajes
observamos que, de acuerdo con los resultados de la EDSA, durante el año 2009, un
27,3% de los hogares entrevistados declararon haber sufrido algún hecho delictivo en el
último año. En lo que respecta a la sensación de inseguridad, los niveles superaban el
75% en la población encuestada tal como muestra la figura 4 (77,4%).
La problemática de la seguridad: caracterización
Como se ha descrito anteriormente en el presente trabajo, la problemática de la
seguridad, en el aspecto delictivo, afecta a más del 30% de los hogares relevados, si tomamos los delitos y hechos de violencia; en el aspecto de las percepciones la
sensación de inseguridad afecta al 77,4% de los encuestados no registrándose
diferencias según la condición socioeconómica.
Los niveles de sensación de inseguridad superan al 72% de los individuos en todos los estratos socioeconómicos. También la sensación de inseguridad en el Gran Buenos Aires como el interior del país registra niveles que superan el 73%. Los niveles de hechos de violencia son superiores en el interior del país
a comparación de los del Gran Buenos Aires (7,5 y 4,3% respectivamente). Si
analizamos los hechos de violencia según el estrato socioeconómico se observa que los
del estrato alto son los que comparativamente registran niveles más bajos (3,8%).
En cuanto a los hechos de delincuencia podemos indicar que, existe una tendencia de a mayor estrato socioeconómico del hogar mayores los niveles de victimización (31,2%). Esta situación podría estar reflejando el perfil de las víctimas no así el de los autores de los ilícitos.
De esta forma, de los hogares relevados por la encuesta, los hechos de delincuencia en
los sectores medios y altos fueron 10 puntos porcentuales superiores que en los estratos
bajos, convirtiéndose los primeros en los más perjudicados. Sin embargo, el porcentaje
de delincuencia registrado en hogares de estratos bajos continua siendo alto (21,9%), lo
que demuestra que el mismo no deja de ser un problema para todos los niveles
socioeconómicos analizados ya que un poco más de 2 de cada 10 entrevistados
manifestó que alguna persona de su hogar fue víctima de un hecho de delincuencia. Hay
que tener en cuenta que aquellos que poseen mayores recursos económicos pueden
disponer de algún tipo de seguridad privada y no así los sectores más carenciados.
El no contar con un adecuado sistema de protección coloca a dichos sectores en una
posición de mayor vulnerabilidad y riesgo de padecer algún hecho de delincuencia
perjudicando así aún más la satisfacción de sus necesidades básicas. Esto influye en el
lugar elegido como posible para cometer el ilícito, aunque también se debe considerar
las condiciones en las que el delincuente puede llevar a cabo su tarea.
Por ello, cabe recodar que es importante remarcar que existen diferencias sustanciales
en los niveles de desarrollo logrados por los diferentes estratos socioeconómicos en
términos de acceso a los recursos de inclusión social. En este sentido, quienes
pertenecen a estratos más altos, poseen mayores posibilidades de acceso a bienes
públicos, dada la oportunidad de disfrutar en forma privada de aquellos bienes que no se
brindan de manera pública, o que se brindan de forma ineficiente. Uno de estos recursos
es el acceso a vigilancia policial. Reforzando la idea antes mencionada, observamos que
a medida que aumentan las condiciones socioeconómicas aumentan los niveles de
presencia policial. Por ello, podemos mencionar que la presencia policial es uno de los
factores que influye en el aumento o disminución de la delincuencia (figura 7). La
presencia de efectivos policiales disminuye el porcentaje de delitos y la ausencia de los
mismos los eleva en todos los estratos socioeconómicos analizados.
Garré afirmó que "la sensación de inseguridad es mayor que la tasa delictiva”
La ministra de Seguridad de la Nación sostuvo que esa apreciación "hoy está bajando porque hubo procesos de inclusión y de generación de empleo". Asimismo resaltó que “el despliegue de efectivos bajó el delito"
Crédito foto: Ministerio de Seguridad
Nilda Garré, la ministra de la cartera de Seguridad, destacó que el país se encuentra entre los que menos tasa de delito registra en el continente. "Argentina está junto a Chile y Uruguay en los primeros tres lugares en cuanto a la sensación de inseguridad, pero en los tres últimos en cuanto a tasas de delito", comentó la funcionaria respecto a las estadísticas internacionales.
Y sostuvo que “la inseguridad es un tema de todos los países de Latinoamérica especialmente. También en los europeos, salvo en aquellos que tienen problemas económicos importantes que hacen que sea lo que más preocupa a la gente”.
Subrayó que “las sociedades modernas y los centros poblados tienen problemas de inseguridad”. “Igualmente no estamos en los peores índices del mundo”.
Consultada sobre el retiro de la Policía Federal de edificios, escuelas, hospitales y estaciones de subte de la Ciudad de Buenos Aires, aclaró que “eran recursos que no estaban abocados a la seguridad y que usamos para satisfacer las necesidades de la sociedad”.
Sobre la Policía Metropolitana resaltó que “la mayoría son ex policías con virtudes y defectos. Los nuevos fueron formados y espero que y confío en que sean eficientes”.
El juez Zaffaroni cuestionó la manera en que medios tratan la inseguridad
26/07/2012 | 06:35 El vocal de la Corte Suprema opinó que la prensa “construye la realidad” en base al miedo. Pidió estudiar y dar información objetiva. Aseguró que en Capital Federal hubo 170 homicidios dolosos en 2010 y que la mayoría no fue en robos ni con menores.
Zaffaroni: ''No me da miedo un delito si no lo tengo como una obsesión permanente''
El juez de la Corte Suprema de la Nación, Eugenio Zaffaroni, cuestionó la manera en que los medios de comunicación tratan la inseguridad por hacerlo, según su opinión, a través de una estrategia que busca generar miedo.
Zaffaroni dijo ayer que la prensa “construye la realidad”. Al respecto, explicó: “A mí no me da miedo la bomba nuclear ni una epidemia, si no me entero de que existe. Tampoco me atemoriza el delito, si no lo tengo como una obsesión permanente y cotidiana”.
En este marco, el magistrado agregó: “El homicidio de hoy se repite siete veces al día y mañana 'qué lástima que no hay otro más brutal'. Y veo lo de las dos chicas de Salta todos los días y la discusión sobre si fue o no un suicidio...Por favor, les pido que informen con cuidado porque el suicidio genera imitación”.
Consultado acerca de las posibles soluciones, el jurista señaló: “Parafraseando a Perón: 'La única verdad es la realidad'. Hay que estudiar lo que pasa, analizarlo y dar la información objetiva sobre lo que pasa: si sube (el delito), si baja, qué sube, qué baja, qué índice tenemos, dónde lo tenemos, cuántos son, cómo son...”.
En este contexto, el juez reveló que, de acuerdo a un estudio realizado por la Corte Suprema de la Nación, en 2010 hubo en Capital Federal “170 homicidios dolosos”, de los cuales “la gran mayoría no tenían que ver con circunstancias de robo, sino que se produjeron entre conocidos”.
“Además, entre un 15 y 16 por ciento fueron entre familiares. Con respecto a la franja etaria, no es cierto que hubiese una alta incidencia entre los 16 y 18 años, porque había sólo dos casos. Encontramos más veteranos mayores de 55 años como los autores de homicidios. Sobre las colectividades estigmatizadas, constatamos que no había ninguno cometido por bolivianos”, detalló.
Por último, precisó: “Los homicidios en Capital Federal se concentran en una zona: la medialuna sur, en cuatro comunas, done hay barrios precarios o villas. Abarca unos 500 mil habitantes. De los 2.500.000 habitantes restantes, tenemos un índice de 3,5 por ciento por 100 mil, que es casi como los índices europeos y canadienses. Esto indica que los pobres se matan entre ellos y no salen a matar afuera”.
De Narváez: el Gobierno le "falta el respeto a la gente"
El precandidato a gobernador bonaerense hizo referencia al planteo de la ministra de Seguridad, Nilda Garré, quien indicó que bajaron las tasas de criminalidad en la Provincia
El precandidato a gobernador bonaerense Francisco de Narváez aseguró hoy que es una "falta de respeto a la gente" plantear que bajaron las tasas de criminalidad en la Provincia, como indicó la ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré.
De Narváez manifestó que las declaraciones de Garré son "un contraste horrible con la realidad cotidiana" e insistió en que el Gobierno "miente" con los datos que difunde sobre inseguridad porque "se está despidiendo" del Poder.
La vida de las personas no tiene que ver con las estadísticas", remarcó el diputado nacional en declaraciones a Noticias Argentinas y agregó que "se vive muerto de miedo en la provincia de Buenos Aires", donde "directa o indirectamente alguien ha sido víctima de algún delito".
"Gracias a Dios no todos (los casos) terminan en un homicidio, pero argumentar desde las estadísticas que hemos mejorado la condición de seguridad de los ciudadanos me parece que es una falta de respeto a la gente", recalcó el legislador.
juliguerrero- Fecha de inscripción : 06/09/2012
Re: (Grupo N°3) GRUPO DE TRABAJO
Buenisimo Juli, tenemos mucha info ya.
mOe- Moderador
- Fecha de inscripción : 27/08/2012
Localización : En la plaza
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